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jueves, 19 de marzo de 2020

El coronavirus remata a la postrada economía de Venezuela, por @omarlugo




Omar Lugo 18 de marzo de 2020
@omarlugo

Mucho tiempo antes de la pandemia mundial de coronavirus, y de la cuarentena, Venezuela era el peor lugar para padecer una emergencia sanitaria de esa escala. Ahora esta quebrada economía petrolera recibe un balazo de gracia en la nuca

Venezuela muestra el peor desempeño económico en el mundo. Cuando parecía que las cosas no podían ir peor, ocurre una emergencia sanitaria por el coronavirus con una cuarentena indefinida que paraliza lo que quedaba en pie de la producción y el comercio.

Hasta hace pocas semanas varios analistas económicos coincidían en que el cuadro de la economía venezolana y la situación de la vasta mayoría era equivalente a las secuelas dejadas por una guerra, por un terremoto o un tsunami.

Ahora las metafórica artillería en este conflicto llega en forma de una pandemia. Esto ya hace más difícil la vida, especialmente para los más pobres, los más viejos y los más jóvenes

Una empresa petrolera en terapia intensiva
 
En términos médicos, la economía venezolana ya estaba en terapia intensiva y con un pronóstico reservado.

Ahora todos los indicadores económicos y sociales van a empeorar, coinciden algunos expertos consultados por El Estímulo y se desprende de la data económica disponible hasta ahora.

En medio de la ya existente “emergencia humanitaria compleja” del país, se ceba la crisis económica mundial desatada por el coronavirus y el desplome de los precios del petróleo.

El crudo, casi la única fuente legal de divisas en Venezuela, ha perdido más de la mitad de su valor en los mercados mundiales en las últimas semanas.

Hay una drástica caída de la demanda mundial de energía provocada por la crisis del coronavirus, y la paralización del transporte aéreo y terrestre en las principales economías, así como de la actividad industrial en países enteros.

No hay expectativas de que los precios en caída libre se recuperen en el próximo trimestre.

Este escenario negativo para los pequeños productores como Venezuela ocurre en medio de una guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia por el control de mayores volúmenes en el mercado.

El crudo marcador WTI de Estados Unidos, referencia en América, sigue en barrena y sus contratos para entrega en abril se cotizaban este miércoles 18 de marzo en torno a $22,7 el barril, según reportes de Bloomberg.

El otro marcador, el Brent, referencia en Europa, estaba en torno a $25 para entrega en mayo.

El barril venezolano, pesado y de enormes costos de producción, suele cotizarse en unos 10 dólares por debajo de esos precios de referencia.

Precariedad en los servicios públicos

La crisis global acelera un estado de precariedad general en los servicios públicos, la infraestructura y la calidad de vida de los venezolanos.

Queda además en evidencia un sistema sanitario donde la mitad de los hospitales no tienen ni agua corriente. El Estado en bancarrota por años de corrupción y pésimos manejos de las políticas públicas, no tiene como financiar los gastos de salud más apremiantes.

En términos económicos, Venezuela ya estaba como una mujer de 80 años, sola en su casa, con la despensa vacía. Solo cuenta con algunos parientes, se le ha fracturado el cuello del fémur, y vive en un vecindario donde hay farmacias y comercios de alto costo, o con anaqueles vacíos.

Esa mujer vive de la pensión. En su casa se va la luz frecuentemente y el agua potable solo aparece en los grifos de cuando en cuando.

En el abasto de la esquina, en el propio barrio, no puede comprar gran cosa porque no le alcanza su ingreso diario.

Inclusive en los comercios por Internet, donde sus nietos les hacían algunas compras, hace tiempo no tiene límite de crédito, ni puede ordenar nada porque sus medios de pago internacionales están bloqueados.

La economía informal pone en riesgo la cuarentena

Para que una economía se levante de la cama y ande, hacen falta al menos tres tratamientos obligatorios, según la literatura económica: gasto público e inversión privada, crédito y consumo.

Esas posibilidades ya habían sido eliminadas antes de la actual cuarentena y están ausentes en Venezuela.

Ahora el nuevo escenario obliga a revisar para peor todas las perspectivas.

“A Maduro se le plantea un reto enorme. Con la baja de los precios del petróleo ya se le había puesto la cosa apretada. Ahora siente que queda arrinconado. Es obvio que sus aliados no vendrán al rescate, por eso apunta al FMI”, dice Félix Seijas, un connotado experto en opinión pública, estadístico y director de la firma Delphos C.A.

“En pocos días la gente se va a desesperar. Más de la mitad del país depende de una forma u otra del mercado informal. Si no sale no genera ingresos”, recalca, coincidiendo con las palabras de los vendedores ambulantes de Petare, en las barriadas del este de Caracas.

Menos cajas del Clap

El hambre en los hogares es atenuada con la entrega periódica de las cajas “Clap” de alimentos racionados por el partido de gobierno y sus organizaciones comunales.

“Ya medimos que los Claps no estaban llegando estos últimos dos meses con la regularidad acostumbrada. Lo cierto es que en esa situación los agarró está coyuntura del coronavirus”, explica Seijas.

En diciembre pasado, el 70 por ciento de los hogares recibía esta asistencia del partido, en marzo pasado la cifra había caído a 50%. Esto explica la ira acumulada en los barrios, constatada por periodistas de El Estímulo esta semana en Caucagüita, Petare.

“En algún momento la tensión crecerá. El Gobierno debe seguir este pulso y tomar acciones. Esto va a tensar la cuerda. Es posible que haya brotes de saqueos. Es una posibilidad, el Gobierno tendrá que tomar previsiones para que no ocurra”, dice Seijas.

“Hay tres cosas que generarán tensión: el mercado informal no generando recursos (afecta a más de la mitad de los hogares del país), la baja capacidad de mantener stock en las neveras a largo plazo y la sensación de escasez que se comenzará a generar pronto”, advierte.

Sus estudios indican que muy pocos hogares pueden mantener reservas en las neveras para más de cuatros días.

Pdvsa con números rojos

El petróleo ha caído entre 50 y 60 por ciento en un mes. Todo hace pensar que el escenario de recuperación de los precios está lejos de ocurrir, señala el economista Luis Oliveros, profesor universitario.

“Son niveles por encima de los costos de producción en promedio (de Venezuela), lo cual suma un factor adicional muy preocupante”, señala.

“Esto es una pesadilla  económica que tiene su origen en el mal manejo de la bonanza petrolera y las malas políticas de los últimos años”, agrega.

Ahora vienen tres factores externos: el coronavirus, la guerra de precios del petróleo y las sanciones económicas que podrían complicarse el 22 de abril, cuando vence el plazo dado por Estados Unidos a la petrolera Chevron y a cuatro empresas de servicios para seguir operando en Venezuela.

Si ese plazo no se renueva, la producción venezolana tendrá más presiones a la baja, advierte Luis Oliveros.

Las sanciones están dejando a Pdvsa sin mercado para colocar su petróleo, “eso lejos de generar  que Maduro renuncie o llame a elecciones, va a generar más pobreza y muchos más problemas para los venezolanos”, apunta.

Años de depresión económica

Esta ex potencia petrolera padece una de las peores crisis de hiperinflación registradas en la historia económica mundial.

También una depresión económica que, en seis años de la era chavista bajo el puño de hierro de  Nicolás Maduro, ha liquidado las tres cuartas partes del Producto Interno Bruto (PIB) o suma total de riquezas que produce una nación.

Los cálculos son de economistas independientes, del Banco Mundial y del FMI.

La cuantiosa deuda externa del país, de unos $150.000 millones, está en default, moratoria total. Esa situación incluye a $60.000 millones en bonos de deuda que circulan en los mercados financieros.

El riesgo país, que mide el peligro de invertir en papeles venezolanos cerró el 17 de marzo en 12.546 puntos.  Eso significa que si un gobierno venezolano saliera a pedir prestado en los mercados financieros, tendría que pagar una tasa de interés superior 125% anual.

La vecina Colombia cerró con un riesgo país de 384 puntos ese mismo día. Es decir, pagaría solo 3,84%  por encima de lo que pagan los bonos de la Reserva Federal de EEUU, considerados papeles de cero riesgo.

Un país sin financiamiento

El país tiene cerradas todas las fuentes internacionales de financiamiento. Esto ocurre en parte por las sanciones impuestas por Estados Unidos al régimen chavista. Desde la Casa Blanca se acusa a los principales personeros del gobierno de atentados a la democracia.

Desde que el chavismo desconoció el resultado práctico de las elecciones legislativas de 2015 donde la oposición obtuvo mayoría absoluta, se desató una nueva crisis política que terminó arrastrando a toda la economía.

La nomenklatura del régimen de Maduro también es acusada formalmente (inclusive ante la Corte Penal Internacional) de supuestos delitos. Estos delitos van desde violaciones a los derechos humanos, asesinatos de opositores, corrupción, lavado de dinero y hasta narcotráfico.

El régimen de Maduro atribuye la postración económica a estas sanciones. Pero en realidad el colapso gradual comenzó en 2013, con una caída de los precios del petróleo y se aceleró con el derrumbe de Pdvsa y la drástica caída de su producción.

Petróleos de Venezuela (Pdvsa) está en quiebra y altamente endeudada. Su producción de crudo equivale a la de hace 70 años.

Varios procesos por corrupción administrativa contra gerentes de la estatal y sus filiales se siguen dentro y fuera del país.

Con los bolsillos rotos

El salario mínimo equivale a la fecha a unos cinco dólares por mes y dejó de ser referencia para los sueldos de empleados en el sector privado. Pero millones de jubilados y pensionados solo reciben ese ingreso.

Millones de trabajadores del sector público también reciben solo ese salario formal, además de varias compensaciones en formas de bonos.

Otra gran parte está ocupada en la informalidad, vive del día a día, sin ningún tipo de protección social. Lo que gana no le alcanza para acumular inventarios de comida en casa.

Solo un puñado de afortunados tiene seguros médicos privado. De ese total, solo algunos los tienen en divisas que permitan pagar los costos de atención.

Al cierre de 2019, cuando el coronavirus todavía era una lejana noticia que llegaba de China, la economía venezolana registraba una caída del 35% respecto a 2018, con una bajada similar en el consumo.

La inflación remontaba al 15.000% anual, la devaluación del ya casi inexistente bolívar fue de 7.500% y las importaciones totales eran del 20% de lo que fueron en 2014 y las exportaciones 24% menos.

Estas cifras, recopiladas por The Economist Intelligene Unit y la firma local Buniak and Co fueron expuestas recientemente en un foro de perspectivas económicas 2020 en la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria (VenAmcham) por el economista Leonardo Buniak.

“Venezuela continúa en recesión y no pareciera que la situación mejore en el corto plazo”, resumía el economista Buniak en su presentación.

Pocos días después, el coronavirus con su Covid-19 desembarcaría en aeropuertos venezolanos.

Una economía sin crédito

Venezuela era la cuarta economía más poderosa de América Latina, detrás de Brasil, México y Argentina, hasta la llegada del chavismo al poder.

Pero con un tamaño del PIB que se acercaba a los $61.000 millones antes del coronavirus, ahora es del  tamaño de Guatemala y va a ser superada por República Dominicana, según se deduce de datos del Banco Mundial.

En el plano de la microeconomía, en Venezuela no existe el crédito bancario. El límite máximo de las tarjetas de crédito no alcanza ni para comprar una caja de aspirinas.

Las empresas privadas tienen acceso muy limitado a créditos comerciales, de modo que en medio de la parálisis enfrentarán más problemas de flujo de caja hasta para pagar las nóminas de los trabajadores que se quedaron en casa.

Toda la cartera de crédito del sector bancario de Venezuela, donde operan 31 bancos sumó apenas 219 millones de dólares en 2019, comparado con $6.700 millones en 2014.

Esto se explica por la recesión económica, pero también porque el gobierno mantiene un encaje legal de 97% de los depósitos. Con ello, obliga a los bancos a esterilizar depósitos de los clientes en el Banco Central y con eso financia el gasto público.

Los bancos, en cualquier economía son como un remedio para ayudar a caminar a un enfermo. Sin embargo, los de Venezuela sufren esa limitada capacidad crediticia, una alta rotación de personal capacitado y complejidad para operar por deterioro de los servicios públicos.

Comparado con 2014, en el inicio de la depresión venezolana, la banca otorga 97% menos créditos, tiene 58% menos activos, según cálculos de la firma Buniak & Co sobre la base de reportes de la oficial Superintendencia de Bancos.

Y cuando pensamos que no podía ser peor…

La prestigiosa firma Ecoanalítica preveía una caída del 10,8% en el PIB en 2020. Esta caída se sumaría a la de 40,2% de 2019. Además, calculaba una cesta petrolera de 51 dólares el barril.

Ahora, en medio de la crisis global por el coronavirus, el pesado petróleo venezolano está por debajo de los $20, y por debajo también de los costos de producción.

“Ese escenario hoy no existe. Este país totalmente cambio en 15 días sobre todo por el impacto del colapso brutal del mercado petrolero”, advierte ahora el economista Asdrúbal Oliveros, de Ecoanalítica.

“Esto es otro juego, otro tablero. Estamos rehaciendo los números, lo cual no es fácil en un país como Venezuela. Los números preliminares hablan de más contracción de la economía, más inflación, caída en las importaciones, de las exportaciones”, explica a El Estímulo.

Esto cambia por completo la panorámica económica, social y política de Venezuela, recalca Oliveros.

“Esto tiene consecuencias en el colapso de los servicios público que para mí es el eslabón más débil”, añade.

Este colapso provoca un hueco, un déficit externo de $6.000 millones, una caída demasiado grande y muy difícil de cubrir por el sector privado, advierte.

“El margen de maniobra frágil que tenía Maduro desaparece porque la caída es demasiado grande”, agrega.

El otro tema grave es el de los combustibles. Las largas filas de hasta tres días para repostar, tan comunes en el interior del país, podrán llegar a Caracas.

Ahora el gobierno de Maduro vive la tensión entre la posibilidad de sostener una cuarentena o enfrentar una crisis de salud, señala Asdrúbal Oliveros.

“La cuarentena profundiza el drama económico, aumenta la tensión social. Pero si relajas la cuarentena tienes una crisis de salud que en las condiciones actuales del Estado, del sistema de saludo público y privado se vuelve una situación calamitosa”, dice.

El coronavirus cambia la panorámica económica, social y política.

Coronavirus también contagia la dolarización

La rampante devaluación apenas frenada porque el gobierno liquidó el crédito bancario para que no se presione el mercado cambiario, debía continuar este año. Se estimaba que el dólar alcanzara los 1,5 millones de bolívares al cierre de 2020, frente a los 70.000 a 80.000 de esta semana.

Cerca del 27% de la población, según la firma Datos, de estudios de opinión, tenía algún tipo de acceso a divisas extranjeras. Esto incluye las remesas enviadas por familiares y amigos que huyeron del colapso económico y que hoy están esparcidos por el mundo.

De hecho, ya el 64,3% de las transacciones en la economía en promedio fueron hechas en divisas, lo que había inyectado una aparente reactivación económica, que en realidad eran burbujas localizadas en ciertos nichos de consumo.

«El comercio venía de una caída de 38 puntos en 2019 y con un acumulado de 75 puntos en los últimos cuatro años», declaró una alta fuente del comercio y los servicios.

«Nuestra economía ya estaba reducida a menos de un tercio de su tamaño de hace cinco años. Sin embargo, ya había síntomas de dinamización, que lógicamente irán al traste a causa del Covid-19», agregó.

Pero, con la recesión mundial que se avecina, acelerada por el coronavirus, es previsible que en los países donde hoy residen esos venezolanos habrá más desempleo, por lo que estas personas tendrán menos condiciones de enviar dinero a Venezuela.

Un país con hambre

El consumo de proteínas de origen animal se ha desplomado vertiginosamente en los últimos años.

Tras una caída de 51% en 2018, la producción de carne de pollo se estabilizaría en 220.000 toneladas en 2019, lo que equivale al 17% de la producción de 2013, según datos de Fenavi, el gremio del sector, recopilados por el departamento de Agricultura de EEUU en un informe.

El consumo de huevos per caída cayo a 64 en 2019, contra 188 en promedio en 2014.

Todo eso antes de la cuarentena, del coronavirus, del nuevo derrumbe del petróleo, y de la nueva quiebra de un país en crisis sobre crisis.


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