Por Piero Trepiccione
La disputa agria,
sostenida, cruenta y profunda que ha caracterizado la realidad política
venezolana en los últimos veinte años ha dejado secuelas complejas. Este
hecho debe ser tomado muy en cuenta de cara a la construcción de la
gobernabilidad del futuro.
No existen posibilidades
reales de acometer una reconstrucción sistemática del país si no se
garantizan unas condiciones mínimas de convivencia democrática de los
diferentes factores políticos activados en el territorio nacional. Esta
premisa, aunque muy clara en el mundo del análisis político y de la lógica
institucional, no pareciera estar siendo considerada por algunos líderes
políticos de los bandos en disputa en Venezuela.
Diariamente se
observan ataques despiadados y anhelos de cantos de guerra que no
miden las consecuencias y repercusiones que pudieran tener en el corto, mediano
y largo plazo en relación al asentamiento de las bases necesarias para
garantizar la estabilidad política en aras de facilitar las reformas económicas
que requiere el país.
La gobernabilidad es
un tema clave para cualquier proceso de transición, máxime cuando desde el
discurso y la acción se han proferido tantos agravios que han roto la mínima
confianza que se requiere para la convivencia en el marco del pluralismo. Una
tarea insoslayable que debemos abordar especialmente desde las bases sociales
es la de colocar en agenda en el proceso de negociación, la reconciliación
entre las posturas más duras de la polarización para viabilizar la posibilidad
de recuperar la competencia electoral para dirimir posturas antagónicas.
Es una tarea difícil, más
aún, cuando te enfrentas a laboratorios de información muy bien
organizados que siembran tendencias irreales a diario que justamente persiguen
objetivos contrarios: el fortalecimiento de la polarización.
No existen soluciones
mágicas a los conflictos políticos, parece un lugar común pero no ha sido
asimilado por algunos sectores de la clase política y de la población en general.
Aunque estamos en las postrimerías de un ciclo político en Venezuela
que ha impactado la vida y la economía como nunca antes, no podemos dar por
resuelta la garantía de estabilidad futura sin que se tomen medidas de
reconciliación y búsqueda de canales de interacción y comunicación entre las
partes.
Ese esfuerzo, más que
unidireccionado por los actores políticos, debe ser promovido por las
organizaciones sociales, comunitarias, universitarias, entre otras, que
acerquen posturas en marcos institucionales plurales. La gobernabilidad según
Bobbio es “la relación de gobierno, es decir, la relación de gobernantes y
gobernados” una ecuación indispensable para la formulación de políticas
públicas amplias, legítimas y enfocadas en el desarrollo del país.
En busca de gobernabilidad
Los esfuerzos dirigidos
hacia la reconciliación y la búsqueda de darle viabilidad electoral a las
posiciones antagónicas en el mundo de la política venezolana están siendo
atacados despiadadamente por razones de ignorancia pero también deliberadas.
Debemos saber separar ambos tipos de ataques para enfocar mejor
las estrategias de focalización para neutralizarlos.
El país del
futuro requiere estabilidad (al menos durante las próximas tres décadas)
para recuperar el enorme daño que se le ha hecho a la economía y a los
indicadores sociales. El odio no es ni el camino ni la solución. El ejercicio
de la política a partir del odio puede causar impactos muy profundos cuyas
consecuencias pueden tardar décadas en ser revertidas, no lo olvidemos.
Tengamos claro que sin gobernabilidad mucho más difícil será el
camino de la recuperación del país.
28-07-19
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