Ary Waldir Ramos Díaz 27 de mayo de 2017
Todos
nosotros en nuestra vida hemos tenido un momento difícil, oscuro, momentos en
los que caminamos tristes, preocupados, sin meta, solamente con delante un
muro…Y Jesús siempre está a nuestro lado y junto a nosotros para darnos
esperanza, para calentarnos el corazón y decir: sigue adelante, yo estoy
contigo, ve adelante”, dijo el papa Francisco en la plaza de San
Pedro en la audiencia general de este miércoles 24 de mayo de 2017.
Tras
la audiencia
privada que tuvo esta mañana con el presidente de Estados Unidos, el
Papa realizó su catequesis sobre los dos discípulos del camino
de Emaús para indicar el camino de la esperanza (cfr Lc 24,28-32).
Una derrota que luego se convierte en gloria.
Así,
explicó que en el camino de Emaús, se “narra la experiencia de los dos
discípulos que, después de la muerte de Jesús en el Calvario, huyen de
Jerusalén sin esperanza, desilusionados y llenos de amargura por la derrota del
Maestro, hacia la tranquilidad de Emaús”.
Terapia
de la esperanza
De
ahí, Francisco aseguró que Jesús comienza su “terapia de esperanza”. “Primero
pregunta y escucha: nuestro Dios no es un Dios que se impone”.
Jesús,
“aunque ya conoce el motivo de la decepción”, deja tiempo a sus discípulos
“para sondear las profundidades de la amargura que les ha cautivado. El
resultado es una confesión de la existencia humana que es un estribillo:
“Nosotros esperábamos …” (v. 21)”.
“Jesús
camina con todas las personas que sin confianza caminan cabizbajos y
desilusionados. Y caminando con ellos, de manera discreta, logra devolver la
esperanza”.
El
Papa enseña esta terapia de la esperanza para que las personas
afligidas tengan “el tiempo necesario para que hagan un recorrido interior y
lleguen al fondo de su amargura”. Es salir del momento de la espera, de la
“tristeza, decepción, derrota, y que son un retrato de la existencia humana que
nos es común”.
“Como
a los discípulos de Emaús, Él habla a través de las Escrituras, manifestando
cómo la verdadera esperanza pasa por el fracaso y el sufrimiento. Y
al final del camino cumplido en su compañía, Jesús se hace reconocer en la
fracción del pan, gesto fundamental de la Eucaristía, don de su amor total, de
donde brota la vida de la Iglesia y del cristiano”.
Por
último, el Papa saludó a los peregrinos de lengua española, en particular a los
grupos provenientes de España y Latinoamérica.
“Que
Jesús resucitado nos conceda descubrirlo presente y vivo en su Iglesia
-concluyó-, donde, saliendo a nuestro encuentro y caminando junto a cada uno,
nos conduce con su amor infalible y su presencia vivificante por el camino de
la esperanza. Que Dios los bendiga”.
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