Páginas

domingo, 1 de mayo de 2016

Ante la crisis, soluciones por @garciasim


Por Simón García


Una característica de la situación actual es la decisión gubernamental de bloquear todos los mecanismos para salir de la crisis. Esa obsesión por conservar poder a costa de sacrificar país le está pasando factura a Maduro y su cúpula. Lo paradójico es que su conducta atenta contra su propia legalidad y legitimidad. Pero la baja popularidad de Maduro no es motivo constitucional para interrumpir el ejercicio presidencial.

Tampoco sus erradas y negativas decisiones económicas y políticas. En este sentido existen diferencias entre Brasil y la de Venezuela. La primera de ellas es que la iniciativa que queda en marcha, el referendo revocatorio, lo decide es el pueblo venezolano actuando como máximo poder constituyente. La AN inicia un mecanismo constitucional, pero no es la que decide. 


La segunda, de neta relevancia, es que las fuerzas de cambio son una opción, no sólo en términos políticos, sino en campo de la ética pública. Aquí hay catástrofe eléctrica y falta de agua porque se robaron centenares de millones de dólares impunemente. Lamentablemente el Gobierno transforma en ataque político la exigencia de que asegure que cada bolívar del presupuesto llegue a donde fue asignado, en vez de terminar en los paraísos fiscales de la boliburguesía.

La tercera es que en Brasil funciona la democracia porque allá existe y porque los otros poderes públicos ejercen su autonomía respecto al Ejecutivo Nacional.

En Venezuela Maduro pretende sustituir el sistema democrático por un régimen de presidencialismo autoritario con todos los poderes subordinados a la voluntad de una sola persona, así ella actúe fuera de la ley.

Las fuerzas democráticas de cambio se han visto obligadas a plantearse el fin del mandado de Maduro no sólo porque es la causa de la crisis sino por ser el factor más activo para imponer un sistema económico e institucional abiertamente contrario a la Constitución. La respuesta del Ejecutivo en Brasil se desenvuelve dentro de los márgenes que su Constitución le permite, mientras en Venezuela el Presidente llama a una rebelión contra el único poder colectivo cuyo mandato deriva del voto directo del pueblo.

Ponerle fin a la imposición de un modelo económico e institucional incompatible con las definiciones de la Constitución, implica a Maduro por su aferramiento conservador al poder y por su negativa a rectificar. Este objetivo comienza a ser una aspiración que va más allá de la oposición y con una franja importante de la población que quiere lograr un cambio pacíficamente.

Si Maduro insiste en encasquetarnos el modelo cubano seguirá perdiendo apoyo en su partido y en instituciones como la FAN. Ya la unificación del país contiene a una mayoría que sobrepasa el 70% de la población, por lo que en la confrontación entre la sociedad venezolana y el Gobierno es vital que la MUD tenga una política para atraer, neutralizar o dialogar con esos sectores. Su valor es que no compartiendo las desviaciones presidenciales siguen manteniendo sus ideales y su proyecto. No es un salto de talanquera.

La solución óptima exige que las fuerzas de cambio refuercen su empeño por la realización del revocatorio y contemplen diversas opciones de transición, incluyendo también las que impliquen la participación del campo chavista después de ganar el cambio con estabilidad, pluralidad y unificación de todos los venezolanos. 

01-05-16




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico