La rabia es una emoción de supervivencia. Ante la amenaza a la integridad física o psicológica, reaccionamos con miedo o con rabia, y la respuesta es huir o atacar. Cuando, por su tendencia gregaria, los individuos se reúnen en grupo, puede haber respuestas colectivas. La rabia es una emoción que se difunde rápidamente en el grupo, al igual que el miedo. Cuando un grupo se siente atacado o amenazado por otro, se comporta igual que un individuo; es decir, o huye o ataca.
La complejidad de la mente hace que el ser humano individualmente o en grupo pueda interpretar un hecho aislado o una cadena de acontecimientos, como una amenaza real o como una amenaza que vive como real pero que es producto en gran parte de su imaginación. Las respuestas ante amenazas reales o imaginadas pueden llegar a ser irracionales o absurdas. Por ejemplo, es historia conocida cómo un actor inglés creo pánico colectivo al anunciar la llegada de seres extraterrestres que iban a atacar el planeta. Lo que se creó como estrategia publicitaria se percibió tan real que creó pánico en masa.
La actitud o conducta de los líderes de grupo es esencial en este tipo de respuesta colectiva. Un líder puede convencer a sus seguidores con su influencia, que el grupo está siendo amenazado o atacado, y desencadenar reacciones colectivas de ira o violencia irracional y no justificada. El líder puede inducir acciones colectivas con su discurso agresivo. Sobre todo influye en los sectores más radicales del grupo. Hay muchos ejemplos, todavía recordamos con tristeza cómo una secta se suicidó colectivamente (adultos y niños) en su campamento de Guyana, por influencia de su líder que los convenció de que serían atacados, cosa que era totalmente falsa.
En escenarios de bipolaridad política donde hay tendencia a la radicalización se da también un fenómeno psicológico denominado Asimilación Sesgada -Actitud Polarizada, donde cada grupo interpreta actitudes del otro (sean reales o imaginadas) de manera parcializada e irracional (Asimilación Sesgada), lo que alimenta las diferencias y promueve conductas radicales (actitud polarizada), donde se pierde la racionalidad y la sensatez. Este fenómeno ocurre en escalada, hasta llegar a límites extremos que ponen en riesgo la integridad de ambos grupos. Cuando líderes de grupos polarizados influyen para acentuar la polarización, los riesgos de enfrentamiento irracional crecen. Alimentar odios y diferencias sociales o de clase, y denunciar supuestas intenciones de dominación de un grupo sobre otro (lo que se hace a veces solo por conveniencia política) crea condiciones para la espiral de violencia como la que estamos viviendo. Radicales de ambos bandos actúan como mensajeros irracionales que promueven el enfrentamiento con saldos lamentables. Esos pequeños grupos que dominan la escena mediática por sus actuaciones extremas crean las condiciones para enfrentamientos a gran escala.
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