Por Tulio Álvarez
Son muchos los partidarios del
PSUV y de “El Proceso” que se han percatado que los Decretos Nros. 2830 y
2831 del 1º de mayo de 2017, publicados en la Gaceta Oficial Extraordinaria N°
6295, convocando una Constituyente Comunal, son una especie de fosa común para
todos ellos. Lo piensan, lo murmullan y hasta algunos, como la Fiscala General
Luisa Ortega Díaz, de innegable lealtad y raigambre revolucionaria, lo
proclaman urbi et orbe.
Me enteré, al momento de
escribir esta crónica. La titular del Ministerio Público e integrante del
Consejo Moral Republicano, envió una carta al máximo exponente del
constitucionalismo del régimen, me refiero a Elías Jaua, señalando que “cambiar
la Constitución no resolverá la grave crisis y lejos de coadyuvar a la ansiada
reconciliación generaría un alto grado de incertidumbre y pondría en riesgo las
conquistas de 1999”. Se trata de un misil dirigido a la línea de flotación de
Maduro. Hasta Ramírez, el destructor de PDVSA, lanzó su alerta.
Maduro invoca su voluntad de
diálogo después de estercolar el término con su teatro de noviembre. Él afirma
que no tiene interlocutores en el bando opositor; precisamente él, quien
utilizó los últimos cartuchos de infiltrados que le quedaban para desmovilizar
y crear confusión en los factores democráticos. Él tiene razón. No tiene con
quien montar su juego porque, a estas alturas de la confrontación, sus fichas
camufladas saben muy bien que un movimiento en contra de la convicción nacional
de ruptura, superación de la debacle y determinación por una salida definitiva,
cualquier maniobra dudosa, representa un suicidio político para aquel que se
preste a ella.
Como la mayoría de sus socios
políticos, económicos y partidarios plenamente identificados, los que están
camuflados en la acera contraria, no se quieren hundir con él. Rememoremos el
origen de esta crisis. Todo comenzó con la posición adelantada de colocar a la
cabeza del Tribunal Supremo de Justicia a alguien dispuesto a ejecutar
cualquier acto, sin importar lo aberrado que pareciera desde el punto de vista
jurídico. Eso privó para que el seleccionado no fuera Calixto Ortega, más
moderado y “amigo de sus amigos” donde estén, a pesar de su Padrino. Y la
conspiración radical, unida a la mafia militarista, logró colocar a un esbirro
ideal a sus intereses.
El efecto fue inmediato. La
cadena de sentencias posteriores a la designación de la nueva directiva del TSJ
termina de rematar una faena malignamente hilvanada; desde la instalación de la
Asamblea Nacional el 5 de enero de 2016, solidificada con la aquiescencia de
elementos insertos en la oposición. Pero no se requería la estocada final que
alertó a la comunidad internacional. ¿Qué necesidad tenía el sicario de
dispararle a un muerto? Pero lo hizo, aunque ahora trate de responsabilizar a
Mendoza y al propio Calixto. La realidad es que los siete del patíbulo, me
refiero a la Sala Constitucional, firmaron creyendo en una “instrucción
superior” en ese afán “ultrapetita” de satisfacer al poder. Craso error el de
utilizar a un mercenario como interlocutor.
Si analizamos con
detenimiento, tras bambalinas actúan factores del propio proceso, los factores
democráticos están ausentes. La meta era radicalizar a Maduro o debilitarlo, si
no se producía la primera opción. Pero la gran conspiración logró la
peligrosísima situación de cumplir los dos objetivos al mismo tiempo.
Agréguenle el componente de desesperación. Y si a esto sumamos un filibustero
del derecho que lo convence, entre otras cosas porque tiene al mismo “Padrino”
de Calixto, sobre la genialidad que significa la convocatoria de una
“Constituyente Comunal” en un escenario de conflicto, se produce la tormenta
perfecta.
Los enemigos de Maduro, los
que lo tumbaron, no son Borges, Henry, Capriles, María Corina o el mismo
Leopoldo. La realidad es que los mosqueteros que en algún momento se
convertirán en verdugos son Cabello, Tarek, Moreno, Escarrá; muchos más que
cuatro. Rodríguez Torres no ceja en su presencia dominante por los lados de
Parque Carabobo; Diosdado desempolva sus apuntes de la Academia Militar, en
especial el manual de estrategia para rememorar la batalla de Santa Inés; y, en
el Ejército, están pendientes de cómo se elimina definitivamente a la Guardia
Nacional, por colocar alguna pólvora a la fogata. Entonces, ¿dónde está la
oposición?
Me parece evidente que la
oposición no existe y tenemos que comenzar a manejarnos con la correcta
semántica. Ya no hay gobierno, solo una cofradía de usurpadores que se
constituyen en dictadura opresora. No existe Fuerza Armada o Policía, son
represores. No hablemos de colectivos porque actúan grupos paramilitares
patrocinados, organizados y financiados por el Estado. No hay decreto o
sentencia de los que rompieron el orden constitucional que tenga valor. Hoy, lo
que fue oposición somos los factores democráticos en resistencia.
Finalmente, tenemos una
“constituyente comunal” que no es un proceso constituyente. Es una simple pero
desesperada maniobra que pretende terminar de enterrar a la Constitución de
1999, imponer una agenda política en donde no hay sustancia distinta a una
dictadura y desviar la atención del eficiente trabajo que dirige Maduro para
traicionar y destruir esta patria. Basta comparar la convocatoria de la
Constituyente de 1999 con el infeliz esfuerzo del usurpador:
1.
Chávez Frías ejerció la “potestad de iniciar”
el procedimiento para la convocatoria del Referendo, mediante Decreto N° 3,
dictado el 2 de febrero de 1999, en la Gaceta Oficial de la República de
Venezuela N° 36.634, de esa misma fecha, tal como lo refiere la Resolución No 990217-32
del 17 de febrero de 1999, emanada del Consejo Nacional Electoral que convoca
al referendo consultivo. La convocatoria la hizo el pueblo participando en el
referendo del 25 de abril de 1999. Maduro usurpa la soberanía nacional y comete
fraude constitucional al convocar la ANC para desconocer a la Asamblea
Nacional.
2.
Las Bases de la Convocatoria de la Asamblea
Constituyente de 1999 fueron publicadas en la Gaceta Oficial No658 del 10 de
marzo de 1999 para que el pueblo las aprobara en el referido referendo. Maduro
nombra una comisión para que le presente un informe que ya está elaborado y
publicará en forma de decreto como bases de convocatoria, sin consulta popular
que las refrende.
3.
En 1999, la elección de los miembros de la
Asamblea Nacional Constituyente fue por votación universal, directa y secreta.
El período de postulación fue de treinta (30) días contados a partir del 25 de
abril, fecha de la convocatoria aprobada por el pueblo. La campaña electoral
duró treinta (30) días contados a partir del cumplimiento del lapso de
postulación. Ahora Maduro plantea una Constituyente Comunal y de sectores con
simulacros de procesos electorales y con “designaciones comunales”, en esos
entes controlados por el Ministerio de Comunas en los que nadie es electo.
4.
En 1999, el proyecto de Constitución aprobado
por la ANC fue sometido a la voluntad popular mediante el referendo aprobatorio
del 15 de diciembre del mismo año. Hoy, Maduro anuncia que la Constitución no
precisa de otro respaldo que no sean las comunas y Los CLAP.
Esta tramoya fraudulenta será
adelantada sin pausa contra la voluntad del país democrático. Cerraran el circo
de consultas impuestas y la comisión creada por el Decreto NO 2831 del 1º
de mayo de 2017, publicado en la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 6295,
presentara el informe que redactó hace un mes el amigo Escarrá tratando de
calcar el texto de 1999. Eso sí, sin elecciones universales. Maduro las
publicará en Gaceta Oficial.
El CNE tratará de ejecutar el
teatro. El TSJ validará. La “Constituyente Comunal” se instalará el mismo día
que la ANC en 1999. Jaua la presidirá. Maduro resignará su cargo y la
“Constituyente Comunal” lo ratificará. Inmediatamente, caerá la Fiscal General
de la República y la Asamblea Nacional, también intervendrán la gobernación de
Miranda y las Alcaldías de Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre. Después los
otros municipios serán sustituidos por las comunas.
Abrogaran la Constitución de
1999 sin siquiera aprobar la “Constitución Comunal” de 2017. Todo esto pasará
inexorablemente si el pueblo de Venezuela se desmoviliza y acepta que la
ruptura del orden constitucional fue solo “un exceso” del TSJ. La dictadura del
hambre, desabastecimiento, represión, violación sistemática de derechos
fundamentales y sangre se eternizará. Aquí solo cabe la lucha de un pueblo por
su libertad. Los hijos de esta viuda que es Venezuela se tienen que revelar,
mostrar. Todos a la una a cargar la urna.
tulioalvarez17@gmail.com
23-05-17
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