Luis Manuel Esculpi 17 de julio de 2019
@lmesculpi
La
controversia en el ámbito de las fuerzas democráticas siempre tienen como
centro el tema de su unidad. Con frecuencia se contrasta la diversidad de sus
visiones y la actuación con el comportamiento “monolítico” del adversario.
Situación que Maduro y su entorno no pierden la oportunidad de destacar
procurando utilizar las evidentes contradicciones en el campo de las fuerzas
democráticas. No se puede negar que en algunas oportunidades esa política le ha
producido resultados.
En
sus más recientes declaraciones a propósito de la ronda de negociaciones en
Barbados, el señalamiento de conversar con “las oposiciones”, se inscribe
claramente en el propósito de cizañar e intrigar, al mismo tiempo de pretender
desviar la atención sobre su propia controversia en torno al proceso iniciado
en Noruega.
A
menos que obedezca a una división de roles para presionar la negociación, no se
puede descartar tal posibilidad, los factores principales del gobierno y el
PSUV al menos por sus manifestaciones públicas no parecieran estar en sintonía
con lo que se ha venido concertando.
Las
declaraciones de Cabello antagonizan abiertamente con las de Maduro, no es
casual que en la delegación los representa no participa una figura próxima al
teniente del 4F. En esa compleja relación existente entre los dos personajes es
de suponer que ambos discuten privadamente las interioridades de la negociación
en marcha.
El
comunicado de los noruegos expresa: …”se ha instalado una mesa que trabajará de
manera continua y expedita “… Interpretamos que serán jornadas intensas y
podrían convenir en unos plazos para cumplir con el objetivo definido en el
mismo comunicado de llegar a una solución acordada en el marco de la
Constitución. La versión de ” comisión permanente” difundida desde Miraflores
persigue generar confusión y estimular la beligerancia de los sectores
extremistas.
Los
procesos de negociación de conflictos no son nada fáciles, por lo general son
sumamente complicados, por la aspiración de cada una de las partes en pugna de
sacar el máximo de provecho, aún ha conciencia de la contraposición de intereses
y visiones encontradas.
Si
bien es cierto que en estos procesos de entrada no se puede garantizar su
éxito, incurriríamos igualmente en un error si de antemano aseguramos su
fracaso. La gravedad de la crisis, el sufrimiento de la inmensa mayoría exige
actuar para lograr cambiar la situación. En tal sentido explorar una ruta como
la emprendida tiene total pertinencia.
Reiteramos
la concepción de las fuerzas representadas en la Asamblea Nacional y agrupadas
alrededor del presidente Juan Guaidó : en última instancia esta lucha va a
conducir a una negociación y a unas elecciones verdaderamente libres y
competitivas.
Las
fuerzas democráticas tienen plena conciencia de las complejidades de esta
negociación por la naturaleza propia del adversario, ya iniciadas las
conversaciones ha mostrado su faz más cruel y represiva, lo que obligó a
suspenderlas cuando el asesinato de Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo.
En la labor de hostigamiento contra el entorno de Juan Guaidó se produce una
nueva arremetida. Hay quienes piensan que es un mecanismo de presión para
negociar, otros consideran es una manera de complacer a sus sectores
extremistas. Ambas interpretaciones pueden tener validez, añadiría una tercera,
en su afán por aferrarse al poder han asumido la acción represiva como una
conducta intrínseca a esa condición. La salvaje actuación de los cuerpos
represivos, la impunidad de su comportamiento demuestran fehacientemente el
carácter de quienes aún permanecen en Miraflores, en consecuencia despejar las
vías para alcanzar el cambio político constituye una imperiosa necesidad
impostergable, para poder salir de la más grave crisis de la Venezuela
contemporánea. En esa dirección cualquier esfuerzo es digno de ser apoyado.
Luís
Manuel Esculpi
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