Por Mario Villegas, 01/12/2013
Claro que las elecciones del venidero domingo
tendrán como eje central la escogencia de los hombres y mujeres que liderarán
las alcaldías, así como los ediles que integrarán el Cabildo Metropolitano de
Caracas, el Cabildo Distrital del Alto Apure y los concejos municipales en todo
el país.
Se trata, desde ese punto de
vista, de 337 procesos de carácter local, en los que se debate y se decide en
primer plano sobre los liderazgos y las propuestas programáticas para encarar
los problemas más cercanos a la vida y al sentir de las comunidades. Pero no
nos chupemos el dedo ni nos llamemos a engaño: ésta será a la vez, y quizás más
que nunca, una jornada de inevitables alcances nacionales e incluso
internacionales.
La sumatoria de esos 337
resultados locales será, obviamente, un indicador nacional. Y así como en el
pasado el mapa de Venezuela ha sido pintado de rojo y azul de acuerdo con cada
elección, no parece haber razones para que en ésta sea diferente. Por supuesto,
hay varias maneras de leer esos resultados y, en consecuencia, varias maneras
de pintar ese mapa.
Pero cualquiera sea el modo de
leer los resultados del 8 de diciembre y de colorear el mapa, bien sea por el
número de alcaldes y concejales o el número de votos populares conquistados por
los bloques en pugna, o incluso por la conjugación de ambos criterios, estos
comicios tendrán un claro e ineludible impacto como termómetro del momento
político venezolano y del rumbo que la sociedad aspira para nuestra democracia.
Corresponderá a los dos
grandes bloques del gobierno y la oposición, así como a las fuerzas rebeldes y
disidentes que los enfrentaron a ambos por igual, leer los resultados con
propiedad, con sentido crítico y autocrítico. De nada vale prestar atención y
hacer fiesta con aquellos resultados que nos convienen y esconder bajo la
alfombra aquellos que no nos favorecen o equivalen a una derrota. Los
avestruces alcanzan mucho éxito en los zoológicos, pero en la política están
condenados a una vida corta.
Si el presidente Nicolás
Maduro y su gobierno han convocado al país a darle electoralmente su apoyo y a
rendirle el 8-D un homenaje de lealtad al fallecido presidente Hugo Chávez, y
si Henrique Capriles y la Mesa de la Unidad han llamado a los venezolanos a
demostrar con mayoría de votos que el gobernador de Miranda ganó las
presidenciales del 14 de abril y que Maduro es un presidente ilegítimo, no hay
duda de que, en medio de la gigantesca polarización prevaleciente, estamos en
presencia de un proceso electoral que si no es plebiscitario se le parece
muchísimo.
BREVES
-Maduro en honduras
Menudo problema en que el
pueblo hondureño ha metido al presidente Nicolás Maduro. En las recientes
elecciones, ese país centroamericano decidió darle la espalda a la aspiración
presidencial de la señora Xiomara Castro, esposa del derrocado ex presidente
Manuel Zelaya, firme aliado del chavismo y buen amigo de nuestro Jefe de
Estado. Zelaya ha cantado fraude y convocado a sus seguidores a la calle. Es lo
mismo que en Venezuela hizo Capriles tras el empate técnico del 14 de abril,
con la diferencia de que en Honduras el escrutinio es abiertamente favorable al
candidato Juan Orlando Hernández. Para ser coherente con el respeto y
acatamiento que pidió para la voluntad popular expresada en los resultados
oficiales del Consejo Nacional Electoral, Maduro debería respetar a la
autoridad electoral hondureña y reconocer cuanto antes al nuevo gobierno en vez
de seguir coqueteando con los amagos confusionistas de Zelaya. Buen y
tempranero ejemplo le dio su colega nicaragüense Daniel Ortega.
-Disciplina y perseverancia
No resulta nada fácil estudiar
un postgrado en Periodismo Digital en la Universidad Monte Avila y, en
paralelo, un diplomado sobre “Liderazgo para la transformación”, organizado y
desarrollado por el Instituto Universitario de Gerencia y Tecnología con el
auspicio de la Corporación Andina de Fomento. Dada la seriedad y profundidad de
ambos proyectos formativos, acometerlos simultáneamente implica una enorme
exigencia, sobre todo cuando adicionalmente se atiende al día a día de los
asuntos laborales y familiares. Pues bien, con mucha disciplina y
perseverancia, mi esposa Rosanna acaba de completar los requisitos académicos
de ambos compromisos. Así que con la venia de los lectores, me permito
felicitarla públicamente y reiterarle mi sincero apoyo y admiración.
ENTREVISTA
Roberto De Vries, periodista y psiquiatra
“Los mensajes políticos son
vacíos de lado y lado”
-Creo que hay otros, aunque no
los conozco. Es muy sabroso. Los estudios los hice al mismo tiempo. Me importa
tanto la parte individual de la psiquiatría, como la social del periodismo.
-¿Cuán útil le ha sido el
periodismo en el ejercicio de la psiquiatría y viceversa?
-Creo que ambos son suplementarios.
Es como la pareja ideal, que es la pareja once: juntos son sinérgicos,
separados son valiosos.
-¿Cómo evalúa los mensajes
político electorales de hoy desde el punto de vista de sus formas y de sus
contenidos?
-Vacíos de lado y lado. No hay
un verdadero mensaje, no hay conceptuación seria que le diga algo a los
electores.
-¿Cuáles son los fundamentos
ideológicos prevalecientes en nuestros actuales dirigentes?
-Hay unos de forma y otros de
conducta. Unos que dicen y otro que practican. Los venezolanos, en su gran
mayoría, siguen siendo renovadores ante el cambio, grupalistas en la
convivencia y pragmáticos en la práctica. Eso hace que el venezolano se acerque
mucho a la socialdemocracia. Los dirigentes chavistas se muestran como
revolucionarios, colectivistas y dogmáticos, mientras los de la oposición lo
hacen como renovadores y prácticos. Donde está el problema es si ciertamente
ambos lo son.
-¿Los venezolanos estamos
saturados o huérfanos de líderes y de liderazgo?
-Estamos saturados de tantos
líderes sin mensaje, estamos necesitados de líderes con mensaje.
-¿Nuestra idiosincrasia es más
afín a los liderazgos carismáticos o racionales?
-A los venezolanos nos mueven
más los liderazgos emocionales pero en la actualidad, muerto el presidente Hugo
Chávez, ningún líder tiene carisma, lo cual se agrava en ausencia
de mensajes.
-¿El liderazgo colectivo
existe en la política y puede someter al liderazgo unipersonal o es mera
fantasía?
-A mi juicio, los liderazgos
colectivos siempre terminan bajo un liderazgo individual, porque el colectivo
necesita un rostro que lo represente.
-¿Quién se parece más a
Chávez: Nicolás Maduro o Henrique Capriles?
-Ninguno de los dos. Maduro es
un líder que si no imitara a Chávez daría la imagen de solidaridad, mientras
que Capriles con un mejor manejo podría dar la imagen de productividad, que es
crecer haciendo crecer.
-¿La presencia en los medios
desplazó a la plaza pública como espacio para la comunicación política?
-Definitivamente sí. Y más en
un ambiente polarizado, en el cual mucha gente, cualquiera sea su opinión
política, siente miedo de expresarla en público.
-¿Cuáles son características
indispensables en un actor político moderno?
-Tener vocación de modelaje
conductual, tener conceptos claros y precisos qué transmitir y tener
expresiones emocionales equilibradas. Debe ser resiliente.
-¿El insulto vino para
quedarse o podremos erradicarlo del lenguaje político?
-Ojalá que no, pero sí. Porque
en el actual liderazgo tú creces en función de los defectos del adversario y no
en base a tus propias cualidades. Si el otro es malo tú eres mejor. Pero
resulta que ambos terminan siendo malos.
-¿Cuál es la receta contra la
violencia física y verbal?
-Es un concepto: el de la
otredad, que se puede expresar como la importancia que se le da al otro en la
vida. Ese fue el secreto de Mandela.
-¿Cuánto disfruta las sesiones
de la Asamblea Nacional?
-No las disfruto, me dan dolor
al ver un país con toda la potencialidad en activos humanos y recursos
materiales tratando de crecer con lo malo del otro.
-¿Cómo se resolverá el
antagonismo capitalismo-socialismo?
-No tiene por qué resolverse.
Ese antagonismo es un motor de reflexión y de cambio permanente. Uno alimenta
al otro. La nueva ideología, que la llamo la ideología de la sustentabilidad,
es la creación de un sintagma (unión de dos o más paradigmas), que se llama
democracia. La democracia lo acepta todo.
Mario Villegas
@mario_villegas
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