Por José Gregorio Yépez
y Vanessa Davies
Ya se sabe que la
persona que muere por COVID-19 fallece de trombosis, una gran inflamación
pulmonar y falta de oxígeno en varios órganos. Orsoni, quien también es
intensivista, insiste en que se debe incluir la dexametasona
Lo que comenzó
supuestamente como una enfermedad respiratoria se convirtió en una enfermedad
sistémica que ataca pulmones, corazones, cerebro y riñones. Hasta el punto de
que quienes hoy mueren por COVID-19 se debe a porque varios órganos fallan y no
porque el pulmón se detiene. Ese tránsito lo tiene muy bien definido el
neumonólogo e intensivista Andrés Orsoni.
Igualmente, tiene claro
que hay que cuidarse del contagio, y que el tapabocas y el distanciamiento
físico no son una excentricidad, sino una necesidad.
“Nosotros nos basamos
en todos los datos que los chinos nos mandaban”, recuerda Orsoni en
conversación con contrapunto.com. “No sé si los chinos mintieron o no mandaron
los datos correctos, pero todo empezó como una enfermedad respiratoria” y, como
la información de China hablaba de una neumonía, “todo se empezó a tratar como
una neumonía”. Pero los casos no mejoraban; por el contrario, las tasas de
contagio y de mortalidad eran muy altas.
Aunque la Organización
Mundial de la Salud (OMS) había prohibido hacer autopsias por el temor al
contagio, “los italianos, desesperadamente, empezaron a hacer autopsias” y a
ver cosas que contradecían la información de China. “Esto no es una neumonía;
estoy viendo un síndrome inflamatorio generalizado que me produce efectos diferentes
en la persona muerta a lo que producen los chinos. Por eso empezaron a ver que
lo que pasaba en las personas era diferente. No es una neumonía, sino un
síndrome inflamatorio que producía cosas completamente diferentes”.
Los estudios en Italia
demostraron que, con la COVID-19, hay un proceso inflamatorio severo en el
organismo. Cuando el virus entra en el organismo se fija en la hemoglobina y la
destruye, lo que causa una importante falta de oxígeno. La destrucción de la
hemoglobina deja materiales de desecho que se acumulan y llegan al pulmón.
“Producen una inflamación de la unidad alveolar pulmonar que no deja que haya
intercambio gaseoso”.
También se produce “una
gran inflamación dentro del pulmón y una gran tormenta de citoquinas”, detalla.
Las citoquinas son una sustancia que producen los glóbulos blancos para
defendernos, pero se generan muchas citoquinas que en vez de protegernos, nos
agreden e inflaman el pulmón.
La inflamación en el
pulmón y la hipoxemia por el rompimiento de la hemoglobina provocan fallas en
cuatro órganos blancos: cerebro, corazón, pulmón y riñón. Esas fallas se
originan en la falta de oxígeno, “no llega oxígeno para oxigenar esas células”.
También se descubrió un
tercer proceso: la trombosis. La tormenta de citoquinas y los desechos por la
destrucción de la hemoglobina generan trombos que viajan por la sangre, cierran
los vasos sanguíneos y producen múltiples infartos “en muchas áreas del
organismo”.
La persona que muere
por COVID-19 fallece de trombosis, una gran inflamación pulmonar y falta de
oxígeno en varios órganos.
De toda esta
experiencia surge el uso de la dexametasona, un medicamento que tiene muchos
años en el mercado, refiere Orsoni. “Comenzó a usarse como antiinflamatorio en
todos los pacientes que tenían un proceso moderado o severo y empezaron a ver
que las personas no se morían”. Por eso se inició el trabajo con una
combinación de fármacos: esteroides, anticoagulantes y antivirales.
Todavía no se sabe por
qué para 80% de los enfermos no pasa de ser una gripe fuerte, señala el médico.
“Al día de hoy no hay tratamiento específico”, aclara. Se probó con la
cloroquina “y se demostró que no funciona”, al igual que la ivermectina.
“Lo que se demostró que
sí funciona es la dexametasona en pacientes que son moderados a severos, porque
disminuye la mortalidad”. No te va a curar, precisa, “pero sí va a disminuir la
mortalidad porque frena el síndrome inflamatorio”. El antiretroviral remdesivir
mejoraría, pero no queda claro si sería una opción debido a su costo.
-¿Los protocolos de
atención en Venezuela habría que cambiarlos?
-Hay que actualizarlos.
El gobierno inicialmente hizo unos protocolos basados en lo que decía la OMS.
Ya la OMS cambió algunos protocolos. Ya ellos sacaron la azitromicina y la
hidroxicloroquina e introdujeron la dexametasona. Todavía el protocolo que
tenemos en Venezuela utiliza hidroxicloroquina y azitromicina, y no está metida
la dexametasona. Ellos tienen que reunirse, revisarlo. Aunque médicos que
tratan pacientes en el medio privado utilizan tanto el protocolo del gobierno
como la dexametasona.
18-07-20
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