Fernando Camino Peñalver 04 de noviembre de 2017
@fernandocaminop
Analizando
las cifras de crecimiento y los niveles de inflación de Nicaragua, Ecuador y
Bolivia, países más importantes de los beneficiados del ALBA, en comparación
con el desastre económico en que ha sumido este régimen a nuestro país, no
podemos entender porque se insiste en la aplicación del Plan de la Patria.
Estos
tres países que si aprovecharon nuestra bonanza petrolera, presentan niveles
aceptables de crecimiento de su producto interno bruto (PIB) y cifras de
inflación anual, equivalentes al diez por ciento de nuestra inflación mensual.
En contraste, nuestro país cerrará este año con la inflación más alta del mundo
y la caída de su capacidad productiva interna más grave de America.
Comparando
el comportamiento de la economía de Nicaragua, antes y después de nuestra
bonanza petrolera, podemos señalar que los nica fueron muy eficientes en el
manejo de los recursos en divisas, las facilidades financieras y de las dádivas
que el régimen les facilitó. El generoso acuerdo suscrito entre el gobierno
sandinista y el régimen chavista, dio a Nicaragua un plazo de 25 años para
pagar la mitad de todo el petróleo importado desde Venezuela, a una tasa de
interés de 2%. Esta operación les permitió liberar de su economía, más de 3.654
millones de dólares entre 2007 y 2016, mucho dinero para un país en que sus
importaciones estaban por debajo de 500 millones de dólares anuales.
El
dadivoso acuerdo petrolero, luego le permitió a Nicaragua, que el cincuenta por
ciento que tenía que pagar en efectivo, lo hiciera con productos agrícolas.
Esta modificación del acuerdo original generó un crecimiento extraordinario de
la actividad agrícola privada, en un país donde la baja calidad de sus
productos, hacía difícil su colocación en el mercado internacional.
Gracias
al mercado cautivo que representaba nuestro país, para la colocación de sus
productos agrícolas, Nicaragua modernizo su agricultura y logró diversificar
sus mercados internacionales. La ayuda venezolana a este país generó una tasa
de crecimiento muy superior al del resto de los países de América Latina, 4,8%
en los últimos cinco años.
En
contraste, a pesar de que el régimen tuvo ingresos por más de mil millones de
millones de dólares y haber adquirido una deuda de ciento cincuenta mil
millones de dólares, el año pasado, Venezuela tuvo un decrecimiento del
producto interno bruto de un 18% y mientras Nicaragua crece a un promedio de
4.5% anual desde hace cinco años, nuestra economía cae con un acumulado
superior al 35% entre 2012 y 2016.
Hoy
nuestra población padece una crisis humanitaria terrible debido al hambre, la
desnutrición, la falta de medicinas y de asistencia médica. La causa de esta
crisis ha sido el despilfarro y la apropiación de nuestros recursos y la
destrucción deliberada de la capacidad productiva privada. Entre 2010 y 2016 el
régimen sandinista, gracias a nuestros petrodólares, pudo destinar cerca de 300
millones de dólares para desarrollo agroalimentario, nutrición, vivienda y
educación. Mientras en nuestro país tenemos el ochenta por ciento del transporte
público parado por falta de dólares para importar repuestos, Nicaragua invirtió
200 millones de dólares en su sector de transporte público.
A
causa del régimen, nuestro país presenta un cuadro económico caótico. Como
dicen los economistas “la tormenta perfecta”. Se acerca el desastre económico y
el gobierno no lo resolverá con el fraude continuado cometido en las elecciones
regionales. El gobierno está acorralado y tiene que decidir entre pagar los
bonos de su deuda externa o utilizar las divisas para importar lo básico:
alimentos y medicinas. Con la deuda comercial pública y privada, ya hace tiempo
entró en mora porque incumplió el convenio cambiario. Sin el reconocimiento de
la Asamblea Nacional no pude contraer legalmente nuevos préstamos internacionales.
El
régimen se está cayendo solo. Entretanto, radicales de ambos lados “satanizan”
la búsqueda de la solución al problema y nuestra población continua hambreada,
desnutrida y muriendo de mengua por falta de medicinas y atención médica.
¿Será
nuestra famélica población quien tenga que resolver este problema? Ojalá que
esta no sea la salida.
Fernando
Camino Peñalver
@fernandocaminop
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