Papa Francisco 27 de mayo de 2017
Evangelio
según San Juan 16,23b-28
Pidan
y se les dará: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, Él se lo concederá en mi
Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y
tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de
parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino
que les hablaré claramente del Padre. Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y
no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que Él mismo los ama,
porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine
al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre" Palabra del Señor
Reflexión
del Papa Francisco
Jesús,
por decirlo de modo un poco fuerte, nos desafía a que oremos, y dice así:
"Todo
lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su
Hijo".
Si me
piden algo en mi nombre, yo lo haré… ¡Esto es muy fuerte!
¿Tenemos
el valor de ir a Jesús y pedirle así: Tú nos has dicho esto, ¡hazlo! Haz
que la fe vaya adelante, haz que la evangelización avance, haz que
este problema que yo tengo se resuelva…? ¿Tenemos esta valentía en la oración?
¿O
rezamos un poco así, como se puede, empleando poco tiempo en la oración? ¿Y el
valor, la parresía –la audacia para decir la verdad- también en la oración?.
En la
Biblia leemos que Abraham y Moisés tuvieron el valor de negociar con el Señor.
Un valor a favor de los otros, a favor de la Iglesia, que hoy también es
necesario.
Cuando
la Iglesia pierde la valentía, entra en ella la atmósfera de tibieza. Los
tibios, los cristianos tibios, sin valor… eso hace tanto daño a la Iglesia,
porque la tibieza te lleva hacia dentro, y comienzan los problemas entre
nosotros: no tenemos horizontes, no tenemos valor, ni la valentía de la oración
hacia el Cielo, ni tampoco el valor de anunciar el Evangelio.
Somos
tibios… Nos centramos entonces en nuestras cosas pequeñas, en nuestros celos,
en nuestras envidias, en el carrerismo, en el avanzar de modo egoísta… en todas
estas cosas. Pero eso no hace bien a la Iglesia: ¡la Iglesia debe
ser valerosa!
Todos
nosotros debemos ser valientes en la oración, desafiando a Jesús. Que el Señor
nos dé a todos la gracia de la valentía y la perseverancia en la oración. (Homilía
en Santa Marta, 02 de mayo de 2013)
Oración
de sanación
Amado
Señor, Dios de mi vida y de todo mi ser, cómo no seguir las indicaciones que me
das en tu Palabra si ellas son fuente de sabiduría y están cargadas de tanto
amor.
Tú
quieres lo mejor para mí, por eso me dices que le insista al Padre, que lo busque,
lo llame, que le pida con fe en tu bendito Nombre, que confíe en su bondad, en
su amor generoso que siempre busca el bien de sus hijos.
Mi
Señor, Tú guardas aquello especial para mí y que tanto lo necesita mi alma,
sólo esperas a que yo abra mi corazón y te lo pida con humildad, que crea en tu
proyecto de amor y todo lo que me has prometido.
No
temo buscarte Señor, no temo pedirte ni temo cansarme de invocarte por tiempo
indefinido porque sé que, en tu divina sabiduría, sabrás el tiempo adecuado para
darme eso que me ayudará a crecer en santidad.
Te
doy las gracias por tanta bondad y porque me amas en toda circunstancia. Cuento
contigo, con tu presencia que me protege y en que me das las soluciones que
necesito para salir victorioso a tu manera.
Gracias
por hacerme comprender que tu amor sobrepasa toda necesidad. Que Tú me das
tantas bendiciones que me ayudan a experimentar tu paz y en que puedo encontrar
fortaleza y consuelo en Ti.
Tú
eres quien me cuida, quien me provee. Eres Tú mi refugio y mi tienda del
encuentro. Eres Tú quien me sostiene y me llevas por caminos de bien.
Confío
en que escuchas mi plegaria, en que la atiendes y colmas de gracia a mi
sediento corazón. Confío en tu Amor de Padre y eso me basta. Amén
Propósito
para hoy
Practicar
el desprendimiento de los bienes materiales donando algo que me gusta a la
parroquia más cercana
Frase
de reflexión
"Queridos
jóvenes, no tengan miedo a casarse. Unidos en matrimonio fiel y fecundo, serán
felices". Papa Francisco
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