Por Henrique Capriles
Pretender ignorar la crisis
que se vive en el país es un acto de criminal y de profundo desprecio contra el
pueblo. Son muchos los problemas que se han ido acumulando sin que el gobierno
le dé solución a uno solo de ellos, en su lugar, su respuesta ha estado marcada
por la burla hacia quienes más necesidades tienen. Decir que en “Venezuela no
hay hambre sino amor”, es sin duda una cachetada a la moral de nuestra gente,
más aún para quienes se han visto forzados a hurgar entre la basura para no
morir de inanición.
Palabras como las expresadas
por la enchufada presidenta del fraude constituyente son una burla a la
epidemia de hambre que se vive en nuestra Venezuela, pero que más podíamos
esperar de una señora que dijo que Venezuela tenía capacidad para alimentar a
tres países más con la producción interna.
Quienes mantienen por la
fuerza el poder en Venezuela, le declararon hace tiempo la guerra al pueblo y
en cada una de sus acciones lo que se evidencia es que se enfermaron por
completo de las prerrogativas que ofrece el poder y se divorciaron de las
realidades que nos afectan. Vale la pena recordarles que el poder es un
préstamo de uso, y más temprano que tarde nuestro golpeado pueblo les cobrará
las cuentas y con los intereses de tantos años de carencias y atropellos. El
fraude constituyente solo agravará aún más la crisis, y es que el deterioro de
las condiciones de vida de los venezolanos avanza progresivamente, porque las
políticas económicas de la mal llamada revolución han generado una serie de
distorsiones, llegando al punto de tener la inflación más alta del mundo,
calculada aproximadamente en 700% para finales de año y con unos niveles de
desabastecimiento que rondan porcentajes superiores a 60% y hasta del 80% en el
caso de los medicamentos.
Para que se sepa de la
gravedad de lo que estamos hablando y de lo mal que estamos, solo en el mes de
julio hubo una inflación de 26% en Venezuela, y ese número es superior a la
inflación que se ha registrado en Perú en los últimos 10 años.
Según un reciente informe de
nuestra Asamblea Nacional, la inflación acumulada en estos 7 meses de 2017 fue
de 249%. Esto hace que lo que debería ser un simple día de compras de alimentos
se convierta en una experiencia amarga, puesto que los precios experimentan
aumentos a diario. Sólo de junio 2017 a julio 2017 hubo un alza de más de 17%
en la Canasta Alimentaria Familiar. 1.443.634,25 bolívares cuesta que una
familia de cinco personas se alimente durante un mes.
En solo un año la canasta
alimentaria subió 296,7%. La situación es tan crítica e insostenible que se
necesitan 14.1 salarios mínimos (97.531,56 bolívares) para que una familia
pueda adquirir la canasta alimentaria, es decir, 48.121,14 bolívares diarios.
Si nos fijamos solo en el almuerzo, el costo promedio de un almuerzo para un
trabajador es de 9.600 bolívares, mientras que el monto del ticket de
alimentación es de 5.100 bolívares diarios. Es decir, el ticket que debería
cubrir el almuerzo del día de un trabajador, solo cubre el 53% de esa comida.
Mientras se siga hablando de
que la inflación es una consecuencia que tiene asidero en ataques
especulativos, incrementos de costos y aumentos de demandas no se va a
solucionar el problema. Hay que tener responsabilidad y entender que la
inflación no es otra cosa que el deterioro del poder adquisitivo del dinero y
que en Venezuela ha sido una política continuada.
La situación de nuestra
Venezuela es insostenible porque tenemos una economía en coma y quienes tienen
secuestrado el poder no hacen nada para remediarlo, su único objetivo es
permanecer en el allí a costa del hambre de los venezolanos. La necedad
política de un modelo fracasado tiene a todo un país sumido en un precipicio
sin fondo.
La narco cúpula que gobierna
en Venezuela atacó y desarticuló el sector productivo nacional amparado en la
bonanza petrolera más grande de toda nuestra historia. Hicieron de las
importaciones subsidiadas un gran negocio de corrupción para acabar con el
sector privado del país, con el único fin de su beneficio propio y mantener el
control político.
El desastre económico nacional
llegó a su punto crítico por una política que lejos de corregir los entuertos
los ha magnificado en el tiempo. La limitación de ingresos y recursos
provenientes del petróleo, sumado a la emisión de dinero inorgánico, ha agudizado
aún más el deterioro del poder adquisitivo del pueblo, tanto que la pobreza
extrema pudiera ubicarse al cierre de 2017 en más del 60%.
La tragedia de lo que estamos
hablando significa, que si no se corrigen las políticas económicas, para
finales de 2017 más de 18 millones de venezolanos no podrán satisfacer las
necesidades básicas para vivir dignamente, lo que implica que se les hará
imposible abastecerse de alimentos y muchos menos cubrir bienes y servicios.
Sabemos que tenemos delante de
nosotros un futuro más incierto que de claridad, y que la incertidumbre del
futuro pareciera un dado lanzado al aire, sin saber predecir cuál será el
resultado al caer. Sin embargo, tenemos que mantener firme la esperanza,
nuestra lucha nos ha permitido avanzar en muchos sentidos, y debemos seguir
presionando hasta alcanzar el cambio que tanto anhelamos los venezolanos. Hoy
es urgente que la movilización de calle y la presión social sea un espacio
donde concurran todas las demandas políticas, económicas y sociales. Lo
económico y social sumará mucha más gente porque esa es su prioridad. Es
absolutamente normal que se haya dado un bajón en las movilizaciones, luego de
más de 4 meses de esa intensidad, es normal que los venezolanos necesiten
agarrar oxígeno para volver a la lucha. Mientras haya miles de problemas habrá
miles de razones para seguir la protesta y la presión social.
No olvidemos que esta lucha
empezó por cuatro razones importantes para nuestra Venezuela: abrir un canal
humanitario para alimentos y medicinas, el respeto a la Asamblea Nacional, la
liberación de todos los presos políticos y el cese de las inhabilitaciones, y
unas elecciones libres y democráticas dentro del marco de nuestra Constitución.
A ello luego sumamos el desarme de los grupos paramilitares y la negativa al
fraude constituyente.
El Rey está desnudo. La
Constituyente fraudulenta de Maduro para lo único que va a servir es para
tratar de mantenerse a la fuerza, y eso los ha desnudado ante la opinión
pública internacional. La Constituyente fraudulenta desnudó las intenciones de
Maduro y su camarilla, todo lo quieren imponer por la fuerza. No hay razón,
aunque a veces metan en su discurso la palabra paz, su única razón es la
fuerza.
No permitamos que el rencor de
quienes se saben perdidos nos hunda en su mismo desespero. Debemos mantener la
cordura para evitar que el odio siga carcomiendo el corazón de los venezolanos.
Conservemos nuestra esperanza intacta para que el bien triunfe.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela! Seguimos!
13-08-17
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