Ismael Pérez Vigil 07 de noviembre de 2020
Aunque aún –al viernes 6 de noviembre– no tenemos los
resultados definitivos de las elecciones de los EEUU del pasado martes 3, según
todos los indicadores que se tienen a este momento, el candidato demócrata, Joe
Biden, sería el ganador; pero, para que se concrete ese triunfo hacen falta
algo más que votos populares y “colegios electorales”, pues probablemente
deberá sortear una aguda batalla judicial, incierta en sus resultados y en su
duración.
Donald Trump y su equipo de campaña habían anunciado
de diversas maneras que se preparaban para “denunciar”” y combatir
judicialmente un fraude electoral que seguramente los demócratas estaban
preparando; la estrategia de Trump y su equipo –no me atrevo a decir que es una
estrategia republicana– se basa en algo que para nosotros resulta tan extraño
como lo es eso del de “voto anticipado” y del “voto por correo”, con unas
boletas que serían forjadas por millones e introducidas en el conteo de votos.
Sin entrar a juzgar al respecto, debo decir que resulta extraña esa “anticipación”
del tema por parte del equipo de Trump; y más extraño aún que el supuesto
fraude solo afecta los votos presidenciales, no a los votos para representantes
y senadores, que se emiten en la misma boleta. Pero en fin, de prosperar esa
intención de demanda del fraude –todavía es posible que no se concrete– habrá
que esperar la decisión judicial, sin ponerse a especular al respecto.
La esperanza, al menos la que yo tengo, es que esa
denuncia del fraude no sea una mera estrategia electoral pues de ser así, se
estaría sembrando la desconfianza y jugando con la solidez de una institución
fundamental, el voto, que es el instrumento de la democracia para formar
gobierno, dirimir las diferencias e impedir que la barbarie y la fuerza sea lo
que se imponga. Los venezolanos sabemos bien, por haberlo vivido, el daño que
se hace a la democracia, a la libertad, a la convivencia, sembrando dudas y
desconfianza en el voto y en los procesos electorales, que ha sido una
estrategia fundamental reiterada del régimen que sufrimos desde hace más de 20
años.
Este proceso electoral que concluyó esta semana en los
EEUU, su fogosidad y dureza, según los entendidos, no es muy diferente a otros
procesos que han tenido a lo largo de su historia republicana y democrática;
solo que, en particular éste, sin duda generó grandes expectativas a nivel
mundial por la polarización que se ha agudizado en ese país y especialmente por
la posibilidad de la reelección o no del actual presidente, Donald Trump, tras
su polémico y controversial mandato presidencial.
Particularmente en Venezuela seguimos muy de cerca lo
ocurrido, como si por una ironía e inversión del destino fueran los EEUU, lo
que ellos siempre nos han considerado a nosotros: nuestro “patio trasero”. Aquí
nos batimos, en redes sociales, de manera muy ácida y violenta, como ya es
nuestra costumbre cada vez que hay cualquier disputa política. Nuestra propia
polarización –hablo de la interna de la oposición– nos lleva rápidamente a las
descalificaciones e insultos; basta con que alguien tenga alguna idea distinta
a la nuestra, o alguna de las partes sospeche un atisbo de “progresismo”,
izquierdismo o socialismo para que se irrite el otro bando, y entramos entonces
con falso y pretendido espíritu “cosmopolita y mundano”, ese sentirnos
“ciudadanos del mundo” que no se detiene en fronteras, a mostrar nuestro escaso
“talante democrático” y baja tolerancia, y la disposición a sacarnos las
entrañas y los ojos, por la causa que sea, aunque el tema no nos afecte
directamente.
No estoy diciendo que el que acaba de pasar, las
elecciones en los EEUU, no nos afecta; solo digo que no era necesario que nos
despedazáramos amargamente por él. Como bien dice un amigo: “Ya casi no se
puede intercambiar o discutir con muchas personas por la grave inhibición de su
raciocinio.”
Pero, antes de abordar el tema del posible impacto del
resultado electoral en los EEUU, también hay que decir, si somos justos y
objetivos –dos elementos que cada vez están más ausentes en las discusiones
políticas en Venezuela– que esa expectativa que se generó en nuestro país es
probable que no vaya más allá de la clase media alta, profesional, intelectual
y académica, los que nos desenvolvemos en redes sociales, en las cuales
desarrollamos una amarga “gimnasia” y nos demolimos en disputas verbales
por uno u otro candidato.
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Aunque no sepamos aún el ganador definitivo, se puede
decir que está encendida la expectativa en cuanto a dos temas: su impacto sobre
la situación política interna en los EEUU y su impacto sobre la situación
política venezolana.
Sobre el impacto en la política interna de los EEUU,
en la que no soy especialista, me voy a permitir “plagiar” a un buen amigo, que
me hizo llegar sus reflexiones al respecto:
“El panorama de hoy aquí apunta a que vamos a tener
problemas de varias clases con los conteos…Pero viendo los números que se están
asentando percibo que tanto el radicalismo de derecha como el de izquierda
están perdiendo las elecciones… afortunadamente…Y ayer (jueves 5) Wall Street
lo reflejó…Simplemente la gente está cansada y al votar reaccionó…Eso se ve
primero en las dos cámaras del congreso donde los demócratas en neto están
perdiendo representación…Aunque retienen la mayoría en la cámara baja, la
brecha que había se redujo considerablemente…Ya a lo interno hay discusiones en
el partido (demócrata) en cuanto a que la posición agresiva “progresista”
asumida por muchos candidatos convirtió lo que pudo ser una victoria que los
llevara a una “blue wave” genuina, en una derrota…Este hecho tranquilizó e
inclusive entusiasmó a Wall Street ayer (jueves 5)…En el senado los
republicanos aún retienen el control…Pero también el radicalismo de derecha que
acompaña a Trump perdió muchísimo terreno y eso se refleja en lo que parece ser
la derrota del presidente…La gente no le compró el discurso a las mujeres del
“squad” lideradas por Alejandra Ocasio-Cortes… pero tampoco se lo compró a
Trump…Cosa que alivia enormemente a Wall Street…La gente está harta de los dos
discursos…El radicalismo de la gente de Trump está manifestándose algo
peligroso al tratar de hacer lo que haya que hacer para no perder una elección
presidencial que está ya perdida…”
No creo que los comentarios de mi amigo necesiten
añadidos y mayores explicaciones, son una buena interpretación del clima
político que deja esta refriega en ambos partidos.
Con respecto a la situación en Venezuela, algunos
temen que la derrota de Donald Trump signifique un retroceso en cuanto a la
presión de los EEUU sobre el país, que sin duda fue uno de los temas de la
campaña de Trump para atraer los votos latinos, sobre todo de La Florida, que
se consideraba un estado clave. Para los que así piensan, un triunfo de Joe
Biden significaría entonces un “regreso” a la política menos proactiva de Barak
Obama.
Ya he dicho en otra ocasión (https://ismaelperezvigil.wordpress.com/2020/10/09/biden-o-trump-falso-dilema/)
que no creo que vaya a haber diferencias de fondo en cuanto a la política
hacia Venezuela, cualquiera que sea el resultado final de las elecciones en los
EEUU. Ciertamente son de agradecer algunos gestos de Trump hacia Venezuela y
especialmente hacia Juan Guaidó con ocasión de su discurso ante el Congreso y
que profundizara algunas de las sanciones –tema polémico, que no voy a tratar–
pero también hay que recordar que las primeras sanciones contra el régimen
venezolano las tomó la administración Obama, donde Joe Biden era vicepresidente
y activo en política internacional; y las primeras medidas que tomó Trump
estuvieron basadas en una orden ejecutiva que dejó Barak Obama a su salida de
la presidencia.
Las cosas han variado algo desde Obama para acá; por
ejemplo, cuando Obama era presidente no existía Juan Guaidó al frente de un
Gobierno Interino, no había el apoyo a ese gobierno de la Unión Europea, ni
existía el Grupo de Lima, ni el Grupo Internacional de Contacto. No había sido
elegido Maduro presidente en una elección ilegítima, no reconocida por una
buena cantidad de países occidentales democráticos. No habían fracasado varios
intentos de diálogo y negociación en República Dominicana y Barbados. Ya no hay
duda tampoco sobre el tema de los crímenes de lesa humanidad y la violación de
DDHH en Venezuela, y ahora reforzados con el pronunciamiento de esta semana de
la Fiscal Fatou Bensouda de la Corte Penal Internacional, acerca de que en
Venezuela se habrían cometido delitos que son competencia de dicha Corte. ¿Qué
hubiera hecho Barak Obama ante todos esos hechos?, es algo que nunca lo vamos a
saber, solo nos queda especular, pero al menos ahora podremos saber qué actitud
tomará el que fue su vicepresidente. Son cambios importantes los que se han
producido que un gobierno norteamericano, de cualquier signo, no puede
continuar ignorando.
En buena parte lo que pase para resolver la crisis
política de nuestro país se deberá sin duda a la presión internacional, pero
sobre todo a lo que logremos hacer internamente en cuanto a movilización
popular. Debemos estar conscientes que, en la comunidad internacional cercana a
Venezuela, cada país está más concentrado en sus propios problemas con la COVID-19
y las secuelas que dejará sobre sus propios países.
E internamente, ahora mismo, las cosas no pintan bien
en Venezuela; hay mucho desánimo, la crisis es muy fuerte y la represión cada
día más intensa; pero esa es la realidad con la que nos toca lidiar. Las
condiciones no son las mejores, pero al menos ahora que contamos con mejor
reconocimiento de la comunidad internacional, nos toca jugar bien el partido.
Ismael Pérez Vigil
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