Por Econ. Pedro Vicente Castro, 10/08/2014
Boletín 188 AIPOP
El gobierno y la oposición coinciden hoy en la necesidad de un ajuste
de la economía venezolana, pero no de la misma manera ni por las mismas razones
justo es señalarlo, no se trata de una coincidencia mecánica. Mientras que la
oposición ha pasado los dos últimos lustros denunciando la perversidad de un
sistema de controles y de estatizaciones que conducirían a la ruina del país, “lo
cual ocurrió”. El Chavismo con el hiperuranico en el timón se hundió en la
burbuja de la bonanza petrolera y se dieron a la tarea de reproducir el comunismo
cubano en Venezuela financiado con la renta petrolera, tamaño dislate no era ni
más ni menos que el delirio del Supremo.
Un ajuste como bien ha sido señalado por buena parte de la academia y
de consultores privados de la economía es algo más que la corrección de
variables puntuales de la macroeconomía de un país, máxime si hablamos de una
situación, que como la venezolana no está en un mero momento de ciclo recesivo,
sino en la más profunda crisis global que se haya conocido en nuestra historia
republicana. La situación es supremamente compleja.
Cuando se produjo la necesidad urgente de una ajuste de la economía
venezolana a finales de los ochenta, que fue abordada por el 2do. Gobierno de
CAP, Venezuela aún contaba con algunas ventajas importantes para emprender tan
exigente tarea. Una institucionalidad democrática resentida pero intacta, Instituciones
del Estado aún con niveles de credibilidad aceptable y aún confiables y
modernas instituciones económicas; lo que se complementó con el hecho de el
Presidente Pérez, trajo a su gobierno para la tarea de ajuste a profesionales
de solventes credenciales intelectuales y profesionales y el apoyo del FMI y el
BM. Y sin embargo, este proceso de ajuste conocido como el “gran viraje” no
devino en los resultados deseables por fallos y olvidos de extrema importancia.
Como por ejemplo, el hecho de que se emprende en medio de falsas expectativas
en donde CAP en su campaña dejo pensar que repetiría sus políticas populistas
de su primer gobierno; la falta de gestión política por parte del Jefe del
Estado de este cambio brusco e inesperado de política económica y social: de
las expectativas populistas a la política de ajuste contractivo; produjeron descalabros
sociales que comprometieron el éxito del programa. También influyeron
negativamente la falta de un acuerdo nacional en torno al programa económico y
las luchas intestinas en los partidos políticos.
Hoy se quiere emprender un ajuste sin ni siquiera contar con algunas de
las ventajas con las que se pudo contar en el pasado inmediato, sino que además
se agregan otros factores negativos para iniciar un ajuste severo de la
economía. No hay un programa claro de ajuste que cuente con el respaldo de los
Organismo Financieros Internacionales, sino que se dice que unos banqueros
franceses o el Bank Of America, están haciendo el Coach al gobierno para tramitar
un nuevo crédito externo.
El sistema de información clave para un ajuste por la situación de
desdibujamiento de organismos claves como el BCV y el Min. PP de Finanzas
podemos presumir que no existe. La Industria petrolera que es el único soporte
del ajuste está fuertemente resentida en su capacidad de producción que viene
cayendo desde hace algunos años y por ende disminuida su capacidad de aportes
al Estado, con lo cual el esquema de financiamiento del ajuste luce desde el
principio con un desbalance que compromete sus posibilidades de éxito.
No hay unidad en el gobierno y existen fuertes fracturas fratricidas en
el seno del partido de gobierno; y si en los ochenta existían fracturas
sociales inocultables hoy las mismas son abismales, pero además en una sociedad
donde los niveles de violencia se han disparado a niveles estratosféricos. En
cuanto a la posibilidad de que el ajuste se pueda apoyar en parte en el sector
privado, esto luce poco realista dado el proceso de destrucción masiva a que
han sido sometido los factores de producción decisivos: Niveles de Reserva Internacionales
exangüe, caída más que significativa de los niveles de inversión interna y
externa; y además a que los factores esenciales para el desenvolvimiento productivo
de un país están en niveles críticos de desempeño como por ejemplo, la
infraestructura eléctrica, vial y comunicacional en general, de servicios, legal,
capacidad laboral. Con lo que podemos decir sin temor a equivocarnos que
estamos chavista – maduristamente a punto de emprender una carrera hacia
ninguna parte.
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