Por
Jesús Alexis González, 04/04/2016
El “movimiento chavista” (MCh), inició su
mandato carente de una ideología, de una visión del país deseable y posible
alcanzable con políticas públicas, y de estrategias concretas para apuntalar el
progreso nacional y el bienestar ciudadano; ¡y así continúan! a pesar de haber transcurrido ¡casi 25 años! (más el tiempo de
gestación) desde el momento que anunciaran un 04/02/1992 (en fallido intento golpista) la instauración de un “Gobierno de Emergencia”—facilita
suponer erróneamente que tenían claro el ¿para que aspiraban el poder?—en intima
vinculación con un “Consejo General
Nacional”; para conducir al país, afirmaron,
“hacia nuevas formas de democracia y para conjurar la crisis moral, política,
social y económica que padece Venezuela hace un largo periodo, agudizada desde
1988 en adelante” (Documento del alzamiento militar del 4 de febrero de 1992).
En la práctica, y luego de alcanzar el poder en 1998 por vía electoral (dentro
de la Constitución) el MCh focalizó
su acción (perdurable en el tiempo) en “desprestigiar”
a los políticos “puntofijistas”(en armonía de “notables” antipoliticos)con
la intención subyacente de procurar una revolución
política (un cambio de cúpulas partidistas en el gobierno), que mostraron
como una “insurrección de una vanguardia
popular” en aras de (i) “integrar”
como cómplices a una parte del pueblo y para (ii) alargar indefinidamente la fijación de metas en aras del
desarrollo económico-social; todo ello en un contexto de “ingeniería
social utópica” (cambios disparatados y radicales del orden social)
amparados por un engañoso socialismo del
siglo XXI que ignora cómo se transita hacia nuevos modos de producción.
A
tenor de lo expresado, los cuantiosos ingresos provenientes de las
exportaciones petroleras (de manera creciente a partir de marzo 2004 cuando
nuestro precio promedio superó la
barrera de los $ 32/b) que en ¡10 años! superaron los $ 1,7 billones fueron mayoritariamente dilapidados por los motores de la ineficiencia
administrativa, la corrupción, la improvisación, una nefasta política
económica, un elevado déficit fiscal, una disminución del empleo productivo y
por el ¡despilfarro!; al extremo que
en el presente el país refleja un retroceso
en los principales indicadores económicos dentro de un contexto de agravamiento de los problemas sociales,
que aunado al hecho coyuntural de la disminución (previsible) a finales del
2014 del precio promedio de nuestros hidrocarburos ($ 29,6/b al 25/03/16 y con
la “esperanza” depositada en una subida en la reunión de la OPEP del próximo
17/04/16 en Qatar) se ha perfilado un escenario
de vulnerabilidad caracterizado principalmente por una devastadora inflación: 190% (FMI) o 386% (Cato Institute), precaria libertad económica: 176 de 178
países, elevada percepción de corrupción:
158 de 168 países, aumento de la pobreza:
entre el 73% y 80% de las familias, surgimiento
de la “pobreza reciente” : debilitamiento de la clase media, violencia desatada: Caracas N°1 entre
las ciudades más violentas del mundo, atmósfera
de guerra por homicidios: 27.875 en 2015 (promedio: 77/día), baja calidad de vida: 76 de 96 países, limitada libertad de prensa: 137 de 180
países, mínima facilidad para hacer
negocios: 186 de 189 países, elevado
riesgo país: D (última posición en una escala de 6), escasa innovación: 132 de 141 países, marcado decrecimiento económico: PIB -10% en 2015, caída de las reservas internacionales:
$ 13.200 millones/marzo 2016 (vs $ 43.127/diciembre 2008).
Tales
indicadores, son clara referencia de un recrudecimiento
de todos los males que supuestamente acabaría para siempre el MCha lo cual
debe sumarse lo referente a la monetización
del déficit fiscal (el gobierno se endeuda para cubrir el gasto público)
mediante la emisión de dinero inorgánico induciendo una elevación de la oferta monetaria que influye, tanto en un aumento de la tasa de inflación ante el
desequilibrio entre la cantidad de bolívares y el total de bienes en
circulación, como afectando
negativamente la producción y la productividad a nivel nacional; realidades
que en conjunto impulsan un exceso de
demanda que se orienta hacia la compra de divisas (si las consiguen), y a
la adquisición de bienes de consumo (si los consiguen) apuntalando la
especulación, el bachaqueo, la dolarización de la economía, el progresivo
deterioro del salario real, y el aumento de la marginalidad (salario mínimo
inferior al costo de la cesta alimentaria y de la canasta básica). El MCh, ha aumentado ¡30 veces el salario mínimo! y sin embargo el poder adquisitivo (disponibilidad de recursos que tiene una persona
para satisfacer sus necesidades materiales) ha venido cayendo sistemáticamente, al punto que para febrero 2016
una familia de 5 personas apenas puede adquirir con su salario mínimo (Bs
11.577) un ¡6,5% de la canasta básica
familiar! (Bs 177.000) y un ¡9,5% de
la cesta alimentaria!; relaciones contrapuestas con la Venezuela de la
“democracia decadente” cuando se podía
cubrir la cesta alimentaria con ¡un tercio del salario mínimo!.
La
terquedad “ideológica” cargada de un dogmatismo irrelevante que acompaña el desenvolvimiento del MCh, como una
estrategia para permanecer en el poder bajo la excusa de alcanzar un mañana mejor cuya luz no se vislumbra aunado a la
corrupción y a la deficiente burocracia oficialista, no garantiza de forma alguna (aun con mejor precio promedio de nuestro crudo y “N”
numero de Decretos de Emergencia Económica)
que mejoren los resultados económicos del país, por la muy obvia razón que
tal como actuó el MCh para llevarnos
al desastre económico ¡así actuarían de
nuevo!, en el entendido que la génesis de nuestra “crisis” es mas de política-partidista que de fundamentos de
la economía como cienciaque aplicándolos correctamente a la luz de un programa de estabilización macroeconómica contribuiría
con “facilidad” (el conocimiento económico) para revertir con prontitud el
deterioro de nuestra economía. En función de lo señalado, nos surgen al menos
tres interrogantes: ¿Estará el gobierno (y el MCh) en disposición de aplicar un programa de este tipo? ¿Estará el
gobierno (y el MCh) dispuesto a
solicitar colaboración de los Organismos Multilaterales incluido el FMI?
¿Estará el gobierno (y el MCh) en
ambiente de disminuir su injerencia en la actividad económica?
Si
las respuestas fuesen negativas (como personalmente inferimos), será únicamente
el clamor del pueblo de Venezuela armonizado
con coherencia de objetivos sustentados en el 350 Constitucional lo que permitirá dirimir la fricción entre la democracia liberal (que aspiramos) y la democracia
(dictadura) totalitaria (aplicada).
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexisgon
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico