Luisa Pernalete agosto 20, 2014
Los católicos cuando rezamos el “Yo
pecador”, pedimos perdón por haber ofendido a Dios de “pensamientos, palabras,
obras u omisión”, sin embargo, sólo de verdad solemos ver las malas acciones
pero no vemos las acciones buenas que hemos dejado de hacer, y, por omisión
también se peca.
Consideremos, por ejemplo, que dejar
de ayudar aun niño o una anciana a pasar la calle, puede ocasionar un accidente
fatal para esa persona. No advertir a un despistado que se va a llevar algo por
delante, también puede ser grave. Ver un choque con posibles heridos y no
tender la mano o no llamar al 171, puede significar la muerte para los heridos.
No escuchar a alguien angustiado por el último hecho de violencia que fue
objeto, es perder la ocasión de contribuir con el ánimo salvador para esa
persona.
Veamos incluso cosas más pequeñas, dejar
de saludar o contestar un saludo es menospreciar al otro: no vale ni un saludo
para nosotros. Dejar de tomarnos una medicamento puede interrumpir el
tratamiento y continuar con la enfermedad.
Olvidarnos del cumpleaños de un ser
querido puede ser terrible para el olvidado y para el olvidadizo también, pues
se interpretará como falta de cariño y hasta cosas peores. No serán pecado pero
esas omisiones tienen consecuencias.
Para efectos de la solución de
problemas o prevención de los mismos, dejar de ir a la reunión del condominio
puede suponer que mis buenas opiniones no sean tomadas en cuenta y el problema del edificio siga. No
ir a la reunión de padres y representantes puede significar que la violencia
escolar se agrave y mi representado sufrirla, puesto que ni me enteré de la luz roja encendida.
¿Qué es la impunidad sino un pecado de
omisión? Impunidad es falta o delito sin culpable y culpable sin sanción, y ya
se sabe, la impunidad modela conductas, genera más violación de la norma.
Cuando en el hogar los padres, no
defienden al hermano pequeño que ha sido agredido por el más grande, provocará
doble daño: la víctima se sentirá no querido, indefenso, y el victimario creerá
que sus acciones no tienen consecuencias, un daño para su vida futura.
Igual pasa en la escuela. El maestro o
maestra que minimice las acciones de acoso escolar, desmoralizará a la víctima
y empoderará al victimario. Eso, en plena edad de formación, es grave para
ambos. También ocurre en la sociedad: Venezuela está sufriendo las consecuencias
de la impunidad que ha envalentonado al delincuente, pues matar no es
sancionado sino en muy escaso porcentaje. La impunidad es pecado de omisión,
porque se deja de hacer justicia.
Tener decenas de ventajas en una
región como Guayana –mineral de hierro, bauxita, un río navegable, puertos
instalados, energía hidroeléctrica, capital humano-, y no invertir en las
empresas básicas, es un pecado de omisión con graves consecuencias no sólo para
los trabajadores, sino para todo el país. Por omisión también se peca.
Recibido por correo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico