Por Gisela Ortega
Todos los años mueren más de
medio millón de mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto, no
menos de otros 10 millones padecen lesiones infecciones, enfermedades o
discapacidades que se traducen en una vida llena de sufrimientos. La
mayoría de esas muertes y de esos problemas de salud se pueden evitar. El parto
asistido por personal sanitario calificado con acceso a atención obstétrica de
emergencia, una nutrición adecuada y la disponibilidad de servicios básicos de
atención de la salud disminuyen el riesgo de mortalidad materna.
El informe de Unicef, “Un
balance sobre la mortalidad materna”, subraya que la tasa de muertes es de una
por 76 mujeres en aquellos países con carencias en sus sistemas de salud y
sanitarios, y que estos fallecimientos son evitables.
Según los últimos datos de
que se dispone, más del 99% de todas las defunciones relacionadas con la
maternidad suceden en los países en desarrollo, de las cuales el 84% se concentran
en África subsahariana y Asia meridional. Los niveles de mortalidad materna
casi siempre reflejan el nivel general de los sistemas de salud de los países,
particularmente durante el parto y el periodo post-natal, cuando las madres y
sus bebés son más vulnerables. Para solucionar esta grave situación es preciso
ampliar el alcance de los servicios dirigidos a las madres y los niños,
teniendo en cuenta la interdependencia que existe entre la salud de las madres
y la de sus hijos recién nacidos.
La mortalidad materna es uno
de los problemas mundiales que menos atención ha recibido, y los progresos para
reducir la tasa de mortalidad materna han sido demasiado lentos.
A escala mundial, más de
500.000 mujeres mueren todos los años por complicaciones relacionadas con el
embarazo y el parto, y casi la mitad vive en África subsahariana. Las causas de
esta situación no son un misterio para nadie. Estas mujeres pierden la
vidaporque carecen de acceso a los servicios de salud-o su acceso es muy
limitado-o porque la calidad de la atención es mala.
La precaria salud de la
madre suele llevar al empobrecimiento de la familia. En cambio, una mejor salud
materna puede reducir la pobreza, al ahorrar a la familia desastrosas
consecuencias económicas que acarrea su muerte o discapacidad.
La asistencia calificada
durante el parto, e inmediatamente después, aumenta la posibilidad de
supervivencia de los recién nacidos, no solo porque estos profesionales velan
por su bienestar durante el delicado periodo neonatal, sino porque contribuyen
a que más madres sobrevivan y puedan sacar adelante a sus hijos. El acceso a
los servicios de salud reproductiva, también se asocia con la disminución de la
pobreza y con la supervivencia infantil. Y una atención materna apropiada ayuda
a prevenir y a tratar el paludismo en las madres y sus bebés, así como también
evitar que las progenitoras transmitan a sus hijos el VIH.
La falta de progresos en
salud materna tiene implicaciones mundiales para el desarrollo humano. La
muerte evitable de cada mujer por causas relacionadas con el embarazo o el
parto es terriblemente descorazonadora, pero el problema es mucho más grave y
generalizado de lo que muestran las estadísticas sobre mortalidad.
Las consecuencias sobre los
niños son enormes. Los datos indican que los lactantes que pierden a sus madres
en las primeras seis semanas de vida tienen más probabilidades de morir antes
cumplir los dos años que aquellos cuyas madres sobreviven. Adicionalmente por
cada mujer que muere durante el embarazo o el parto, 20 sufren lesiones,
infecciones, enfermedades o discapacidades, como fístula, que provoca
sufrimientos durante toda la vida. Esos problemas a veces son tan graves que
llevan al alejamiento de la mujer o a que su propia familia la excluya, y, en
consecuencia, a que la salud de sus hijos quede desprotegida. Eso también
representa una gran pérdida para las familias y las comunidades, ya que muchas
de esas mujeres todavía son jóvenes y tiene por delante muchos años
productivos.
Al revisar la lista de los
países con el mayor número de muertes maternas se observa que se trata,
también, de los que tienen mayores
poblaciones.
Mientras que, en
el mundo en desarrollo, el riesgo de muerte materna a lo largo detoda la vida es
de 1 en 76, en el mundo industrializado es de 1 en 8.000. Al comparar los
países con los mejores y los peores registros, se observa una diferencia
abismal.
Por cada mujer que muere por
alguna causa relacionada con el embarazo, aproximadamente 20 quedan con
lesiones, infecciones, enfermedades o discapacidades. Se calcula,pues, que 10
millones de mujeres que sobreviven a sus embarazos sufren estas consecuencias.
En numerosos países en
desarrollo,las mujeres no reciben tratamiento para esta clase problemas. El
resultado es que, muchas padecen dolores y trastornos psicológicos a lo largo
de toda su vida.
Se calcula que
aproximadamente la mitad de las mujeres embarazadas en el mundo entero padecen
alguna forma de anemia, una condición muy peligrosa y frecuente durante el
embarazo, ya que el feto absorbe los nutrientes que necesita para su
desarrollo. Las enfermedades infecciosas, especialmente el paludismo y los
parásitos intestinales, al igual que una dieta de mala calidad, pueden
exacerbar el problema.
La situación de las
adolescentes embarazadas es particularmente delicada, pues, por una parte, son
más propensas a la anemia que las mujeres mayores y, por otra parte, tienen
menos probabilidades de recibir atención para este trastorno.
29-07-19
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