Por Fernando Pereira
La crisis pone a
prueba la estabilidad de cualquier grupo humano. Va erosionando el “sistema
inmunológico social”, la capacidad de que los individuos y colectividades
puedan hacer frente a las adversidades sin implosionar.
En la medida en que la crisis
perdura, sus efectos se hacen crónicos son mayores las posibilidades de que las
personas se irriten, depriman, enfermen, tengan comportamientos hostiles…
Los niños y adolescentes
sufren por partida doble
Padecen en carne propia los
rigores de las privaciones, límites en sus hábitos de alimentación, recreación,
socialización y, además, son receptáculos de las agresiones de familiares
y adultos que pagan con ellos las frustraciones y el estrés.
Cecodap realiza desde hace
años un monitoreo de cómo las diferentes formas
de violencias amenazan o violan los derechos humanos de esta
población. “Somos Noticia” es el informe producto de esta investigación. Ante
la opacidad de datos oficiales, constituye solo una muestra de los casos que
han trascendido, una radiografía que da cuenta de las tendencias, “la punta del
iceberg”.
Maltrato aumentó en un 51%
En el 2015 registró un total
de 6.455 casos de violencia contra niños, de los cuales 318 eran de carácter
familiar. Para 2016, Cecodap registró que, de 9.807 casos, 480 se perpetraron
en el núcleo familiar.
Si bien se ha denunciado un
aumento de la violencia contra niños en todos los demás ámbitos estudiados
(social, escolar, por accidente, sexual e institucional), Cecodap observó que
los casos de maltratos ejecutados por familiares subieron en 51% de 2015 a
2016.
¿Y en 2017? Siguen aumentando
los casos de violencia contra niños en el hogar, al pasar de 480 en
2016 a 558 en el presente análisis (lo que representanta un poco más de 16% a
pesar de que faltan 2 meses para finalizar el año).
Los más pequeños, los más
agredidos
61% de los casos que
especifican la edad afectan a niños y niñas menores de 6 años.
Aumentan en 90% los casos
de maltrato infantil al pasar de 101 casos en 2016 a 192 casos hasta
octubre del presente año. En 10 meses de 2017, 94 niños y adolescentes murieron
a causa de la violencia en sus hogares (representan el 76% de los 123
registrados durante 2016). La mayoría (36%) murió a mano de sus padres y/o
madres; 29% como consecuencia de las agresiones ocasionadas por
familiares; 21% por negligencia y/o descuido de los responsables de su cuidado
y 18% muertes bajo investigación de organismos policiales.
Lo que se evidencia
Está aumentando
la frecuencia de los casos. Cada vez se repiten más con el riesgo de
que se hagan costumbre, se naturalicen.
La mayoría de
los progenitores son muy jóvenes que tuvieron a sus hijos
siendo adolescentes, sin contar con las condiciones sociales,
económicas y emocionales, que aumentan los factores de riesgo a los que están
expuestos los niños, los cuales, en muchos casos, se convierten en estorbos.
Está presente el consumo
de alcohol o estupefacientes los cuales actúan como
desinhibidores que propician agresión incontrolada.
La intensidad de la violencia
es mayor. Cada vez hay más saña y brutalidad.
Los niños más pequeños son las
principales víctimas. Son lo más vulnerables, los más indefensos.
Se hace evidente la presencia
de pautas de crianza con violencia verbal, castigos físicos y
humillantes que son justificados culturalmente.
Los casos más lamentables, en
los que hay asesinatos, heridas o lesiones severas, evidencian un
entorno que manifiesta conocer del hecho desde hace meses y hasta años; pero
que confiesa no haber hecho nada. El silencio que aniquila a los inocentes.
La desconfianza en las
autoridades e instituciones se hace evidente. La gente no confía y tiene
miedo a realizar las denuncias a los organismos competentes que
deberían actuar.
El sistema de protección del
niño y del adolescente que debe contar con programas de prevención y
atención a este fenómeno se encuentra igualmente debilitado por la crisis.
La crisis profundiza la
agresión a los niños
Mientras la crisis sigue
apretando a madres y padres que no cuentan con condiciones, algunos proclives a
perder el control y ponerse violentos y la ausencia de estado, poder de
contención y de atención, estos lamentables casos se seguirán aumentando ante
la resignación e inacción de los responsables.
01-11-17
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