Por Yedzenia Gainza, 14/05/2016
La cantidad de basura que hemos tenido que escuchar los venezolanos en
las intervenciones realizadas por algunos de los componentes de este moribundo
gobierno, da para establecer una marca propia en el Guinness.
Una cuerda de malandros que creen tener el derecho de permanecer en el
poder para siempre, aunque para conservarlo opten por matar de hambre o caerle
a plomo a los ciudadanos de este país. Estos malandros que amenazan
continuamente a cuanto ser viviente no les lama los pies de forma pública o en
la intimidad que requiere poner la “rodilla en tierra” piensan que su poder es
tan infinito como los casos de corrupción que nunca se han ocupado de
investigar, ya ni siquiera hablemos de resolver.
Estos tipos, creen que tienen derecho a pasar factura por los “favores
realizados”. Sí, porque parece que las obras sociales financiadas con el dinero
que pertenece a todos los ciudadanos de este país –voten lo que voten– en
lugar de ser un programa, un deber, una obligación del gobierno, son
favores, actos de caridad que han sido pagados de sus (ahora millonarios)
bolsillos y a los que debemos una grosera fidelidad de por vida. La
revolución que intentan seguir vendiendo mientras esconden la trampa como una
experta organización de estafa piramidal, se les va de las manos. La base por
fin se dio cuenta del timo, las piezas caen, la estructura se tambalea, y
los que pueden desaparecen con lo que han podido sacar gracias al
extraordinario sistema cambiario totalmente abierto para beneficio de pocos. La
cúpula está en jaque, tiene demasiadas cuentas pendientes como para salir del
país sin temor a ser detenida. De modo que intenta estabilizar la pirámide a
punta de amenazas tanto a los empleados públicos como a los beneficiarios
de los diversos medios de manipulación del chavismo: viviendas, ordenadores,
bolsas de comida… Confirmando de nuevo que más de uno pasó a formar parte de
las instituciones públicas por el color de su franela, no por sus méritos
académicos o profesionales.
El chavismo se aprovecha de lo que ha generado para sacar rédito: el
hambre, la evidente escasez de medicinas que está casi diezmando a la
población, pero como ve que ya ni esto funciona, entonces intenta coaccionar a
punta de pistola o encerrando a opositores en esos lugares donde mandan los amigos
de la ministra famosa por estar tan ocupada ventilando/calumniando las
preferencias sexuales de líderes de la oposición, que no consigue darse cuenta
del número de armas, teléfonos móviles, fiestas y bailarinas de poca monta
entran y salen de las cárceles del país como si de una discoteca se tratara.
El fraude es de tal magnitud que ya levanta grandes ampollas allende
las fronteras, y cuando la pirámide con todos sus faraones de cartón termine de
sucumbir en el estiércol, algo más que chispas va a salpicar desde la Patagonia
hasta Somosaguas donde la fetidez lleva tiempo avisando que algo está por
llegar.
Es evidente que ya ni siquiera se cuidan las formas, cada uno de los
morosos con el chavismo utiliza su cargo para intentar pagar el favor recibido,
así sea inventando excusas, dilatando procesos y por supuesto, violando la
Constitución. Siguen actuando como si les debiéramos la vida, cuando
indudablemente NO LES DEBEMOS NADA. La redistribución de los recursos es un
deber de los gobiernos, no un favor que se hace a los ciudadanos.
Se llenaron la boca durante años por haber introducido en la
Constitución el referéndum revocatorio, pero no les gusta la idea de salir del
poder a través del mecanismo que ellos mismos crearon. En el chavismo la
verdadera ley es la del embudo donde por supuesto, lo ancho siempre les debe
tocar a ellos.
Esta mafia que pretende cobrar por protección, por un empleo, una casa,
un paquete de arroz, es simplemente eso, una mafia que para colmo se ha hecho
multimillonaria a costillas de los dólares que pertenecen a todos los
venezolanos. No es extraño que sus líderes se comporten como lo que son, pero
tampoco es extraño que ya nadie les haga caso, porque si alguna vez le hicieron
creer al mundo que el chavismo estaba en el corazón del pueblo, la aplastante
realidad demuestra que nuestro viejo refrán está más vigente que nunca: “amor
con hambre no dura”.
Yedzenia Gainza
@Yedzenia
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