Américo Martin 22 de agosto de 2014
Las consideraciones que me permití
exponer en mi artículo en ABC de la semana pasada tuvieron una casi inmediata
confirmación entre el sábado 16 y el lunes 18. Me había extendido en un tema
fácil de demostrar aunque no tan sencillo de aplicar. Con reflexión y práctica,
sin embargo, su buen manejo deberá ser decisivo para propiciar el cambio que el
país necesita.
Es verdad que hay ruido en las dos aceras
del pentagrama político, pero no es cierto que sus efectos sean similares en
ambas partes por la sencilla razón de que el gobierno es monocrático, de
ideología cerrada, programa socialista único y por lo tanto intolerante ante
cualquier disidencia. Por ese motivo, en
el oficialismo disentir equivale a dividir. La ideología y su comandante eterno
son impolutos, un carril de hierro que no puede evitarse sin incurrir en
delitos de traición o de conspiración.
Por el contrario, la alternativa
democrática es plural por naturaleza como reflejo de la sociedad misma, que
también lo es. Sus contradicciones, lejos de ser cismáticas, no son más que
momentos de desacuerdo pero no divisiones ni fracturas. Se divide lo que se
declara único, de una sola sustancia, no lo que se enorgullece de ser distinto
al momento de confluir a la unidad. Es unidad, sí, pero sin sacrificar el
pensamiento de cada uno de sus integrantes. Unidad de lo diverso.
El gobierno proclama su unidad férrea
alrededor del socialismo revolucionario y del gobierno y partido del sagrado
pensamiento Bolívar-Chávez, que cuenta con una sola voz autorizada y una
historia oficial. Quien discrepe de este marco de bronce se convierte en
perseguido, cosa que no ocurre en la oposición, donde a lo sumo se escuchan
indirectas, competencias por el liderazgo nunca desautorizadas habida cuenta
que al final pueden aplicarse primarias con eficacia demostrada.
Hasta ahora las crecientes pugnas en
el gobierno-PSUV se enmascaraban. Pesaba un chantaje favorable a la cúpula:
criticar, más allá de sanas intenciones, serviría al adversario. ¿Pero cómo
reaccionar entonces al rotundo fracaso de la gestión, afectada adicionalmente
por el carcoma de la corrupción hasta extremos nunca conocidos en la historia
del país? ¿Cómo hacerlo frente a las persecuciones políticas, el hundimiento de
las transferencias sociales, la inflación que al cerrar el año le estará
rascando la barriga al 100%?
Por otra parte militantes educados en
el amor al proletariado -la clase profética- ¿deberán guardar silencio ante las
porras, peinillas, perdigones y balas contra los bravos trabajadores? La muerte
de la libertad y autonomía sindical en el cuadro de una política de ferocidad
anti obrera de escaso precedente, tiene que resultarle indigerible al partido
comunista y las organizaciones críticas que proliferan y se manifiestan porque
le han perdido el miedo al chantaje.
La ciencia-arte de la política es
siempre tan inesperada que no vale ser tan tajante en las predicciones.
Proclamar que no habrá elecciones o que el golpe militar está escrito son
ejercicios de adivinanza. El futuro se hace, no se espera como un dictak
previamente emitido. Sabemos, sí, que hay fechas de calendario, como las
electorales. Salvo que azarientos desenlaces lo impidan, hay que tenerlas
presente y prepararse para ellas, sin desatender para nada los compromisos que
el agitado hoy proponen. La clave es la unidad.
Surgió una idea audaz: el naufragio
del modelo molestaba a todos por lo tanto la unidad debía trascender las fronteras
de la oposición. Esa posibilidad se hizo carne en el castigado mundo laboral.
Los perseguidos fraternizaron en portones y campos de trabajo y han ido
conformando un cuerpo de lucha y resistencia alrededor de las banderas clásicas
del movimiento obrero. Nadie resigna sus convicciones propias, pero al confluir
en la batalla contra el gobierno hostil, se unen y actúan.
Marea Socialista, Círculos
Bolivarianos, Frente de Campesinos Bolívar-Zamora, Clase Media Socialista, MBR
200 son quizá las más importantes expresiones de esta nueva manera de asumirse
chavistas. Militan en el PSUV, pero se proclaman corrientes de perfil radical.
El profesor universitario Heiber Barreto Sánchez, declara, no sin audacia y
riesgo, que la base, en cuyo nombre actúan, ha desatado una ola de protestas en
todo el país. La represión oficial no es una simple amenaza. Ya está sobre la
mesa, con saldo alarmante de presos.
El fenómeno es muy difícil de
conjurar. Tiende a desarrollarse por la falta de respuestas y la conjura
gubernamental dirigida a aliarse con la “burguesía parasitaria” -que antes
denostaba- y el programa antipopular que ejecuta, incluida la peligrosa venta
de Citgo. Pero lo determinante son los hechos cotidianos. Los gruesos
incumplimientos. El abierto retroceso y abandono de promesas. Muerto Chávez
–asegura- el gobierno de Maduro se ha entregado. Por eso, declara Heiber
Barreto, “vamos a ir a las bases chavistas. Nadie avala este partido
antidemocrático”
La incorporación de Nicker Evans a
Marea Socialista le ha proporcionado a esta organización una mayor densidad
intelectual. Así como la alternativa democrática postula una apertura hacia el
sector chavista crítico con el fin de extender la unidad, Evans dice algo
parecido pero al revés. Su declaración es
llamativa. Escuchémoslo.
-
Existe mucho descontento, en especial por la corrupción impune. Son
muchos los chavistas que empiezan a dar la cara. Son muchos los indignados que
con su corazón de izquierda aún no ven salida a la salida.
Evans, tal vez la corriente que
representa, pareciera tender tentativamente la mano. Quizá esté obrando “la
fraternidad de las trincheras” (JP Sartre) Lo hace en forma digamos
desorientada, pero hombre ya es algo. ¿Será que se avecinan reagrupaciones?
Vamos a ver, dijo un ciego.
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