Escrito por Pedro A. Palma Lunes, 02 de Junio de 2014
@palmapedroa
En un documento oficial del Ministerio
de Planificación se pone de manifiesto el descalabro económico que se ha estado
operando durante los últimos años en Venezuela como producto de una serie de
decisiones y políticas públicas que se han venido aplicando. Llama
particularmente la atención los datos sobre producción de varias empresas que
fueron estatalizadas años atrás, y que hoy muestran unos resultados muy poco
alentadores. Así, Sidor, la principal empresa siderúrgica del país que en 2008
pasó nuevamente a manos del Estado, ha mostrado una caída continua de su
producción, al punto de que, después de haber producido 4,3 millones de
toneladas de acero líquido en 2007 –último año en que fue manejada por manos
privadas–, en estos momentos está produciendo 1,33 millones de toneladas en
términos anuales, es decir 69% menos. Cabe entonces preguntarse qué sentido
tuvo la decisión de estatalizar esa empresa, pagando una indemnización del
orden de 1,9 millardos de dólares, para luego destruirla o hacerla mucho menos
eficiente, hablándose ahora de la necesidad de inyectarle cientos de millones
de dólares para recuperarla.
Igualmente, la producción nacional de
cabillas, que está totalmente en manos del Estado, ha experimentado una
contracción de 80,9% en tan solo un año, al pasar de 46.000 toneladas en marzo
de 2013 a tan solo 8.786 toneladas en marzo de este año, lo cual explica la
gran escasez de ese insumo fundamental. En términos anualizados también se nota
un profundo descalabro en la producción de ese producto, ya que esta pasó de
657.000 toneladas a comienzos de 2010 a 384.000 toneladas a comienzos de este
año, es decir, una contracción de 41,6%.
Caso parecido es el del cemento, que
fundamentalmente lo producían tres empresas que abastecían cabalmente el
mercado y que fueron estatalizadas a mediados de 2008. Desde entonces para acá
se han notado atrasos en las inversiones de mantenimiento y equipamiento de las
plantas, y limitaciones en los niveles de producción. De hecho, de acuerdo con
la información del Ministerio de Planificación, entre febrero de 2013 e igual
mes del presente año la producción de cemento ha caído 11%, lo cual está en
línea con la escasez cada vez más aguda que se nota en el mercado local.
La estatalización y ulterior
destrucción de Agroisleña, empresa clave para el suministro de insumos,
tecnología y financiamiento a más de 18.000 productores agrícolas, combinada
con la expropiación, y en muchos casos expoliación de fincas, se ha reflejado
de forma muy directa en la producción de ese sector, la cual ha mostrado
severas caídas en distintos rubros.
Situaciones similares se ha vivido en
otros sectores productivos donde se han operado dramáticas contracciones de sus
niveles de actividad. Tal es el caso del aluminio, cuya producción anualizada
cayó de 547.000 toneladas métricas a comienzos de 2010 a 166.800 toneladas al
inicio de 2014, lo cual equivale a una caída de 69,5%. De igual forma, la
producción anualizada de hierro cayó 37,8% entre mediados de 2012 y comienzos
del presente año.
Como si lo anterior fuera poco,
múltiples actividades productivas del sector privado se han visto severamente
limitadas por el incumplimiento reiterado y prolongado del gobierno en la
entrega de divisas para la importación, lo cual ha generado enormes atrasos en
la cancelación de deudas a proveedores externos. Esto ha interrumpido los
envíos de insumos a Venezuela, causando la paralización de la producción de
múltiples productos o su dramática reducción, generando severos problemas de
desabastecimiento y escasez.
La absurda situación antes descrita ha
llevado a muchos a preguntarse si la misma es producto de la incompetencia e
ineptitud de quienes nos gobiernan, o si responde a un plan fríamente
calculado. La destrucción del aparato productivo durante los últimos años de
gobierno revolucionario tiene que tener alguna razón de ser.
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