Luis Manuel Esculpí 17 de mayo de 2016
El
título y el contenido de la famosa novela de George Orwell nos sirve para ilustrar
lo que en la actualidad sucede en el campo oficialista, de allí mi atrevimiento
al encabezar este artículo con una de las más conocidas obras del autor inglés
Tienen
que aparentar fortaleza para disimular la debilidad. Algunas aparentes
demostraciones de fuerza así lo confirman. A varios de sus voceros les aplica
el viejo adagio "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Ya
no está quien lograba cohesionar el "nido de alacranes" como lo
calificó el General Muller Rojas. El "muro de contención" de ideas
locas según Diosdado.
Siempre
hubo allí contradicciones - como es natural- pero el liderazgo carismático hoy
ausente las mitigaba. La rebelión recorre la granja. Unas pocas han salido a
flote, aún así poseen significativa importancia.
No
podía ser de otra manera, la realidad es apabullante. La retórica oficialista
no la puede opacar. El fracaso es más que evidente, el rechazo también. Las
graves manifestaciones de la crisis nos golpea a todos. La casta gobernante se
exceptúa.
Comienzan
a sentir los rayos del sol en el espaldar. Expresiones recientes constituyen
síntomas de la enfermedad. Señales que siempre acompañan a los regímenes en
proceso de descomposición.
No
tienen semejanza con la de aquellos "patriotas cooperantes" como el
General y ex magistrado Eladio Aponte Aponte, Luis Velásquez Alvaray, Leamsy
Salazar, Rafael Isea y el más nuevo: Hebert García Plaza.
No,
son disidencias políticas de otra categoría: similar - por supuesto- también
diferentes; a las de Marea Socialista, los ex ministros Héctor Navarro, Jorge
Giordani y Ana Elisa Osorio. Me refiero a las de los Mayores Generales Miguel
Rodríguez Torres y Cliiver Alcalá Cordones. Llama particularmente la atención
la presencia de altos oficiales de las Fuerzas Armadas Nacionales que han ocupado
importantes posiciones en el gobierno,entre los protagonistas de la disidencia;
sobre todo en un régimen que pregona la alianza cívico- militar y que en buena
medida es tutelado por el estamento armado.
Hay
antecedentes en esa dirección, cambiando lo cambiable; los Generales Raúl
Baduel, Manuel Rosendo, Guacaipuro Lameda y Francisco Usón ocuparon cargos de
primer orden en los inicios del régimen.
Compartimos
a plenitud la visión que ubica el cambio político en una perspectiva
eminentemente civil, muy distante de pensar en soluciones militares. Ahora
bien, es innegable la importancia de ese sector, no puede subestimarse en la
lucha por el cambio.
Existe
en el mundo civil del campo oficialista mucha gente, que tiene una actitud
distinta a la de Maduro, Aristóbulo, Diosdado y Jorge Rodrigues en torno al
revocatorio, expresan la necesidad de buscar alternativas al actual estado de
cosas y perciben el referéndum como una opción válida y constitucional.
Es
previsible que se produzcan nuevas e importantes disidencias, a ellas no se les
puede responder con el refrán: " tarde piaste pajarito"; la
experiencia histórica mundial y la propia, demuestra que estos cambios
políticos siempre tienen características inéditas y para su estabilidad y
gobernabilidad requieren la presencia de representantes del régimen anterior.
Obvio quedan excluidos personajes con comprobada participación en delitos de
corrupción, narcotráfico y violación de los derechos humanos.
El
cambio que el país reclama, debe ser lo menos traumático posible, para salir de
la crisis se hace necesario lograr -insistimos- estabilidad y gobernabilidad,
para ser ejecutable es necesario conformar un gobierno de Unidad Nacional. No
se trata de una consigna, sino una disposición política que debe conformarse
para cambiar de rumbo y poder progresar en paz.
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