Por René Núñez, 28/03/2016
El 19 de abril de 1810 se inicia el movimiento autonomista por parte
del Cabildo de Caracas, que si bien declaraba la fidelidad al rey Fernando VII;
no es menos cierto fue la chispa que obligó al capitán general Vicente
Emparan a renunciar al mando colonial y delegando la autoridad
suprema al ayuntamiento. Emparan lo hizo ante el descontento progresivo del
pueblo y la conveniencia de garantizarle su tranquilidad en un momento de
desinformación y confusión alrededor de la vigencia de la monarquía española.
Lo importante de esta capitulación fue el impacto que produjo en
las provincias, provocando meses después la ruptura
definitiva con el nexo colonial español.
El 5 de julio de 1811 se firmó el Acta de la Declaración de
Independencia de Venezuela, un documento donde representantes de siete de las
diez provincias pertenecientes a la Capitanía General de Venezuela, declararon
su independencia de la Corona de España; en consecuencia, la génesis de una
nueva nación basada en principios republicanos y federales, aboliendo para
siempre la Monarquía bajo los valores de la igualdad de los individuos, la
prohibición de la censura y la libertad de expresión.
Venezuela con su emancipación adquirió la libertad, la protestad o la
soberanía para tomar decisiones y determinar su propio destino. Destino nada
fácil. Los desencuentros, conflictos y gobiernos caudillistas estuvieron
presentes, desde entonces, hasta más allá de la mitad del siglo pasado.
El 23 de enero 1958, un movimiento cívico militar logra el derrocamiento
y la huida a Santo Domingo del dictador Marcos Pérez Jiménez; caída que
-sin duda- facilitó las condiciones y los espacios para el nacimiento de la
democracia venezolana, bajo los principios de la lucha por la libertad y el
bienestar colectivos.
Con la firma del Pacto de Punto Fijo por AD, COPEI y URD y la
aprobación de la Constitución Nacional de 1961, se consolida el incipiente
proceso democrático; el cual, hoy en día, se encuentra amenazado al no
existir separación de poderes, respeto a las libertades, a las normas
constitucionales, a los derechos democráticos y humanos.
Karl Marx consideraba que se podía obtener la emancipación social
cuando los pueblos se liberaran de las relaciones de dominación a que obligaba
el sistema capitalista. Si la aplicamos a esta Venezuela de estos tiempos,
supuestamente socialista, nos encontramos con una relación de dominación
similar o peor, controladora de voluntades, libertades y soberanía
ciudadana.
Los cincos principios en que se basa y opera una democracia funcional y
decente, se ha dejado de cumplir progresivamente en los últimos 11 años. Ellos
son: el libre ejercicio de las libertades, el de la igualdad en el trato ante
la norma o ley, el del respeto a la diversidad de pensamientos, el de la
solidaridad y el de la participación de todos los sectores y ciudadanos
en el quehacer de país. La exclusión política, económica y social de ciudadanos
por pensar diferente, notoria y preocupante.
Lo más grave de todo, se está ante una descomunal e incontrolable
crisis institucional, política, económica y social, donde la población en un
70% se le ha reducido sensiblemente las posibilidades de oportunidades y
esperanzas de una vida mejor, sana, segura y duradera. El poder ejecutivo,
responsable principal de la crisis, se niega a dar su brazo a torcer, no
busca ni está interesado en un diálogo fecundo y sincero para superarla.
Hoy más que nunca la mayoría de los venezolanos invocamos los espíritus
liberales y de unión que caracterizaron el 19 de abril de 1810, el 5 de julio
de 1811, el 23 de enero 1958, el Pacto Punto Fijo, la aprobación de las
constituciones del 61 y 99, para volvernos emancipar y construir lo destruido,
recuperar lo perdido, aprovechar lo desaprovechado sin mezquindad, egoísmo, y
farsas ilusiones de paradigmas fracasados.
Presidente del Ifedec Capítulo Bolívar
@renenunez51
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM Guayana
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