Por Fernando Pereira
“Comer dos galletas oreo” es
la mayor aspiración de Indira. “Yo quiero cereal con leche” es el deseo de
Asdrúbal. Hay miles de niños para quienes sería una satisfacción un trozo de
queso, carne o pollo para celebrar este Día del Niño.
Una triste coincidencia que
la misma Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) haya
lanzado su informe dando cuenta del aumento de la desnutrición y
subalimentación en nuestra región por la incidencia de la crisis de
Venezuela y la desaceleración económica. Los datos reflejan que la
subalimentación se cuadriplicó desde 2016. Detrás de las estadísticas se
esconden miles de bocas de niños.
La idea de
celebrar un día para los más pequeños de la casa la propuso en 1952 la
organización Unión Internacional de Protección a la Infancia (UIPI). En 1954 la
Asamblea General de la ONU aprobó una resolución por medio de la cual se
establecería el «Día Universal del Niño» y se asignó a Unicef la responsabilidad de promover
anualmente ese día consagrado a la fraternidad y entendimiento entre los niños
y niñas del mundo entero.
La Asamblea General de las
Naciones Unidas designó el primer lunes del mes de octubre como la
fecha en que se celebra el Día del Niño. Sin embargo el día y el mes
seleccionado varían de país a país. En Venezuela corresponde al tercer
domingo de julio, mes que coincide con el inicio de las vacaciones escolares.
Por muchos años se asoció a
una fiesta comercial para que las familias compraran obsequios a sus
niños; algunas empresas hacían lo propio con los hijos de sus trabajadores.
Organismos públicos, alcaldías organizaban actividades culturales, recreativas,
artísticas, distribución de juguetes…
Retomar su sentido
En tiempos de emergencia
humanitaria compleja la inmensa mayoría de los niños en nuestro país vive
en condiciones que amerita tener presente a los miles de niños víctimas de la
violencia, el maltrato infantil, abuso sexual. Los que no pudieron asistir
regularmente a clases por la falta de luz, agua, transporte público o porque
sus docentes no estaban. Los que están desnutridos o mal alimentados
porque no pueden comer en la cantidad y calidad necesarias.
También los que esperan por
atención o tratamientos médicos. Los que deben trabajar en condiciones de
riesgo y explotación en las minas del sur del país. Los que hacen de la calle
su hogar o deben comer de la basura. Aquellos que se están criando sin sus
padres que han debido migrar a otros países por razones económicas. Los que no
tienen documentos de identidad por las trabas y costos que ello implica. Los
que no tienen espacios para recrearse, no pueden ir a un cine, teatro o
participar en actividades deportivas, culturales musicales esenciales para su
desarrollo.
El Día del Niño debe ser
una posibilidad para honrar y tenerlos a todos ellos presentes. Debe ser
un momento para llamar la atención de la sociedad y de autoridades
sobre la situación de los derechos humanos de la niñez. Debe ser también una
oportunidad para que todos pensemos cómo estamos tratando a nuestros niños en
casa, si les estamos dando el cuidado, protección y amor que merecen.
Para celebrar con todos los
niños
Es un día también para
celebrar la presencia de todos los niños en nuestras vidas. Por ser como son;
por ser niños y niñas. Con capacidad para reír y jugar. Por su imaginación y
fantasía. Por sus sonrisas que se mantienen a pesar de todo para esperanza de todo
un país.
Día para honrar también
a las madres, padres, abuelos que lo dan todo por sus niños. A los
profesionales que los siguen atendiendo con las uñas. A diario escuchamos a las
personas decir que los niños son el futuro. Nunca más oportuna Gabriela Mistral
recordando: “El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde”
18-07-19
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