LUIS MANUEL ESCULPI 01 de
agosto de 2017
Todo
estaba fríamente calculado. Las "medidas preventivas" lo presagiaban.
Los periodistas tendrían que situarse a 500 metros de los centros. Se montó una
escenografía de distracción en el poliedro. La ausencia contrastaba con la
multitudinaria concurrencia de la consulta soberana del 16 de julio. No podían
anunciar una cifra inferior. Las precauciones para eludir la visibilidad de lo
que sucedía apuntaban en esa dirección. Pretendían legitimar lo que nació
ilegítimamente. La mentira es consustancial a los regímenes autoritarios. El
fraude también le es característico. Lo sucedido era perfectamente previsible,
no causa estupor. Los fascistas y los stalinistas son especialistas en falsear
la realidad.
Se
sabía de antemano que fuera el que fuera el número de votantes, el resultado
que se anunciaría sería superior a ocho millones, el Presidente de la Asamblea
Nacional Julio Borges el domingo a mediodía además de mencionar la cifra de
electores, hasta esa hora, anunció que la cifra del CNE sería la que todos
suponíamos; con la finalidad de superar los siete millones y medios de la
consulta promovida por la Mesa de la Unidad. Sin pretenderlo demostraron cuanto
valoran la movilización celebrada a mediados de julio.
En los
procesos electorales celebrados en estos diez y ocho años antes de este, no
tuvieron necesidad de apelar al expediente del fraude masivo. Salvo en la
votación para la reforma de la Constitución y las últimas elecciones
parlamentarias, siempre contaron con un importante respaldo popular que ya no
poseen. Por esa razón impidieron la celebración del referéndum revocatorio y
aplazaron las elecciones regionales.
El
diseño de las bases comiciales para el fraude constituyente contempló como
elemento principal la votación sectorial con un registro que le permitiera
asegurarse la mayoría anticipada, no realizar el referéndum para convocar la
constituyente y aprobar sus bases (tal como se hizo en 1999) significa el
reconocimiento explícito de la imposibilidad de salir victorioso en cualquier
elección que se realice en forma limpia y transparente.
Para
ellos todo se desarrolló normalmente con apenas "algunos incidentes",
insólito que la Presidenta del CNE, Maduro y los voceros del PSUV y el
representante del alto mando militar en sus discurso no hayan hecho la menor
referencia, al lamentable saldo de los diez y seis crímenes cometidos por la
fuerzas represivas en esas últimas cuarenta y ocho horas. Estas elecciones se
caracterizaron por dos situaciones imposibles de ocultar: la salvaje represión
desatada que provocó ese número de muertes y la notable ausencia de
participación de votantes.
A
partir de esta semana se abre un nuevo periodo en la lucha que vienen librando
los sectores democráticos, a la Asamblea Nacional como representación legítima
de la voluntad popular, le corresponde jugar un rol de primer orden en la
defensa de la Constitución. Conservando la Mesa de la Unidad como eje de la
conducción política se hace necesario ampliar el frente con sectores gremiales,
sindicales, líderes populares, profesionales, académicos etc...Facilitando la
participación de los diversos sectores disidentes del oficialismo. Igualmente
el nuevo periodo requiere rediseñar las formas de protesta y de desobediencia
civil, incorporando los temas económicos y sociales que tanto afectan a los
sectores populares y motivan su movilización.
La
constituyente de Maduro y Diosdado no constituye un instrumento para resolver
los gravísimos problemas que atraviesa la sociedad venezolana, la crisis en
todos los órdenes de la vida continuará y tiende a profundizarse. No podíamos
esperar nada distinto, estaba cantado lo que harían, no hubo sorpresa, de
manera que no hay lugar para el desánimo y el desaliento. La lucha sigue en
nuevos escenarios con diversas formas pacíficas y en defensa de la
Constitución. Esta nueva etapa exige actuar con la máxima amplitud, con
creatividad, aplomo y decisión para incorporar a la inmensa mayoría que rechaza
al gobierno y poder abrir así los cauces que posibiliten alcanzar el cambio
político.
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