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sábado, 12 de octubre de 2013

Educación, imposición y constitución

Luis Ugalde SJ. 03 de octubre de 2013

Confieso que no lo podía creer y me inclinaba a pensar que cierta oposición exageraba las acusaciones contra la indoctrinación educativa del gobierno, pero me rendí ante la evidencia cuando me mostraron el texto obligatorio de historia que presenta los últimos 50 años de vida republicana: una caricatura y falsificación de los hechos enmarcada en esquemas y gráficas que usaban los marxistas para formar a sus militantes. Por supuesto, todos los males de la humanidad se deben al capitalismo y el “socialismo del siglo XXI” nos traerá la felicidad a nosotros y a la humanidad entera. No se trata de una opinión libre, sino de un texto impuesto, de uso obligatorio para los docentes en un esfuerzo para convertir los cuentos de hadas en paraísos y las mentiras históricas en realidades. Me acordé de Berlín Oriental hace 45 años y el Museo de Historia que presentaba la visión materialista del caminar de la Humanidad a lo largo de los siglos. Por lo mismo tenían que eliminar todo lo positivo realizado, con visiones no materialistas de la vida, por los movimientos espirituales y religiosos; y además, presentar como negativo todo lo hecho en sistemas no socialistas. Éramos pocos en el Museo los adultos interesados en esa caricatura de la historia y muchos los niños traídos en rebaño con sus guías para que entendieran que la luz de la humanidad se prendió por primera vez con el régimen soviético.


Los regímenes cuanto más legitimidad pierden, más tratan de imponer la indoctrinación y el control policial. Alemania Oriental era un modelo aventajado en esto, por ello en mi última visita a Berlín con el P. Acacio Belandria, al atravesar de regreso las alambradas y el “Muro”, en el control nos preguntaron con interés policial a qué habíamos dedicado ese domingo entero y sobre todo si habíamos visitado alguna familia alemana. Pero cuando la libertad se prohíbe, empieza la procesión por dentro hasta que un día salta a la calle.

Control ideológico y asfixia económica son las dos piezas de la tenaza educativa venezolana. Hay que ahogar la educación en los centros educativos privados: Obligarles a aumentar sólo 10 % en el cobro de los ingresos frente a 45% de inflación nacional. Uno de ingenuo se pregunta ¿por qué el gobierno en el curso 2013-2014 decide otorgar un aumento salarial a los docentes de 97% (o 75) en cuatro tramos e impide que los colegios puedan hacer aumentos similares? ¿Cómo pueden esperar educación de calidad si oficialmente bloquean el aumento necesario a los educadores para compensar las brutales pérdidas inflacionarias? ¿Cómo hacer las inversiones e insumos que se requieren  con los precios disparados, desde la resma de papel hasta las computadoras? Ingenuo yo que me hago estas preguntas, pues el Gobierno no controla mensualidades para mejorar la educación privada, sino para hundirla y ahogarla, para así llegar al ideal educativo en el cual el único educador sea el estado-gobierno-partido, como en Cuba. Para llegar ahí hay que asfixiar toda educación autónoma, plural y libre de adoctrinamiento, acusándola de aberración capitalista y siembra de antivalores.

¿Pero esto no va contra la Constitución Bolivariana que afirma una educación basada “en el respeto de todas las corrientes de pensamiento” (art. 102) para lograr una sociedad con “preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (art. 2), con “autonomía universitaria para planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas…”? (art. 109).

Esta ingenua pregunta significa no entender que la Constitución Bolivariana era para empezar sin alarmar. La verdadera era la comunistoide, que fue rechazada por Venezuela en el Referéndum de 2007. Ahora, a falta de Constitución,  tenemos la práctica impositiva  con controles económicos e ideológicos; si no se puede de iure lo  imponen de facto.

La calidad educativa democrática a la que, según el art. 103, se obligan la Sociedad venezolana y su Estado, pues “toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad, permanente…”, es imposible en estas circunstancias en las que el control ideológico y político se opone al fomento de la educación plural democrática, frena el aporte de la sociedad plural a la educación de sus hijos. Ojalá en el alto gobierno cada vez haya más gente de peso que quiera para toda la sociedad lo que buscan y consiguen para sus hijos cuando los inscriben en un buen colegio como el Emil Friedman o en una buena universidad autónoma o privada.


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