Por Roberto Patiño
Ya han pasado más de cincuenta
días desde que empezaron las protestas en toda Venezuela en rechazo al régimen
madurista. Los venezolanos han tomado conciencia de la instauración de la
dictadura y se han producido marchas multitudinarias que exigen el cambio para
salir de la crisis y el modelo nefasto de gobierno, demandando la vuelta a las
vías democráticas. Para todos es evidente la inviabilidad de un gobierno que
busca someter a más de un 80 % de la población que lo adversa a un proyecto
país de bolsas CLAPs, OLP asesinas y carnets de la patria, en medio de una
tragedia social y económica de proporciones inéditas.
El régimen se atornilla al
poder sin apoyo popular, en alianza con una cúpula militar. Despliega una
escalada de violencia sin precedente en ningún gobierno contemporáneo de
nuestra historia, agravado por la activación de grupos paramilitares contra la
población. Son constantes las violaciones a los derechos humanos: nunca se
había visto en Venezuela tal catálogo de torturas como los cometidos por este
régimen en este corto tiempo. Se están produciendo persecuciones políticas y
juicios militares a civiles, con planes como el Zamora o la operación Tun Tun,
que reproducen las peores acciones de dictaduras de las décadas de los 60 y 70
en el Centroamérica y el cono sur.
La protesta y la
manifestación, vías legítimas de expresión popular, han sido implementadas en
todo el país. Han mostrado de manera rotunda y clara el descontento y el
rechazo al régimen. Pero también han sido la dolorosa expresión de un
sacrificio: más de 50venezolanos han sido asesinados durante las
manifestaciones, además de cientos de heridos y detenidos. Este sacrificio es
muestra de la crueldad del régimen, de su avidez por el poder, y señalan el
riesgo y peligro cierto al que nos enfrentamos.
Luego de 50 días en la calle,
se impone un momento de reflexión que considere esta realidad. No para llamar
al desánimo y la desesperanza sino para generar nuevas objetivos, estrategias y
formas de participación que aseguren la continuidad de la protesta y el logro
de las condiciones para la salida del régimen de Nicolás Maduro.
Es nuestra creencia que para
esta nueva etapa debe n fijarse dos objetivos principales:
>Movilizar a una amplia
base: El rechazo a la dictadura debe ser un movimiento que convoque a todo el
país. Debemos encontrar puntos de coincidencia y de reconocimiento que
unifiquen a las distintas realidades nacionales afectadas por la crisis. Ir al
encuentro y movilizar en torno a una visión solidaria e incluyente de la
Venezuela que viene. Es prioritario generar asambleas populares, encuentros y
la activación de canales de comunicación que vinculen, a unos con otros,
individuos, comunidades, organizaciones, gremios y demás actores sociales.
>Provocar tomas de
conciencia dentro del poder: Es necesario que se produzcan quiebres dentro de
la estructura de poder que posibiliten el cambio. Desde la protesta deben
generarse mensajes de toma de conciencia, humanización del otro y reflexión a
los sectores del ámbito militar y público, así como visibilizar desacuerdos,
divergencias que se produzcan, y establecer puntos de contacto con quienes
expresen públicamente la disidencia al proyecto dictatorial.
Para el logro de estas metas
proponemos enfocarnos en:
>Diversificar la protesta:
es necesario generar un número mayor de opciones que disminuyan el peligro de
la participación y reduzca las posibilidades de violencia, amplíe el alcance e
impacto de la protesta y puedan reproducirse en la mayor cantidad de contextos.
Esto va desde el ejercicio de formas alternativas de protesta (volanteo,
repartición de impresos, intervenciones a espacios públicos, eventos de corta
duración, creación de canales de información) al establecimiento de redes de
apoyo a las marchas (transporte, opciones de resguardo, sistemas de información
de rutas y alertas, dotación de insumos, asistencia médica).
>Ruptura del cerco
comunicacional: el control de medios y la censura del régimen genera una enorme
desinformación, y la presencia de un único discurso, propagandístico, divisivo
y fraudulento. En nuestro trabajo en las comunidades hemos visto cómo esta
desinformación y censura criminaliza la protesta y condiciona negativamente la
participación. Deben estimularse la creación de redes populares y la difusión
de mensajes en medios digitales y analógicos, que permitan el conocimiento de
la situación y el acceso libre a la información.
La continuidad y el éxito de
la protesta son vitales para el país. Detener las manifestaciones y el reclamo
significaría la acentuación del sometimiento. La permanencia en el poder de
régimen va a acentuar una situación de crisis que, solo en lo que se refiere a la
emergencia alimentaria, ya está rayando en la hambruna.
Frente a la pesadilla de una
Venezuela sometida, rota y en guerra perenne del régimen de Maduro debemos
hacer que prevalezca la Venezuela de democracia, reencuentro y convivencia que
pedimos todos los venezolanos.
Coordinador de Movimiento Mi
Convive
Miembro de Primero Justicia
22-05-17
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