Benigno Alarcón 18 de julio de 2019
@benalarcon
La
sesión en Barbados de esta semana y la de la próxima refleja que el proceso de
mediación auspiciado por el gobierno de Noruega mantiene aún signos vitales. No
sabemos si goza de buena salud y, aunque tenemos dudas de ello, debemos
reconocer que sigue vivo y, como se suele decir en situaciones extremas,
mientras hay vida hay esperanza.
Pese
a las bajas expectativas que cualquier negociación, directa o asistida
(medicación), con el gobierno genera por razones más que justificadas, que se
derivan de malas experiencias que comienzan con aquella crisis del 2002 en la
que el expresidente norteamericano Jimmy Carter ejerció como mediador en un
proceso que resultó en el acuerdo sobre un referéndum que Chávez se las arregló
para postergar hasta el 2004, con consecuencias costosísimas para la oposición,
ni la negociación ni la mediación deben ser satanizadas per se.
El
problema no es la mediación, sino el hecho de que al ser estos mecanismos de
resolución de conflictos que se basan en la voluntad de las partes, y no en lo
que un juez o un árbitro decide e impone, la buena fe y la disposición de las
partes a cumplir determina sus posibilidades de éxito. Lamentablemente, tanto
de los discursos de los voceros gubernamentales como de sus actuaciones más
recientes se deduce que ni la buena fe ni la disposición a cumplir parecieran
estar presentes entre ellos.
Mientras
tanto, por no conocer todo lo que está pasando en la mesa de negociación,
porque del lado de la oposición se ha respetado el acuerdo de confidencialidad
que los noruegos exigieron como condición para ser facilitadores de este
proceso, por conocer personalmente a casi todos quienes están presentes en la
mediación representando al sector democrático, y porque creo que son personas
serias y honorables, que nunca avalarían un acuerdo contrario a los intereses
del país, les doy un voto de confianza a
quienes están expuestos en la primera fila de este esfuerzo, al tiempo que me
permito compartir públicamente, porque es pertinente hacerlo público al tener
la sociedad venezolana un rol en esto, las mismas reflexiones que en privado ya
he compartido con nuestros negociadores y con el liderazgo democrático.
Las
condiciones para alcanzar un acuerdo electoral en la iniciativa de Oslo no
están claras, aún en el caso de que el régimen haya dado alguna señal de
disposición a ceder en la principal demanda sobre una nueva elección
presidencial, que fue la condición que la oposición colocó sobre la mesa para
retornar a la mediación, y lo cual disparó las conjeturas sobre posibles
fechas, candidatos y escenarios de cara a una elección.
La
realidad es que, sobre tal compromiso de avanzar hacia una elección, no existe
nada que permita hacer tal afirmación con cierto nivel de certeza, dadas las
declaraciones de Diosdado Cabello, que lo niega de manera directa, como de las
mismas actuaciones y declaraciones de Maduro, más sutiles, pero
estratégicamente manejadas para alterar los ánimos de la audiencia opositora.
Es
por ello por lo que nos preocupa la posibilidad de que existan ofertas que solo
busquen generar algún tipo de expectativa con la intención de mantener a la
oposición en la mesa, bajo la condición de no avanzar en otras acciones, con lo
que el tiempo puede convertirse en el peor enemigo de las expectativas sobre la
capacidad del liderazgo de oposición para generar una transición democrática.
Con
respecto a la estrategia opositora, Guaidó ha pedido recientemente un voto de
confianza a los venezolanos, y ha reafirmado que está liderando acciones en
todos los tableros, que incluyen tanto las iniciativas de Oslo, Grupo
Internacional de Contacto, Grupo de Lima y de la Organización de Estados
Americanos (OEA), así como la reincorporación al Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (TIAR), que poco tiene que ver con la resolución de
conflictos políticos internos a pesar de las expectativas que sobre él mismo se
han generado.
En
este sentido, una serie de voceros de la oposición democrática en el extranjero
dejan entrever que no se ha descartado la consideración de utilizar la opción
militar como mecanismo que provoque una recomposición del poder político.
Mientras, en sentido opuesto, el mayor aliado internacional con la capacidad
para ejercer tal alternativa, o sea los Estados Unidos, ha retrocedido en ese
terreno, y de acuerdo con declaraciones de funcionarios y voceros calificados
de ese país, como Elliott Abrams, se apuesta a continuar apoyando la mediación
iniciada por Noruega.
Como
decía uno de mis maestros más respetados y querido, Thomas Schelling, la gente
no negocia lo que puede procurarse por otros medios, y lo que interesa al
gobierno es el control del poder, lo que hoy tiene sin cooperación de la
oposición, y solo estará dispuesto a negociar una salida cuando mantenerlo no
sea posible y necesite de alguien más para garantizar ciertas garantías o
condiciones.
Lamentablemente,
hoy en día, al contrario de lo que sucede en la casi totalidad de los procesos
de transición política, incluso en aquellos mucho más vinculados a factores
geopolíticos, como lo fueron los casos de Polonia, Serbia, Ucrania,
Checoslovaquia o Alemania, la casi totalidad del juego se desarrolla en el
tablero externo, al tiempo que se ha producido un importante deterioro en las estrategias
de presión interna dado a que la población se mantiene a la expectativa de que
actores externos, bien sea por negociación o por la fuerza, resuelvan el
conflicto. La realidad es que mientras el régimen mantenga el control de la
situación interna, pocos incentivos tiene para negociar.
Es
así como conflicto y negociación no son estrategias excluyentes sino
complementarias, las dos caras de una misma moneda, sin una la otra no es
posible. Se negocia un acuerdo porque existe un conflicto que no puede
resolverse por otros medios, o porque se gana más resolviéndolo de mutuo
acuerdo; pero no se negocia si se puede resolver por otros medios, como la
fuerza, sobre todo cuando no se está dispuesto a ceder en aquello que está en
juego, en la sustancia del conflicto, que en este caso es nada menos que el
poder. Alcanzar un acuerdo negociado en este conflicto implica, como condición
sine que non, quitar al régimen su capacidad de resolverlo por otros medios,
como la fuerza, lo que colocaría a las partes al menos en condiciones
simétricas o de igualdad.
Es
por ello que resulta urgente considerar la necesidad de renacionalizar la lucha
democrática, lo que implica reubicar el epicentro de las acciones en el país,
sin que esto signifique prescindir de las gestiones que lleva a cabo la
comunidad internacional comprometida con producir un cambio democrático. Para
ello es necesario volver a hacer al ciudadano centro y protagonista de esta
lucha mediante una narrativa que lo empodere, en vez de hablar de lo que no se puede
porque el régimen es todo-poderoso.
Es
innegable que la presión internacional ha sido fundamental para fortalecer la
causa democrática de la oposición y el liderazgo de Guaidó en un momento en el
cual el sector político de la oposición lucía extraviado, no encontraba un
norte estratégico, y carecía de un referente político de cara a la población.
Sin embargo, lo internacional no puede sustituir a la lucha política local, y
mucho menos debe ser una excusa para reducir la movilización y presión interna
que, por el contrario, en caso de reducirse terminará quitándole efectividad y
legitimidad a la presión internacional.
El
conflicto interno es el factor que incrementa los costos para el régimen de
mantener el poder por el uso de la fuerza y la represión, es lo que obliga a la
búsqueda de soluciones negociadas, pero además es el catalizador de la acción
internacional. La comunidad internacional no actúa por el simple hecho de
cambiar un sistema de gobierno, actúa por la existencia de un conflicto que
normalmente se manifiesta mediante la movilización masiva de su sociedad, pero
también deja de actuar cuando sus sociedades dejan de movilizarse, y no porque
se haya producido un cambio de régimen, tal como lo demuestran casos como el de
Cuba, China, Bielorrusia, Egipto, Turquía o Corea del Norte.
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