Por Víctor A. Bolívar
A los 7.181.170
venezolanos nos cuesta recuperarnos de la resaca que nos causó el
incumplimiento de las decisiones que tomamos y del mandato que conferimos el 16
de julio de 2017, mediante consulta nacional. En aquel entonces aún se exhibía
la fortaleza de la Asamblea Nacional y el espíritu unitario que fueron un
bálsamo para una aporreada oposición que resurgió airosa en los comicios
parlamentarios de 2015. Todo esto presagiaba un mejor destino, más no fue así.
Sus resultados se
diluyeron en un mar de contradicciones y cálculo político, por lo que las
expectativas fueron al traste. Si bien se generó una importante matriz de
opinión nacional e internacional sobre el fraude de la constituyente, no menos
cierto es que para algunos importantes factores políticos fue un espacio
consagrado en el que se bendijeron las elecciones regionales del 15 de octubre
de 2017, a escasos tres meses de haber sido abrumadoramente rechazada y
desconocida esa constituyente por el pueblo consultado.
De los términos de esa
consulta, en cuanto a la renovación de los poderes públicos de acuerdo con lo
establecido a la Constitución, y a la realización de elecciones libres y
transparentes, así como la conformación de un gobierno de unión nacional para
restituir el orden constitucional, aún estamos en mora con la excepción de la
designación de los magistrados al TSJ legítimo.
Sobre la demanda a la
Fuerza Armada Nacional, para que obedeciera y defendiera a la Constitución de
1999, no hay nada que pueda mostrarse; sin embargo, con respecto al respaldo a
la AN, tuvo que correr algo de agua para que dos años después, en 2019, los
venezolanos nos volcáramos masivamente en las calles para respaldar a esa AN, a
Guaidó como su presidente y, por tal condición, como presidente interino del
país, protagonizando así hechos sin precedentes en nuestra historia
republicana.
En paralelo, la AN
erigida también en órgano ejecutivo, y el presidente interino, crearon el
Estatuto para la Transición que le daba forma normativa al hasta hace poco
manoseado mantra con un orden sucesivo de fases que atrajo al país entero.
Concentraciones, mitines, giras nacionales e internacionales, respaldo interno
multitudinario, gran respaldo internacional, mucha tinta y saliva, son los
incuestionables hechos que marcaron el paso durante buena parte del 2019,
también salpicados de algunos casos que afectaban la gestión del gobierno
interino.
El 23 de septiembre de
ese año 2019 se produjo una acordada reincorporación de los diputados chavistas
al Palacio Legislativo. Ya asomaba su nariz el cálculo político. En algo más de
tres meses, el 5 de enero de 2020, esa bancada y algunos diputados desertores
se hicieron de la sede del Palacio y le dio un golpe parlamentario a la
oposición. Poco duró ese impasse, se mantuvo hasta que las elecciones
parlamentarias se pusieran en la mira de ambos bandos.
El fantasma del
desatino y la ambición que marcó la pauta en las elecciones de gobernaciones,
se presentó de nuevo dejando a su paso las peores consecuencias. Toda la
dirigencia opositora, a excepción de María Corina Machado, dejó a un lado el
cese de la usurpación como primer paso del mantra, para cabalgar en ese evento
electoral parlamentario ignorando a las elecciones presidenciales a las que se
tenía que llegar luego de un gobierno de transición. Esa ambición les llevó el
9 de marzo de 2020 a la conformación consensuada del Comité de Postulaciones y
hasta proponer en un común acuerdo candidatos a integrar el CNE.
Desacuerdos de última
hora determinaron que aquellos quienes promovieron y se rasgaron las vestiduras
por las elecciones parlamentarias, recogieran velas y se convirtieran de la
noche a la mañana en sus más aguerridos detractores en un claro ejercicio de
deshonestidad política.
Son esos mismos que hoy
nos proponen otra consulta también con el aliño de un nuevo mantra con un
cambio sustancial en el orden de los factores que alteran el producto: primero,
un cogobierno de transición consensuada; y luego, unas elecciones presidenciales
que pongan fin al régimen usurpador de Maduro. Son los mismos que con esta
consulta acallaron y siguen acallando la arrechera colectiva de quienes hoy no
tienen ni qué comer. Son los mismos que seguramente luego del 6D tendrán la
oportunidad de ponerse a distancia porque apelarán a su propio plan B.
Seguimos los
venezolanos con la resaca
04-11-20
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