LaFamilia.info 12 de agosto de 2017
“Educa
a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío” dice el proverbio del
filósofo chino Confucio… Y es que existen muchas realidades que los padres
quisieran evitar con tal de facilitar las cosas a los hijos, pero no podemos
desconocer que algunas de esas situaciones son ineludibles, y más temprano que
tarde, la vida se las pondrá en frente. Por eso la importancia de enseñarles a
tolerar la frustración.
La
frustración es una respuesta emocional que surge cuando no se cumplen las expectativas
esperadas. En el contexto familiar, la frustración se manifiesta de
manera especial cuando los padres dicen “no” ante determinada solicitud de los
hijos. Por tanto, la tolerancia a dicha frustración, es la
capacidad de aceptar las circunstancias y afrontarlas con una actitud positiva,
dando un paso adelante, en lugar de quedarse nadando sobre el pantano.
La
tolerancia a la frustración es una lección que se aprende en la familia,
donde los padres brindan enseñanzas sobre la formación de la voluntad.
Recordemos que el ser humano en sus primeras edades, tiende a querer dominar el
mundo a su antojo, así como a demandar cuantas cosas pasen por su cabeza,
debido a que aún no conoce las normas ni el dominio de sus emociones; sin
embargo gracias a la educación, el hombre adquiere la madurez y el conocimiento
que le permiten reconocer los límites propios y del colectivo en el que se
desarrolla.
Es
necesario decir “no”
En una
reciente entrevista publicada por The Family Watch, el
psicopedagogo Carlos Jiménez y director del Centro de atención a
Adolescentes en España, subrayaba que una educación permisiva y
sobreprotectora desemboca en hijos que no aceptan un ‘no’ y explicaba:
“(…) Un
adolescente desde niño tiene que aprender a frustrarse, que todo lo que
desea no puede ser complacido. Y muchas veces los padres, porque no tenemos
tiempo para estar con ellos, o porque llegamos a casa agotados y no tenemos
ganas de discutir, tenemos tendencia de concederles todo. Si a un niño, desde
pequeño, le enseñas que puede conseguir todo aquello que quiere, y si patalea
también lo logra, cuando llega a adolescente ¿cómo le vas a decir que ‘no’ a
salir hasta las tres de la mañana, a darle 40 euros, o a que tenga una planta
de marihuana en casa?.
(…) No
se han acostumbrado a una cosa que se llama la tolerancia a la frustración, y
es que a veces hay cosas y demandas cuya respuesta es ‘no’. Y uno tiene que
aprender a aguantarse, porque la vida está llena de alegrías pero
también de frustraciones y sacrificios. No puede ser que los padres tengan
la actitud de que, a costa de lo que sea, que mi hijo no se frustre, no se
traumatice, que tenga lo que yo no pude tener. En esta línea es muy probable
que termines teniendo un hijo tirano, con muy poca capacidad de tolerancia a la
frustración, de aguante. Y, además, que en algunos casos puede llegar a
utilizar la violencia para conseguir lo que quiere. Claro que es importante
decir ‘no’, pero también la cercanía y el afecto.”
¿Cómo
enseñarles a tolerar las frustraciones?
Es una
tarea que debe comenzar desde que el bebé nace, en cuanto a la satisfacción
inmediata de los deseos, también llamados “caprichos”. Actos tan simples como
dejarles en su cuna hasta que se duerman en lugar de pasearlos o darles la
comida a una hora establecida o negarles el juguete que tanto anhelan, son
formas de enseñar el autocontrol y la formación de la voluntad en los primeros
meses. En esta etapa es definitivo postergar la satisfacción de sus deseos, es
decir, que aprendan a esperar o aceptar cuando algo no resulta como ellos
quieren, sin reaccionar impulsivamente.
En la
medida que los niños crecen, surgirán otras formas de tolerar sus
frustraciones. El ámbito escolar por ejemplo, es un espacio donde se hacen
presentes diversas situaciones de forma gradual: primero los dibujos o las
letras fallidas, después la tarea mal elaborada, luego el primer examen
perdido, más adelante una asignatura y por último el año. Son las primeras
lecciones de frustración que se tienen en la vida y de no darles un buen
manejo, los resultados serán nefastos.
En
medio de estas circunstancias, es donde los adultos deben enseñar a sus hijos a
afrontar el fracaso en lugar de justificar sus acciones o negarse sus
limitaciones.
Deben
destacar entonces el valor del esfuerzo, de la persistencia, de la paciencia,
para superar los impedimentos y lograr los objetivos. No obstante, se ha de
tener en cuenta, que tolerar la frustración es una capacidad que se
desarrolla con el tiempo, gracias a un entrenamiento constante.
Por
otro lado, la adolescencia es una etapa crítica en términos de
tolerancia a la frustración, dadas las características y el vaivén
emocional que allí acontece. De ahí la necesidad de abonar el terreno años
previos, puesto que si desde pequeños aprenden a acatar y respetar las
negativas o las situaciones que cambian su cauce, será más probable que vivan
una adolescencia dentro de los términos normales.
Asimismo,
debe quedar completa claridad de que esta lección educativa debe estar
confinada dentro de una relación amorosa y cercana, que si bien no puede aislar
la autoridad y el deber de todo padre de formar a sus hijos en el sendero del
bien, de la rectitud y la integridad, debe alejarse de todo acto agresivo y/o
represivo. Por ende, se hace imperioso que los padres comprendan a sus hijos y
cultiven la paciencia entre otras virtudes, para acometer estos desafíos
formativos.
Preguntas
de reflexión
Las
siguientes preguntas permitirán analizar el tema de la tolerancia al fracaso en
nuestros hijos y la forma como padres manejamos la situación:
¿Es mi
hijo caprichoso? ¿Sigo sus caprichos al pie de la letra?
¿Cómo
reacciona mi hijo cuando le niego algo?: ¿Su respuesta es primaria? ¿Se altera,
pero se calma con facilidad?
Como
padre, ¿qué manejo le doy a esta situación?: ¿Me altero? ¿Cedo ante su
pataleta? ¿Me sostengo en lo dicho y no doy el brazo a torcer?
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