SIMÓN GARCÍA 13 de mayo de 2016
Maduro,
aunque mantenga poder, ya es un perdedor. El modo antidemocrático como
reacciona frente a su fracaso, continuará agravando las calamidades que están sufriendo los
venezolanos y echando abajo al país.
Es
casi imposible mejorar el dilema cuando el presidente se lanza a arrebatarle al
país el único salvavidas que queda. Su descontrol contrasta con la estrategia
de la MUD para intentar otros salvavidas que permitan que todos se alejen del
naufragio. Ofrecerle a Maduro una salida a tiempo es un gesto para evitar que
el país, además de la crisis y la ingobernabilidad, se prenda en la violencia
que desea el gobierno. Una vez revocado Maduro el país entero dará todos sus
aportes para la reconstrucción de la democracia, la institucionalidad y la
economía.
El
modelo, la gestión y las políticas que sigue imponiendo Maduro nos arroja la
pesada carga de ser el país con más homicidios del mundo y de padecer los
estragos de la inflación más alta del planeta. Que no se trata sólo de la caída
de los precios lo demuestra el hecho de que en ningún otro país existe la
crisis de agua, electricidad, seguridad, producción o valores que nosotros
soportamos. No una crisis, si no todas la susceptibles de ser pensadas. Juntas
y sin frenos.
Maduro
será revocado. Su intentona de configurar un golpe de Estado apenas podrá
retardar unos meses la fecha para darle la baja. El presidente va a perder la
elección de gobernadores. Y si insiste en su golpe disfrazado contra el régimen
democrático y en desmantelar las instituciones del Estado y de la economía
habrá que apelar a la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
Las
fuerzas democráticas de cambio, las que existen en la oposición y las que
subsisten minoritariamente en el oficialismo, no pueden perder el rumbo. El
deseo y el objetivo inmediato de todos es el de revertir la crisis y
restablecer la vigencia de la Constitución Nacional. Esto sólo es posible con
un entendimiento entre quienes forman parte de opciones que se han enfrentado,
dura y desigualmente, durante años. Un entendimiento para salir,
constitucionalmente, de la cúpula de los fracasos.
Maduro
retrocede lanzando granadas contra el entendimiento, bloqueando los caminos
constitucionales que abren las posibilidades de cambio. Está perdiendo el
juicio democrático y en vez de estimular la cooperación entre los dos únicos
poderes públicos que tienen su origen en los votos, Maduro resuelve quitarle la
luz, retenerle el presupuesto y desconocer las atribuciones constitucionales a
la Asamblea Nacional. En su desesperación, está haciendo todos los esfuerzos
para pasar a la historia como un gobernante que cruzó la línea roja hacia el ejercicio
totalitario del poder.
La
cúpula del gobierno se ha convertido en el gran obstáculo para resolver
cualquiera de los grandes, medianos o pequeños problemas que padecemos. Un
tapón que impide la paz, la reconciliación y la unificación de los ciudadanos.
El gobierno es la catástrofe. Es el activador de la crisis humanitaria.
El
entendimiento es la base para una transición plural y progresiva, el primer
paso hacia la formación de un gobierno según la relación de fuerzas y la
deseable participación de la minoría electoral en la reconstrucción de la
sociedad. Es también el medio que los ciudadanos pueden practicar autónomamente
para tejer y definir desde la base de la sociedad, las condiciones para
recuperar el derecho a vivir mejor.
Un
entendimiento en el que pensando distinto, podamos actuar juntos. Un
entendimiento que hay que comenzar, en todos los niveles, antes y después del
revocatorio.
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