Por Carolina Gómez-Ávila
El aparente desmoronamiento de
la Mesa de la Unidad Democrática representa un nuevo reto para la base
opositora. Habrá que esperar a que se concreten las nuevas alianzas para
evaluar cuál de ellas se acerca más o representa mejor nuestras aspiraciones sobre
la cosa pública.
La enorme pérdida por la
fragmentación de la oposición nos restará tolerancia a ciertas acciones de
cualquiera de los subgrupos sobrevivientes. Admito que esto nos brinda una
oportunidad, porque si en aras de la “unidad” teníamos que tragar grueso ante
algunas iniciativas y formas de hacer política (o anti política), ahora
podremos escindirnos con facilidad y apoyar a la fracción que más se adecúe en
discurso y método al país que queremos.
La desaparición de la
organización y tarjeta electoral MUD -si muerta, cerciórense de que sea
enterrada- nos retrocede lustros en la lucha política pero también nos dará un
alivio porque finalmente quedará descubierto que, aunque todos digan oponerse a
la dictadura, muchos no quiere vencerla sino sustituirla. Pronto veremos que el
fracaso de la “alternativa democrática” se debió a que no todos fueron
realmente demócratas.
Albert Camus decía que en
política los medios justifican el fin, así que basta evaluar sus declaraciones,
propuestas, convocatorias y acciones para descubrirlos. Con ese criterio
podemos asegurar que no existe tal cosa como el “chavismo democrático”. ¿O es
que entre “no volverán”, “esta revolución llegó para quedarse”, “no se
confundan, esta es una revolución pacífica pero armada”, hay algún resquicio
por donde pueda colarse la democracia cuyos valores esenciales son alternancia
y capacidad para dirimir diferencias sin el uso de las armas? Pienso lo mismo
de quienes, haciendo vida política dentro de la MUD, sabotearon todas las
iniciativas institucionales, promovieron acciones violentas y se negaron a la
vía electoral. Y no fueron pocos.
Es posible que en todos los
retazos resultantes quede algún “radical libre” y ya se sabe que son muy
inestables, que necesitan captar elementos negativos para apoyarse y seguir su
curso en cascada. También creo que cuando queden borradas una docena de
organizaciones que presumieron de ser partidos políticos sin serlo,
presenciaremos algunas alianzas contranaturales. Aun así habrá que apoyar el
fortalecimiento de los partidos políticos que sobrevivan y entender que
mientras sigamos comportándonos como clientes proliferarán los populistas.
Hablo de los mismos que creen que unas primarias presidenciales decretarán un
liderazgo en vez de dejar al desnudo las agallas para cobrar un alza temporal
de popularidad, sin garantizarnos antes que no sólo se oponen a la dictadura
sino que se comprometen a hacerlo exclusivamente con métodos democráticos.
Me refiero a esos métodos que
no han sido agotados aunque los “radicales libres” vociferen lo contrario y
tengan a muchos repitiendo -desesperados- que no existe una solución pacífica
sólo porque a ellos no se les ocurre, cuando lo que realmente no existe es la
disposición a obedecer disciplinadamente un plan elaborado dentro del
ordenamiento legal vigente y perseverar en él todo el tiempo que haga falta
hasta lograr el objetivo. En vez de proponer una hoja de ruta con valores que
fortalezcan a la nación -disciplina y perseverancia- ofrecen un vergonzante
concurso de oposición.
04-11-17
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