Columna de Puño Y Letra
Si de algo se jacta el chavismo es de que su creador conquistó las simpatías del pueblo venezolano al reconocer su responsabilidad en la conducción del golpe de estado del 4 de febrero de 1992. Desde entonces, aquel cliché ha sido propalado como ejemplo a seguir. Pero una vez en el poder, el propio presidente Hugo Chávez le hizo muy poco honor y, por el contrario, la mayoría de las veces encontró a quién echarle la culpa de sus yerros para evadir la propia responsabilidad.
Muerto Chávez, sus herederos han seguido muy bien el patrón: descalifican a los adversarios como irresponsables pero no son capaces de asumir los propios errores y fallos, por consiguiente tampoco las consecuencias.
Un magnífico ejemplo es el que acabamos de ver con el súper apagón del martes 3 de septiembre. Bastó que al presidente Nicolás Maduro le pusieran enfrente unos cuantos micrófonos y cámaras de televisión para que éste, sin ton ni son, atribuyese la interrupción del servicio eléctrico a un sabotaje de la oposición pro imperialista. Momentos después precisó que se trataba de un “ensayo de golpe eléctrico”.
Los apresurados señalamientos del Jefe del Estado contrastaban con las declaraciones del ministro Jesse Chacón, quien con humildad presentó excusas al país por lo que originalmente consideró una falla técnica. Pero como Chacón es militar, pronto recordó que donde manda capitán no manda marinero, así que al día siguiente dio unas explicaciones técnicas sobre el apagón y dejó abierta la posibilidad de que se hubiese tratado de un sabotaje.
De nuevo, la evasión se consolida como la respuesta oficial. Mientras la retórica chavista habla de asumir responsabilidades, la práctica que prevalece es la de escurrir el bulto.
En las pocas semanas que van desde el 14 de abril, son innumerables las denuncias gubernamentales sobre presuntos planes para derrocar a Maduro. Han hablado de magnicidio, ataques aéreos con 18 aviones de guerra comprados por la oposición, golpe clásico, paros universitarios insurreccionales, golpe económico, desabastecimiento inducido, revueltas golpistas, sabotaje en instalaciones petroleras, presiones devaluacionistas, estímulo al sicariato y a la delincuencia común para generar zozobra… y pare de contar. Y ahora nos habla el Presidente de un “ensayo de golpe eléctrico”. ¡Caramba! Quien no conozca la realidad venezolana pensaría que, por ejemplo, Bashar al Assad y Juan Manuel Santos, cuyos gobiernos enfrentan a rebeldes en armas, son muy afortunados al no tener una oposición tan poderosa y tan bien apertrechada política, económica, social, técnica y militarmente como la venezolana, capaz de cocinar ese montón de conejos subversivos a la vez y, de paso, participar en los procesos electorales y obtener el 50 por ciento de los votos.
Por lo demás, la reciente acusación del presidente Maduro luce inconsistente. ¿Cómo es eso de un “ensayo del golpe eléctrico”? ¿De cuándo acá los golpes de estado se ensayan? Que se sepa, un factor determinante en el éxito de un golpe o de una insurrección es el elemento sorpresa. Estos se dan de un solo carajazo. ¿Cómo es eso de ensayar un golpe eléctrico, generar tremendo apagón a título de prueba para luego reprogramarlo y concretarlo en un nuevo intento, dando tiempo a que el gobierno lo aborte, prepare la defensa o planifique el contraataque?
Si alguna verosimilitud pudo haber inspirado la reciente detención de dos presuntos sicarios colombianos dispuestos a atentar contra Maduro, lo cierto es que esta nueva hipótesis del “ensayo de golpe eléctrico” deja sin credibilidad a cualquiera de las denuncias anteriores.
BREVES
- ARIAS CARDENAS Y PEREZ PIRELA
Desde el Zulia, el lector Juan Marcos Colmenares saluda mi artículo "Apurados, catorce años después" referido a la ley habilitante que propone el gobierno para hacerle frente a la corrupción. “También es corrupción –subraya el señor Colmenares- utilizar los bienes públicos para hacer campaña y proselitismo político. Aquí en Maracaibo, desde hace dos semanas, los vecinos de la Residencia oficial tenemos que soportar los abusos y bonches que el gobernador Arias Cárdenas arma en la residencia, para presentar a Pérez Pirela a los batallones chavistas... Todos los días desde las 11 a.m. empiezan a llegar buses de Pdvsa y Carbozulia llenos de personas vestidas de rojo para esas reuniones, donde les dan comida, bebida y un combo para su casa; que las más de las veces se lo comen en la calle y botan los papeles, ensuciando nuestras aceras. Y todo esto es pagado con los recursos de todos los venezolanos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico