Por Tomás Páez
Las más de 1.000
organizaciones y asociaciones diaspóricas desparramadas en cerca de 300
ciudades en el mundo (Observatorio Diáspora Venezolana) organizan y
desarrollan alianzas con ONG y organismos internacionales y trabajan por
el bienestar de los venezolanos allí donde se encuentran. Agregan valor e
impactan el tejido social e institucional del lugar donde operan. Como afirma
A. de Tocqueville, “para que los hombres sigan siendo civilizados, o lleguen a
serlo, es preciso que se desarrolle en ellos el arte de asociarse; el
asociacionismo permite superar el aislamiento social, fomentar la sociabilidad,
intercambiar experiencias y, lo que es más importante, encontrar referentes
válidos que permitan una efectiva integración en la sociedad”.
La diáspora venezolana ha
demostrado poseer una extraordinaria capacidad de autoorganización. Constituyen
asociaciones, operan e interactúan en las ciudades y localidades donde viven.
Las organizaciones humanitarias envían toneladas de medicinas y alimentos a los
compatriotas en Venezuela; en los próximos días se llevará a cabo un encuentro
de la diáspora en Munich; las asociaciones civiles de la diáspora globales, de
regiones y países se encontraron en el marco de la Asamblea de la OEA realizada
en Medellín. Podríamos continuar reseñando los centenares de reuniones,
diarias, semanales y mensuales de los venezolanos alrededor del globo.
El 5 de Julio, la sociedad
civil venezolana conmemoró, en el mundo, los 208 años de la Firma de la
Independencia. Uno de los encuentros se realizó en Colonia, Alemania, país con
el cual hemos mantenido una larga relación histórica: Humboldt, La Colonia
Tovar y, más recientemente, a través de la GTZ y las fundaciones Konrad
Adenauer e Ildis (F. Ebert), programas de asistencia técnica y asesoría para la
formación de capital humano en el INCE y Fundéi.
Previamente habíamos
presentado, en la Universidad de Liebefeld, los datos y evidencias de la
tragedia humana y del fracaso, sin atenuantes, del “socialismo del siglo XXI”.
El demoledor informe de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, el cual refleja la violación sistemática de los derechos
humanos en Venezuela, y las alertas de Felipe González seguramente ayudarán a
comprender y digerir, a algunos amigos de la acera del régimen, las razones de
la crisis humanitaria venezolana.
En este punto es preciso
admitir los efectos positivos de la estrategia de mercadeo, utilizada por el
régimen venezolano durante dos décadas, en particular entre quienes comparten
la misma ubicación geográfica. No se ha valorado suficientemente los efectos
perniciosos del turismo académico y el financiamiento de “papers” en
universidades, centros de estudios latinoamericanos y organizaciones académicas
de ámbito regional, y cómo ello ha obstaculizado e impedido comprender la
tragedia humana venezolana. El trabajo de las asociaciones ha logrado
contrarrestar, con argumentos y datos, la gran mentira del socialismo del siglo
XXI.
Volvamos a Colonia. El
encuentro se organizó desde una nueva perspectiva y con un formato diferente.
Forma parte de la nueva etapa de organización de la diáspora que ha cobrado
forma en los últimos años. De esta nueva modalidad podemos extraer importantes
aprendizajes. Reflexionar sobre este nuevo panorama nos permite adentrarnos en
la comprensión de la extraordinaria capacidad de estas asociaciones.
Las organizaciones trabajan
simultáneamente en y para las dos sociedades: la de origen y la de acogida. Por
esa razón, reviste un enorme interés para las instituciones de ambos países a
las cuales impacta positivamente. Del plano local inicial se ha dado un
paso cuyo propósito es crear vínculos, redes y flujos entre asociaciones de
ciudades y países. Hace aproximadamente dos años se llevó a cabo, también en
Alemania, un encuentro de organizaciones de ciudades y países europeos.
Uno de los ejes de esa
convocatoria era el de crear sinergias para sacar el mejor provecho de todas
las capacidades y de los recursos escasos. En la misma dirección se orienta la
iniciativa de Venamérica. Estos cambios orientados a crear sinergias y vínculos
entre asociaciones son consecuencia de múltiples factores, entre los cuales
apuntamos el del aprendizaje adquirido en el trabajo, la adquisición de nuevas
habilidades y competencias, una mayor madurez, la magnitud y velocidad del
mayor desplazamiento humano de la región y el hecho de compartir problemas
comunes.
Problemas comunes como los
de los jubilados y pensionados, las dificultades para acceder a los documentos
de identidad, cédula y pasaporte, los relacionados con las solicitudes de asilo
y refugio, los ciudadanos “apátridas” que ha creado el régimen, los temas de
inserción, remesas y los más directamente relacionados con la política, los
partidos y los parlamentos.
La reunión de Colonia,
convocada por el equipo humano liderado por Milsy Liebezeit, es un claro
ejemplo de esta nueva fase. La convocatoria incluyó asociaciones de otras
ciudades y países bajo el eslogan “la diáspora, un activo para la
reconstrucción del país”, el cual sintetiza el compromiso y el interés de los
ciudadanos venezolanos en ser parte de la recuperación de Venezuela. También se
modificó el formato del encuentro. El mismo culminaría con mesas de trabajo y
en ellas los participantes formularían la agenda de acción en cada una de las
áreas. Las presentaciones de los resultados de investigación del éxodo humano a
Colombia y Florida, Estados Unidos, realizadas por María
Gabriela Trompetero y Bárbara Montoya, arrojaron nuevas luces y un mejor
conocimiento de nuestra diáspora.
La participación de
asociaciones de ciudades y países es parte de esa nueva etapa de organización
en redes globales la cual favorece el intercambio y enriquecimiento mutuos.
Algo semejante ocurrió en el encuentro de las asociaciones de la sociedad civil
venezolana en el marco del reciente encuentro de la OEA, celebrado en Medellín,
Colombia. Allí tuvimos el honor de participar virtualmente desde el otro lado
del océano.
Mire como se mire, abundan
los indicadores que dan cuenta de esta nueva etapa organizativa de la migración
venezolana. Nuevas organizaciones, nuevas redes, nuevas áreas de trabajo,
nuevos proyectos en todos los ámbitos. Novedosas estrategias y políticas para
atender a los nuevos migrantes, para la defensa de los derechos humanos, para
documentar, difundir y divulgar lo ocurrido y políticas y proyectos para
impulsar la integración y el desarrollo.
Esa capacidad, esas
habilidades y competencias las despreció y desconoció el régimen venezolano y
su servicio exterior, el cual solo atendía a su proyecto político y el de sus
“compinches” internacionales. Desconoció los problemas y vicisitudes de los
venezolanos. Algunas embajadas hacen remodelaciones apresuradas, de última
hora. Otras se convirtieron en la casa de “ex embajadores”, mientras los
designados vivían en un hotel pagado con recursos de los venezolanos, los
Okupas de la diplomacia. Todos ellos aislados y al margen de la gente.
Con el nuevo gobierno, la
diáspora ha manifestado su deseo de abrir un nuevo capítulo. El solo hecho de
que el presidente (interino) Juan Guaidó reconozca la existencia del mayor
desplazamiento humano de la región, da pie al diálogo y a que por fin resulte
posible presentar sus proyectos, compartir el trabajo realizado y ser
escuchada. En Colonia tuvimos la ocasión de presenciar y ser parte del diálogo
con el nuevo embajador, Otto Gebauer, quien escuchaba atentamente las
intervenciones, recomendaciones y agendas de iniciativas formuladas por los
participantes. Queda clara la diferencia entre quienes hacen política al margen
y contra las asociaciones y quienes la hacen al lado de los ciudadanos y sus
asociaciones: estas poseen información, experiencia y conocimientos
invaluables.
Ese liderazgo, no solo el
político, reside en su conexión con los ciudadanos que integran la diáspora, en
saber escuchar a las organizaciones que han construido a lo largo de dos
décadas, preguntarse acerca de la forma de fortalecerlas de modo tal que puedan
incrementar su efectividad, y cómo apoyarlas para que puedan hacer frente a los
nuevos desafíos, en particular la vinculación con Venezuela y los cambios que
requiere.
Sobre el liderazgo
económico, social y político recae la responsabilidad de desarrollar políticas
públicas inclusivas. Es necesario tener presente los efectos provocados por la
perversa prédica anti partido político, que no son pocos. Es responsabilidad de
la sociedad, y en particular de los partidos políticos, la defensa de este
instrumento sin el cual la democracia se debilita y destruye. Para ello será
necesario recuperar, por la vía de los hechos, la proximidad con los ciudadanos
y sus organizaciones.
El esquema convencional del
informe político que se transmite a las bases sin haberlas escuchado, deja a
ese dossier sin interlocutores. Las miles de organizaciones diaspóricas operan
de un modo más horizontal y respetuoso, más conectadas y en red. Muchas de esas
organizaciones están integradas por personas con una amplia experiencia
política y organizativa que no conviene desaprovechar. Poseen información y
cuentan con la confianza de los ciudadanos, palabra que vale oro en los tiempos
que corren. Liderazgos construidos a pulso que es muy necesario
aprovechar.
16-07-19
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