Por Marino J. González R.
La combinación adecuada
de políticas para controlar la pandemia de covid-19, debe incluir acciones para
limitar el número de personas infectadas y fallecimientos, así como el menor
impacto en la actividad productiva y social. Es bastante evidente que tal
combinación requiere contar con capacidades institucionales para identificar los
momentos adecuados para poner en marcha estas políticas.
Por supuesto, tales
capacidades institucionales son el resultado de muchos años en la evolución de
los sistemas de salud. Lo que estamos presenciando a escala global, en términos
del desempeño ante la pandemia, es el efecto integrado de los factores previos
(financiamiento y organización de los sistemas de salud, por ejemplo), con el
adecuado diseño e implementación de las políticas de control.
También es notorio en
la experiencia internacional que algunos países han podido controlar sin
realizar amplios y prolongados confinamientos (la más rigurosa de las políticas
en este aspecto). El examen de la experiencia de los países exitosos puede
aportar los rangos dentro de los cuales han operado estas políticas de control.
Por ejemplo, en el caso
de Corea del Sur, a la fecha uno de los países con menor número de casos
diarios de covid-19 por millón de habitantes, el Índice de Rigurosidad de
Políticas (IRP) en la actualidad es un poco mayor a 50 (la escala máxima es
100). En los días de mayor número de casos diarios, el IRP de Corea del Sur
alcanzó 82 (por 10 días). Solo en esos días se estableció el máximo nivel de
confinamiento, correspondiente a un nivel intermedio.
De acuerdo con la
evolución de la pandemia en América Latina, tomando en cuenta el número de
casos diarios por millón de habitantes, los países se pueden dividir en tres
grupos.
En el primer grupo se
encuentran los países con menor número de casos por población: Uruguay, Cuba,
Haití, y Nicaragua. En los dos primeros países el registro de casos y muertes
es mucho más fidedigno que en los otros dos. En el caso de Uruguay, el IRP ha
variado entre 20 y 33 en los últimos dos meses (el más bajo de la región). En
las últimas semanas se ha producido un aumento del IRP, pero no ha superado el
límite superior señalado. En Cuba, el IRP se encuentra en 74 desde hace un mes.
Esta brecha en los requerimientos de control, en países con bajas tasas de
incidencia, puede indicar las diferencias en la composición de políticas. Por ejemplo,
Cuba es uno de los países de la región en los cuales no se han implementado
programas de protección del ingreso de las familias, de manera que no existen
incentivos para mantener el confinamiento de la población en el sector informal
de la economía.
En el segundo grupo se
encuentran los nueve países que actualmente registran entre 30 y 99 nuevos
casos diarios de covid-19 por millón de habitantes (Bolivia, Guatemala, Chile,
Venezuela, Honduras, El Salvador, República Dominicana, México, y Ecuador).
Todos estos países tienen un IRP superior a 70 (el más alto es el de Bolivia
con 89). Estos altos valores de IRP se han mantenido sin mayores variaciones
desde el mes de marzo. Dos aspectos resaltan al examinar estos registros.
En primer lugar, el
hecho de que el ajuste de las medidas de control no es frecuente, probablemente
relacionado con el bajo efecto que ellas han tenido. Otra explicación es que
las medidas se han mantenido en altos niveles de rigurosidad formal, pero su
implementación ha sido muy limitada, con lo cual se refuerza la tesis del bajo
desempeño. Un caso relevante en este grupo es El Salvador, que a pesar de
registrar una disminución significativa del número de casos diarios (hasta por
debajo de 15 por millón en los últimos días), sigue manteniendo un alto IRP
(ligeramente superior a 80), lo cual demuestra la brecha de ajustes, esto
es, las dificultades para implementar el control en los niveles con menor
efecto productivo y social.
El tercer grupo de
países está compuesto por aquellos con más de 100 nuevos casos diarios de
covid-19. En este grupo se encuentran: Argentina, Perú, Panamá, Paraguay, Costa
Rica, Brasil, y Colombia. Con la excepción de Colombia, el resto de los países
registran valores de IRP superiores a 80. Al igual que en el grupo anterior, se
aprecia un desfase entre los valores de IRP y el efecto neto en la reducción de
casos y muertes por covid-19.
El hecho de que varios
de estos países (Perú, Panamá, y Brasil) registren una tasa tan alta en los
últimos cuatro meses, indica que este desfase puede ser una característica
permanente de las políticas de control, esto es, nominalmente muy rigurosas,
pero bastante inefectivas en la práctica.
El hecho de que en los
dos últimos grupos de países se constate la limitada relación entre las
políticas y los resultados (en términos de casos y fallecimientos), puede
indicar que no existen mecanismos detallados para identificar los reales
efectos. Es decir, no solo se ha producido una estabilización de la pandemia,
también está en marcha una estabilización de políticas, con limitados
mecanismos para modificar el curso, especialmente en los ámbitos locales y
regionales. Esta situación puede evidenciar que el proceso de toma de
decisiones está en un estado inercial. Los gobiernos de los países parecieran
creer que hacer lo mismo durante un largo período puede generar diferentes
resultados.
La consecuencia de esta
premisa es la prolongación de la alta afectación de los ciudadanos de la
región, con procesos de políticas públicas bastante superados. Es por ello que
la estabilización de la pandemia es el mayor riesgo para América Latina en los
próximos tiempos.
09-09-20
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico