Brian Contreras 29 de julio de 2019
@DiarioTalCual
Mecanismos
de presión alternos al diálogo podrían ser esenciales para acelerar las
conversaciones y alcanzar acuerdos políticos, por lo que la oposición no debe
conformarse con moverse en un solo frente, según considera el especialista
Miguel Ángel Martínez Meucci
La dinámica política de Venezuela se mantiene en un
contexto de tensión. El gobierno de Nicolás Maduro se aferra al poder, mientras
que la oposición suma fuerzas para hacer un contrapeso que consiga una salida
del régimen. Sin embargo, toda estrategia implementada contra el oficialismo ha
recibido respuestas sólidas.
Con cada vez menos fichas en el tablero, el juego
político de Venezuela parece acercarse a su clímax. Y en este contexto, surgen
las negociaciones como un mecanismo que podría propiciar una resolución al
conflicto sin que ambos bandos lo arriesguen todo. El objetivo es lograr una
salida consensuada, y con el apoyo del siempre diplomático gobierno de Noruega,
da la impresión de que ambas facciones podrán finalmente estrechar manos por el
bienestar del país.
Sin embargo, las condiciones en las que se generan
estos diálogos son complejas. El panorama en Venezuela es de confrontación, aún
cuando las delegaciones del chavismo y la oposición se encuentran, ahora en
Barbados, en aras de ponerse de acuerdo.
Bajo esta premisa, el politólogo Miguel Ángel Martínez
Meucci evalúa el posible alcance del diálogo entre Gobierno y oposición, que se
realiza por tercera vez tras episodios fallidos en 2014 y 2017. El experto hace
énfasis en que la oposición debería conservar su foco neurálgico: salir de
Nicolás Maduro. Por este motivo, advierte que podría resultar inconveniente
entablar negociaciones únicamente centradas en celebrar elecciones
presidenciales, a pesar de que esta es la posibilidad de la que más se ha
especulado desde que ambos bandos hicieron el acercamiento inicial en Oslo.
Aunque el especialista resalta la rigidez que debe
mantener la oposición venezolana en cuanto a sus exigencias, alerta que la
posición en la que se encuentran Juan Guaidó y sus aliados no es la más óptima
para hacer frente al oficialismo. “Casi todas las concesiones que puedan hacer
debilitarían en extremo su posición y posiblemente las conducirían a un
sometimiento progresivo”, destaca.
Por eso, el también profesor universitario resalta la
importancia de mantener otras vías de presión y estrategias alternas al
diálogo. Pues argumenta que todos los mecanismos se relacionan y atacar varios
frentes podría hacer más daño a la estructura política chavista.
Martínez Meucci es doctor en Conflicto Político y
Procesos de Pacificación, título obtenido en la Universidad Complutense de
Madrid. Además es profesor adjunto de Estudios Políticos en la Universidad
Austral de Chile y suma ya 19 años de experiencia en las aulas, tras dar clases
en las universidades Simón Bolívar (USB), Católica Andrés Bello (UCAB) y
Metropolitana (UniMet). También ofrece servicios de consultoría política al
sector público, la empresa privada, partidos y organizaciones no
gubernamentales.
Martínez ofreció a TalCual su
lectura sobre el proceso de diálogo, el peso de la presión internacional, el
efecto del informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, e incluso la alternativa de una acción militar.
– ¿Cuál es su balance general sobre las conversaciones
en Oslo y ahora en Barbados? ¿Cree que de verdad hay avances?
-Me parece muy pronto para hacer un balance general.
Pero de momento conviene tener presente que el régimen que preside Maduro
siempre ha buscado este tipo de conversaciones para intentar ganar tiempo en momentos
delicados, negociar el levantamiento de los mecanismos de presión en su contra
y dividir a sus adversarios políticos.
Por otro lado, jamás se puede perder de vista que
nuestro conflicto es asimétrico: no se trata de dos grupos armados cometiendo
atrocidades y crímenes de guerra, sino de un régimen autocrático que ha
propiciado una catástrofe humanitaria. De ahí que las negociaciones más
pertinentes sean, en mi opinión, las enfocadas en dividir y desmontar al
régimen actual mediante la aplicación selectiva de incentivos positivos y
negativos a los distintos actores que conforman el conglomerado de intereses
que es el chavismo y sus aliados. Me gustaría pensar que Oslo forma parte de
esto.
– ¿Plataformas como el Grupo de Lima o el Grupo de
Contacto Internacional han tenido algún peso real hasta el momento? ¿Están
dadas las condiciones para que estas instancias acerquen al Gobierno y a la
oposición?
-Hay diferencias entre ambos grupos. Mientras el Grupo
de Lima está más centrado en el resultado, con el cambio desde un régimen
autocrático a uno democrático; el Grupo Internacional de Contacto se concentra
más en el “cómo”, mediante la realización de elecciones limpias y el cese de
las violaciones a los derechos humanos. Pero la naturaleza asimétrica de nuestro
conflicto hace difícil que los bandos enfrentados puedan sentarse a negociar en
igualdad de condiciones, de modo que la presión diplomática ejercida por ambos
grupos internacionales puede resultar insuficiente si no viene acompañada de
otras medidas de presión sobre el entorno de Maduro.
– ¿El informe presentado por la Alta Comisionada
Michelle Bachelet coloca al Gobierno en algún tipo de presión en el ámbito
internacional? ¿Considera que podríamos presenciar algún cambio de postura en
el seno de la ONU?
-El informe de Bachelet ratifica y divulga datos e
informaciones anteriormente conocidas, pero lamentablemente las posturas de los
principales actores internacionales no obedecen sólo al propósito de defender
la democracia y los DD.HH. Creo que la repercusión más directa del informe es
subirle el costo político de apoyar a Maduro a aquellas fuerzas políticas que,
en países democráticos, aún lo siguen defendiendo, pero probablemente no quepa
esperar que a raíz del mismo cambie la postura de los gobiernos que representan
actualmente a sus Estados en la ONU.
– Al menos desde sus discursos, los voceros chavistas
y opositores parecen tener posturas extremadamente opuestas. Mientras Guaidó
asegura que solo negociará la salida de Maduro, el mandatario rechaza cualquier
posibilidad de elecciones presidenciales. Sin embargo ¿en la mesa de diálogo ve
posible un consenso? ¿Qué clase de acuerdo podríamos esperar?
-Es normal que, de cara a sus propios seguidores, los
principales voceros de los bandos en conflicto realicen declaraciones frontales
y opuestas, a pesar de seguir explorando los mecanismos del diálogo facilitado
por terceros. Más allá de eso, los acuerdos en este tipo de negociaciones se
alcanzan cuando las partes sacrifican posiciones maximalistas y aceptan ceder
algunas cosas para crear una zona de acuerdo.
El problema que observo en nuestro caso es que, no sé
hasta qué punto puedan ceder más las fuerzas dirigidas por Guaidó. Casi todas
las concesiones que puedan hacer debilitarían en extremo su posición y posiblemente
las conducirían a un sometimiento progresivo. De ahí que, en mi opinión, Oslo
no deba ser la única ni la principal vía de acción.
– Desde el inicio de las conversaciones en Oslo se ha
observado una escalada en la persecución a actores políticos, especialmente de
aquellas personas cercanas a Juan Guaidó ¿De qué manera podrían estas acciones
condicionar las conversaciones entre Gobierno y oposición? ¿Los presos
políticos pueden tener protagonismo en la conversación?
-Los presos políticos constituyen una baza de
negociación para el régimen que preside Maduro. Cada cierto tiempo se libera a
unos para apresar a otros. Con ello se busca afectar psicológicamente a la
contraparte, mantenerla atada a las conversaciones y disuadirla de ejercer
mayores presiones. Desde mi punto de vista, el entorno internacional y las
fuerzas encabezadas por Guaidó no deberían permitir que este punto se trate
como uno más dentro de una agenda de negociaciones, sino presionar con la más
absoluta firmeza para la liberación de los presos políticos.
– Mucho se ha especulado sobre la realización de
elecciones presidenciales en el contexto de un acuerdo político. En caso de que
se dé esta alternativa ¿Ve factible la renovación del CNE? ¿Ante qué escenario
podríamos encontrarnos si esto no ocurre?
-Veo inconveniente una negociación enfocada única o
principalmente en la realización de elecciones. Supongamos que dentro de un año
se hacen unos comicios perfectamente supervisados por la comunidad
internacional, en los que la alternativa democrática se hace con la victoria,
pero el chavismo la desconoce. ¿Qué se haría en ese caso? ¿Aplicar más
sanciones? De ser así, ¿cuáles? ¿No volveríamos al punto en el que estamos
ahora, con los mismos dilemas, pero un mayor desgaste? Es fundamental entonces
que no confundamos medios con fines. El objetivo central en este caso es el
cambio de régimen político y la posibilidad de alcanzarlo no debe quedar
supeditada a un solo mecanismo.
– ¿Cuáles son las posibles consecuencias de que no se
llegue a un acuerdo político?
-La debacle que vive Venezuela no ha sido fruto de
falta de acuerdos, sino de la imposición progresiva de un proyecto político
autocrático. Nuevamente, considero que el objetivo aquí no es llegar a
acuerdos con quienes ocasionaron esta debacle, sino detenerla, y esto hay que
hacerlo con o sin el consentimiento de sus causantes. No me preocupa
tanto el hecho de que no se llegue a acuerdos, como las condiciones necesarias
para propiciar un cambio real en la situación actual.
– Diversos sectores de la oposición, principalmente
Avanzada Progresista, consideran mecanismos como el TIAR y una hipotética
acción militar extranjera como una “fantasía” ¿Qué opina usted al respecto? ¿Es
una alternativa factible? De ser así ¿En qué escenario podría efectuarse?
– La historia es, a menudo, la sucesión de hechos
inesperados que sus contemporáneos consideraban fantasiosos. Así como no es
posible descartar la opción de una transición efectiva que sea previamente
negociada con el chavismo, tampoco se pueden descartar de plano las opciones
militares. De hecho, no son vías opuestas sino complementarias: la preparación
de opciones militares mejora las probabilidades de un acuerdo negociado. En otras
palabras, no se trata de afirmar que tal o cual vía es posible o no; se trata
de tener la voluntad política para desarrollar estrategias que permitan la
construcción de las capacidades necesarias y el aprovechamiento de las
oportunidades disponibles.
– Finalmente, ¿Este proceso de diálogo se diferencia
en algo de los anteriores, en 2014 y 2017? ¿Podríamos esperar un resultado
distinto al de aquellas oportunidades?
-Hay varias diferencias fundamentales. Por un lado, la
presencia hoy de muchos gobiernos ideológicamente distantes del chavismo,
especialmente en el continente americano. Por otro, la profundización de la
emergencia humanitaria y del éxodo migratorio, la cual está afectando directa y
gravemente a nuestros países vecinos. En tercer lugar, el involucramiento
directo de tantos países en la gestión de nuestro conflicto. Y cuarto, la
presencia de dos “jefes de Estado” reconocidos por múltiples estados. Ninguno
de esos factores estuvo presente en ocasiones anteriores y todos permiten
afirmar que nunca como hasta ahora el chavismo había estado sometido a una
presión internacional semejante.
Pero en política no existen causalidades lineales: lo
anterior no implica resultados específicos de ningún tipo. Y además, dentro de
un año todas estas circunstancias podrían haber cambiado por completo.
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