Por Arnaldo Esté
Hay que prepararse para
una larga lucha. Porque no solo se trata de un cambio de gobierno: hay
que construir un país.
Está claro que el gobierno
tomó el curso de la tiranía. Tiene los recursos del poder, incluyendo un
generalato muy elemental y poco cultivado, y está decidido a conservarlo a
cualquier costo. Más muerte y violencia, más mentira y vasallaje, más hambre y
destrucción.
Pero la muerte y persecución
no ha sido en vano. Han sido muchos los logros.
El 16 de julio se dio la
fundación ética de un nuevo país. Emergieron y se sustantivaron valores muchas
veces mencionados, pero pocas veces ejercidos. Si hay que hacer un inventario
de lo logrado en estos tiempos, eso habría que colocarlo al principio. Dignidad
y autogestión, participación, solidaridad, diversidad. Valores abonados por los
mártires.
Este ejercicio ético fue
acompañado por adecuadas políticas de difícil unidad y las naciones del mundo,
de una u otra manera, pudieron percibir que en Venezuela estaban ocurriendo
cosas nuevas. Que se trata ahora, no solo de preservar una democracia
enunciativa sino de profundizarla hasta llevarla a ser una manera de nación.
El desánimo, abonado por un
intenso tráfico de “verdades” enredadas, alimentadas por gente desesperada y no
pocas veces solitaria, refleja la percepción de la complejidad social como una
serie simple de voluntades y comunicaciones. Pero los que siguen la historia
saben que flujos y reflujos, ascensos y descensos en la participación, es lo
más común.
El gobierno, en su hacer de
tirano, persigue, encarcela, exprime su ventajismo de recursos y armas, y
miente sin detenerse ante el daño de perversión que la mentira, como variedad
de la corrupción, le hacen a la formación y educación de la gente.
Pero ellos no son ya, y lo
saben, herederos del futuro. Son un pasado reticente que ya ni siquiera se
menciona en discursos flacos y repetidos.
No obstante, tienen ese poder
y hay que tratar de disminuirlo aprovechando cada resquicio, cada nivel, cada
calle, cada evento, cada junta de vecinos, cada universidad, cada momento y
todas las canciones. En conciencia de que esta lucha ocurrirá en el escenario
de hambre y carencias que tomarán el primer plano y que pueden llevar a la gente
por atajos suicidas.
En estos cursos de acción
están las elecciones regionales. Son espacios que hay que ocupar. Es claro que
la tiranía usará todo para impedirlas, para molestarlas. Pero de eso se trata:
hay que hacer que el gobierno desnude siempre su condición tiránica.
A eso se agrega la oportunidad
de cultivar liderazgos regionales. Descentralizar las actividades, cultivar la
diversidad y la persistencia.
El boato y desorganización de
la falsa constituyente pandillera ayuda. Se muestran garras y colmillos para
recibir aplausos convenidos, para que los más deslenguados se luzcan, tratando
de ocultar con gritos las rivalidades y mezquindades que mantienen con
sus colegas. Pero ya se perciben y tendrán que crecer: la mentira y la
corrupción son virus de fácil contagio. Tal vez eso sea oportuno para hablar de
necesarias negociaciones.
arnaldoeste@gmail.com
12-08-17
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