Por Mario Villegas, 04/11/2012
Columna de Puño y Letra
Aún no se cumple un mes desde que acudimos a votar para Presidente de la República y ya estamos en campaña para elegir a los nuevos gobernadores y legisladores regionales. Y dentro de poco estaremos votando por los nuevos alcaldes y concejales.
Semejante sucesión de comicios, generalmente con elevada participación, evidencia una saludable coincidencia entre la vocación republicana de la Constitución de 1999 y la ya vieja y arraigada cultura democrática del pueblo venezolano.
Sin terminar de hacer los balances y de digerir los resultados de las presidenciales, gobierno y oposición se enfrentan en una nueva batalla.
Al gobierno le beneficia la onda expansiva de su triunfo el 7-O, el inmenso ventajismo y el uso ilegal de los recursos mediáticos y financieros de la nación, la organización cuasi militar de su activismo político electoral, así como las “ayudaítas” que le da el árbitro (por ejemplo: la migración a destiempo de militantes pesuvistas en el Registro Electoral, al igual que la modificación de la boleta electoral para incluir al general Henry Rangel Silva). Pero le perjudica la selección antidemocrática de los candidatos por parte del presidente Hugo Chávez, algunos de ellos “paracaidistas”, la cuestionada gestión de varios de los actuales gobernadores oficialistas, el descontento de diversas organizaciones del Polo Patriótico, la inscripción de candidaturas “rebeldes” en varios estados, entre otros.
A la oposición le favorece haber confirmado el 7-O que la suya no es una fuerza marginal sino que alcanza a casi la mitad del país, la legitimidad de sus candidatos nacidos en elecciones primarias, el mantenimiento de su alianza unitaria nacional, la reconocida gestión de varios de sus actuales gobernadores y el hecho de que, a diferencia de las presidenciales, en las elecciones regionales no está en juego la permanencia de Chávez en el poder. Le perjudica la natural depresión que afectó a parte de su activismo y de su electorado por la muy reciente derrota, el peloteo interpartidista de culpas por el descalabro del 7-O, la aparición de focos de conflictos internos locales y regionales, las ambiciones personalistas y politiqueras que desde ya amenazan con desconocer las candidaturas surgidas de las primarias hacia las elecciones de alcaldes, la presencia de más de un candidato opositor en algunos estados (caso Monagas), así como el bombardeo mediático de ciertos radicalismos empeñados en convencer que Chávez no ganó sino que hizo fraude.
Es cierto que para las presidenciales operó un descomunal y delincuencial ventajismo, pero no precisamente lo que en cualquier latitud del planeta se conoce como fraude.
Muchos de quienes hablan de fraude, no todos por supuesto, hicieron poco por ganar un solo voto para Henrique Capriles. No visitaron las barriadas populares, los portones de las fábricas y zonas industriales, mucho menos los pueblos y caseríos interioranos, ni expusieron el pellejo pegando afiches o pintando murales en nuestras peligrosas madrugadas… Pero son, eso sí, muy buenos para el verbo incendiario, para cantar fraude ante cualquier derrota, y especialmente para tratar de desanimar a los luchadores democráticos y para ahuyentar de las urnas electorales a ese noble pueblo que sigue confiando en que el progreso y el bienestar nacional, la justicia social y la paz duradera sólo serán posibles por la vía del voto.
BREVES
-Me cuentan fuentes castrenses que la Misión Militar Norteamericana, en
buena hora expulsada de Fuerte Tiuna, era mucho más pequeña y tenía
infinitamente menos influencia sobre la Fuerza Armada Nacional que la poderosa Misión
Militar Cubana hoy presente en los cuarteles venezolanos.
-Hace unos meses, concretamente en mayo, el comandante Yoel
Acosta Chirinos dijo en mi programa de Noticias
24 que entre quienes rodean a Chávez “diez quieren que el Presidente muera y diez
quieren que viva”. Ahora yo me pregunto: ¿De esos diez que quieren que Chávez
desaparezca, cuántos fueron postulados por éste y el PSUV a las venideras
elecciones de gobernadores?
Publicado
en la edición impresa del Diario 2001
Twitter: @mario_villegas
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