Por Simón García
La Constitución material que
rige al país la dicta un gobierno fuera de ley. Ya la Fiscal General señaló la
ruptura entre el presidente y la Constitución. No hay forma de restablecer su
vigencia porque no existe ni separación ni autonomía en poderes públicos que
actúan bajo órdenes de Maduro: el TSJ, el CNE y el llamado poder moral. Toda
solicitud de aplicación constitucional se la trituran esos aparatos de
opresión. El régimen se blindó contra la democracia.
Pero en las estructuras
oficialistas aún hay gente con valores democráticos. Luisa Ortega Díaz es un
ejemplo. Recientemente Eustoquio Contreras, dos magistrados del TSJ y Mari Pili
Hernández lo confirman. El fraude constituyente nos obliga a escoger entre
lealtad a la Constitución o sumisión al Presidente. No hay nada que discutir
sobre la continuación del golpe de estado contra la Constitución.
Para que el gobierno imponga
sus bases comiciales tendrá que llevarse por delante el voto universal, directo
y secreto; el pluralismo, la libertad de expresión, los partidos, el derecho a
manifestar, a ser opositor o disidente. Aumentará el hambre, la escasez, las
crisis, la inseguridad y su criminal represión...
El golpe totalitario significa
una mayor destrucción de Venezuela, una caída definitiva en la barbarie. Pero
la respuesta no es llamar a la insurrección porque ese terreno le conviene hoy
al gobierno, porque decidimos racionalmente no ser una oposición armada y
porque rechazamos moralmente la violencia. El que quiera tiene monte de sobra
para jugar a la guerra.
La AN nos llama a elevar la
resistencia pacífica de todo el pueblo en defensa de la Constitución. El país
exige aplicarla, no cambiarla. Los venezolanos no quieren un Estado Comunal sin
Gobernadores ni Alcaldes, con un solo periódico, un canal de TV y todos
trabajando para el Estado por una bolsa Clap.
Tenemos una dirección que ha
logrado conquistar el reconocimiento arriesgando su pellejo. Ahora más unida y
trabajando por incluir a otros actores y sectores. Una dirección con residencia
en la tierra y oficio conocido. No sigamos los falsos lobos solitarios que
llaman a la insurrección violenta desde Miami y a sustituir a la MUD. Es cierto
que la dictadura no quiere negociar, pero basta que una fracción de su élite o
que los mandos militares lo exija para que la paz de los fusiles abra paso a un
acuerdo nacional y a un gobierno plural de transición.
Aquellos que aún apoyan al
oficialismo deben comprender que sus motivos ideales y sus proyectos de
justicia social no los representan los responsables de que seamos más pobres,
con menos derechos y masacrando a un pueblo que pelea para conquistar un futuro
que le han confiscado. Sin abandonar sus convicciones tienen que decidir si
defienden la Constitución de 1999 como marco de convivencia entre proyectos
opuestos o “constitucionalizan” la dictadura.
Juntos podemos, desde la calle
y otros espacios, ganar vida y libertad. Triunfar contra el despotismo para
asumir la reconstrucción de Venezuela. Siempre estamos a tiempo para detener
más catástrofe.
25-05-17
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