Por Edward Rodríguez
Sin duda, una gran parte de
los venezolanos, de la tendencia que sea siente y vive a diario la tragedia por
la que estamos pasando. Poner un pie en la calle significa que a diario arranca
una nueva cadena de penurias, especulación, robo, ruleteo por
conseguir lo que necesita y si lo consigue a darle duro a esa tarjeta de
crédito hasta que no pase más porque la inflación es tal, que últimamente los
precios no son de susto, sino de infarto.
Qué tragedia en la que nos
metimos, nos metieron y nos quieren seguir metiendo, el señor del bigote que
nos dirige y de quien algunos piensan que se quedó en el volante del metrobús;
craso error pensar así, fue escogido a imagen y semejanza, calculador y cuya
tarea es ejecutar al pie de la letra la misión de hundir al país bajo la
consigna “Chávez vive, la lucha sigue”.
Alguien me preguntó en estos
días si había visto la película “El Padrino”, con Marlon Brando, la verdad es
que es una de mis preferidas por aquello del manejo del poder, algo
similar a la tragedia actual que vivimos los venezolanos. Quien se empodera de
la mafia al convertirse en el sucesor de Don Vito es Michael Corleone, si ve el
film desde el principio, jamás pensaría que sería el más capaz y el de menos
escrúpulos para obtener el poder; igual pasa con el sucesor de Chávez.
Ahora bien, nosotros a lo
nuestro, la tragedia en la que se ha convertido Nicolás Maduro para Venezuela
se acaba en el 2018, la tragedia tiene los días contados pese a que hoy el panorama
está nublado, el ciclo del chavismo-madurismo está llegando al final,
sin recursos, sin esperanza y sin futuro; a nadie le gusta estar con un limpio
o arrimarse a un árbol sin frutos ni sombra.
Para romper con este ciclo se
requiere con un urgencia un candidato presidencial que goce de la
credibilidad de los factores de la oposición, que pueda aglutinar todas
las tendencias, que abrace a los rojos, los negros, los amarillos, los blancos
y a los azules; que pueda ser la voz cantante y que los partidos respeten sin
zancadillas. En el 2018 pudiéramos tener al frente el último tren para el
rescate de la democracia.
Creer que no tenemos a esa
persona es negarnos la potencialidad de la que gozamos los venezolanos de
innovar, progresar y romper barreras. Lo que sí considero vital para que ese
líder surja es que lo dejen trabajar, que los dirigentes de
las organizaciones políticas no le levanten una cama de anime, cada
uno debe entender que hizo su cometido, para esta realidad que se llama Venezuela requerimos
de ese aspirante y no necesariamente tiene que estar sentado en la mesa.
No queremos un populista,
que enamore a un país con mentiras, pero sí que su carisma y palabra impregnen
optimismo y de ganas de echar pa´ lante.
El fin de la tragedia está
cerca, las presidenciales están a la vuelta de la esquina y
el régimen pudiera estar sacando la cuenta de que con su campaña
de abstención la oposición no va a salir a votar en ese proceso, pero
desde ya le digo, hasta sus pocos seguidores van dejar el alma en la calle para
cambiar este gobierno que se envejeció muy rápido, que asimiló todos los males
de los llamado 40 años del pacto.
“No hay mal que dure cien
años, ni cuerpo que lo resista”, la tragedia termina en el 2018 sin prórroga ni
penales.
Foto: EFE
31-10-17
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