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viernes, 6 de diciembre de 2013

El desesperado camino hacia un poco de legitimidad, @valen_issa


Por Valentina Issa, 05/12/2013

Todos tenemos huecos que llenar en nuestras vidas, desbalances que saldar, fantasmas que perseguir. Este gobierno particularmente tiene encima la nube negra de su ilegitimidad y la necesidad permanente de justificar su existencia y su permanencia en el poder sin apoyo popular, sin dinero y sin mucha idea (por no decir ninguna) sobre cómo solucionar problemas que ya tienen carácter orgánico, estructural y casi genético en nuestra dinámica país. Problemas ocasionados por él mismo como la rampante inflación que desangra los bolsillos de los venezolanos semana a semana, y la escasez penosa que nos lleva a colas y puños por leche y papel toilette. Problemas de los que tumban números y popularidades, y que han servido históricamente (en Venezuela y en todo el mundo) de abono silencioso y latente a los estallidos sociales más recios.

Es por eso que cada movida que este gobierno da, y cada palabra que emite, está dirigida a llenar esa trocha, a estabilizar esa imagen de cuerda floja que no se va, que más bien se agrava sin importar las tres cadenas diarias y el cartelito de “Comandante en Jefe” en el escritorio durante su transmisión, las evocaciones cada 5 de mes al Comandante Supremo, y la insistencia en el concepto de “patria” como bien de consumo capaz de evitarnos la ansiedad del último cuadrito de papel en el rollo de cartón pelado.

Salir bien parados en el evento electoral que le sigue al que los dejó como arrebatadores de votos y democracias, en un contexto de país – y de mundo- que no termina de creerse el cuentico y que cada día está más insatisfecho con su calidad de vida, no es un lujo, es una absoluta necesidad. Independientemente de la falta de escrúpulos para arrebatar la elección del 8D también, de ser necesario.

Parte de la estrategia fue planificada y orquestada desde el principio, como la fijación de la fecha de las elecciones municipales en el aniversario del último día en que Chávez fue visto vivo en público designando a Maduro como su sucesor - permitiendo la posterior declaratoria de la fecha como día de la “suprema fidelidad a Chávez” (o algo así) para tratar de amarrar las consciencias de la militancia cada día más incómoda con el sustituto-. También, la designación –en bastantes casos arbitraria y pisoteando liderazgos cultivados- de figuras públicas conocidas del mundo de la farándula y el deporte como candidatos a ciertas alcaldías claves y retadoras para el chavismo para sacarle provecho a su notoriedad, no siempre afortunada, pero notoriedad al fin.

Sin embargo, eso no les bastó con el paso de los meses –y la subida inclemente de precios- para detener el enrojecimiento de los números. Y es cuando comenzó un camino aún más desesperado para hacerse del favor de los votantes el 8D que hasta el momento de redacción de este artículo ha comprendido hitos como:

-La reducción de precios en buena parte de productos de la economía por decisión presidencial, a la fuerza, y a punta de tomas militares. El 8 de noviembre (justo un mes antes de las elecciones) comenzaron las órdenes agresivas y televisadas, claro está, de reducir los precios de productos electrodomésticos, seguidos de celulares, productos de ferretería y remodelación, ropa y juguetes. La comida y las medicinas no estuvieron incluidas en la medida, ni tampoco aparecieron de vuelta en los anaqueles el papel toilette o la leche, pero sí tuvieron oportunidad cientos de personas de comprar –y algunos saquear- todo lo que había en las tiendas en las semanas previas a la navidad, y a las elecciones por supuesto. Posiblemente no haya nada que hacer con el dinero en Venezuela en enero, pero todo sea por un poquito de simpatía ahora.
-Otorgamiento de habilitación a Maduro para legislar por la vía del antejuicio de mérito a mansalva contra diputados opositores y la posterior negociación con sus suplentes, para hacerse de los votos necesarios. Esa habilitante en agosto era para combatir la corrupción, pero en el camino cambió para combatir “la guerra económica”. Tamaña generalidad para una habilitación supuestamente extraordinaria. El caso es que le permite ganar un muy necesitado crédito por medidas efectistas, firmadas con su propia pluma, ya mismo.

-Inhabilitación (aunque nada sorpresiva) del candidato opositor a la alcaldía de Baruta a menos de dos semanas de la elección. Si bien la oposición salió al paso y designó a la opción más conocida para substituirlo, el actual alcalde, los baruteños tendremos que marcar la tarjeta con el nombre del inhabilitado David Uzcátegui en el tarjetón para votar por Gerardo Blyde porque el CNE no permite cambiarlo a estas alturas.

-Ataques contra Capriles y su equipo y fabricación de obstáculos para impedir su movilización por los municipios del país en apoyo a las candidaturas opositoras, incluyendo: detenciones forzosas (después catalogadas por el gobierno como “rendición de declaraciones voluntarias a las 2am”); intentos de incendio a autobuses y tarimas, y prohibiciones de vuelos domésticos del líder.

Parece que alguien necesita desesperadamente ganar una elección y cree que decretando la desaparición de la inflación, reprimiendo, y poniéndole obstáculos al contrincante tiene más chance de hacerlo. Hoy (sábado 30/11/2013) en una especie de ruego Maduro decía “El 8D, el pueblo no se puede ir a Daka a hacer cola, tiene que abogarse (sic) a las elecciones municipales.”, ¿será que teme que sus estrategias no se reviertan en votos? ¿Será que teme que la movida de la reducción de precios se le haya convertido en un disparador del consumismo salvaje y no en un mecanismo para asentarse en el poder y poder desaparecer la criminalidad, los homicidios, la malnutrición y los huecos en las calles vía decreto también? ¿Será que mandará a cerrar Daka o a poner máquinas de votación en las puertas de las tiendas el 8D? Veremos…

http://www.guayoyoenletras.net/index.php/2012-08-06-05-07-46/en-lo-politico/1120-el-desesperado-camino-hacia-un-poco-de-legitimidad

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