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lunes, 6 de abril de 2020

Pandemónium por @polis360



Por Piero Trepiccione


El título de este artículo obedece a que no poca gente en Venezuela y en muchos lugares del mundo piensa que se desataron los “demonios” este 2020. En un tiempo de cuarentena en la mayoría de países, donde se supone que íbamos a bajar el ritmo de vida y de noticias, ha sucedido exactamente lo contrario. 

La política se ha exacerbado. Las preocupaciones por la economía mundial crecen día a día y las noticias acerca de la expansión de la pandemia son cada vez más asombrosas. Todo este cuadro dantesco está originando repercusiones en todos los continentes y rebasando la capacidad de respuesta de los Estados. La interrogante más popular en muchos escenarios es ¿tendremos la capacidad de retornar a la normalidad en poco tiempo? Las respuestas no aparecen dibujadas todavía con claridad.

En mi artículo anterior me refería a la “pandemia de los cambios políticos”. Sin duda, con una coyuntura tan fuera de certidumbres, es obvio que se precipiten luchas y contradicciones entre los actores del poder mundial. Ya hemos visto, por ejemplo, el anuncio de Donald Trump de movilizar tropas hacia el Caribe con el objetivo de contrarrestar las operaciones de narcotráfico en la zona. Una decisión de esta naturaleza, en circunstancias normales, hubiese sido mucho más complicada tomar. Esta acción podría precipitar acontecimientos geopolíticos inimaginables. Toda la región se vería impactada con una acción de este tipo y las consecuencias políticas y económicas se harían sentir.

Un sistema vulnerable

El pandemónium actual abre una caja de Pandora en el concierto internacional de naciones. El problema es la alta vulnerabilidad que nuestros sistemas institucionales tienen en la actualidad y el deterioro profundo en las pautas democráticas del hemisferio. A mayor deterioro de las prácticas democráticas, se ha experimentado un debilitamiento de los sistemas institucionales y por ende, de la capacidad frente a necesidades de la gente. Y quienes más sufren las consecuencias son precisamente quienes pertenecen a los sectores más vulnerables de la sociedad.

En el caso particular de América Latina y el Caribe, este proceso ha sido más agudo y sostenido. Sus consecuencias han sido nefastas para las poblaciones de menores recursos y los indicadores sociales de las últimas décadas así nos lo muestran. 


No podemos perder más tiempo. Este pandemónium está en marcha y nos sorprendió a todos. Fortalecer las capacidades asociativas y los ejercicios ciudadanos serán claves para relanzar sistemas políticos, económicos y sociales de cara a la post-pandemia. Mientras más rápido tomemos conciencia de ello, más prontamente podremos retornar a una normalidad orquestada sobre la base de relaciones políticas más democráticas y fecundas. Lo contrario sería contribuir el caos actual y el desmembramiento de la institucionalidad democrática mínima.

El pandemónium existe, hay que reconocerlo, pero hay que actuar para superarlo en el menor tiempo posible. 

04-04-20




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