Carlos Valero agosto de 2014
Transcurre aceleradamente el 2013 sin
que se asome, así sea a lo lejos, un atisbo de mejoría en la crisis sistémica
que padecemos los venezolanos. El ajuste que prometió Rafael Ramírez a la banca
internacional pareciera hacer aguas en medio de las malas noticias traídas por
todas las encuestas. Al parecer Maduro y su aliada incondicional, Cilia Flores,
decidieron no arriesgar el poco capital político que aún le queda al heredero y
en lugar de corregir los desequilibrios económicos, resolver las distorsiones
del control de cambio y adoptar un modelo que sí resuelva las necesidades de
los venezolanos, prefiere, infantil y peligrosamente, evitar que lo comparen
con Pérez y afianzarse al legado de Fidel Castro.
¿Cuál es el costo para el PSUV y
Maduro de no adelantar reformas en el aspecto económico? ¿Puede Maduro reeditar
un nuevo Dakaso y con ello revertir el clima de opinión pública y resultar
vencedor en las importantísimas elecciones legislativas del 2015? ¿Logrará
detener el contrabando y la escasez con las capta huellas biométricas para todo
el mundo? Estas son interrogantes que seguramente se hacen en el “alto mando
político de la revolución”, en la sala situacional de Miraflores, los distintos
gabinetes sectoriales y políticos y en el eje de poder que se ha construido
entre Caracas y la Habana. El consenso expresado por Ramírez era precisamente
distinto al anunciado por Maduro cuando habló de intensificar los controles y
se contradijo en el tema del racionamiento electrónico, no olvidemos las
declaraciones al respecto cuando Arias Cárdenas intentó usar el chip en el
estado Zulia.
Algo muy raro está ocurriendo con el
mecanismo de toma de decisiones del PSUV. Ramírez anuncia, como flamante
vicepresidente del área económica, que el gobierno implementaría unas reformas
mínimas para intentar salir de la crisis. Habló de reunificación cambiaria,
revisión de algunos controles de precios, cambio en el perfil de la deuda,
entre otros. Maduro lleva esta propuesta al Congreso del PSUV para obtener el
consenso del partido, el cual logra. El plan suponía hacer los anuncios en
medio de las vacaciones escolares para evitar bochinches por el efecto
impopular de muchas de estas medidas. Pero oh sorpresa, Maduro y Cilia, en
conversación de alcoba, piensan que ese costo es demasiado alto, que los
economistas le están montando una trampa y que ellos, fieles a su origen
marxista e irresponsable, harán todo lo contrario.
Imagino la conversación: -Nico, esos
economistas no saben nada de política. Para ellos todo es equilibrios, balanza
de pagos y números. Papi, deja esa vaina para después de las elecciones de la
Asamblea Nacional, todavía hay margen con los militares. Aumentemos la
distribución de comida en mercaditos móviles como recomendó el camarada
Borrego. A lo que responde Maduro pensativo – Amada primera combatiente, la
cosa es más compleja, recuerda que Cabello, el Alto mando de la revolución,
Ramírez, el Congreso, los cubanos y los chinos nos recomiendan hacer los
ajustes y con el tema de las elecciones del 2015, ya algo se nos ocurrirá, hmm
pero… creo que como siempre tú tienes razón, a mi no me joden con ese paquete.
El camino elegido por Maduro solo
tiene un destino. O rectifica o llevará al país a una crisis de abastecimiento
tan grande que nos colocará al borde de un estallido social. El método de
decisión de Maduro, obviando las instancias del partido, la postura de Ramírez,
los análisis de la calificadora de riesgos del Banco Central Chino colocan a
Nicolás en una delicada posición interna, puesto que si bien es cierto que la
unidad entre la cúpula del PSUV ha sido clave para “superar” la transición, el
temor de quien asume la presidencia para tomar decisiones puede hacer naufragar
el proyecto de poder del PSUV. Maduro, cuando asume profundizar el comunismo de
alpargatas, se está convirtiendo en el epicentro de la crisis. Dentro de pocos
meses crisis y Maduro serán sinónimos. En la búsqueda esquizofrénica e irracional
del Dakaso II, Maduro puede quedar como tequeño en sartén.
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