Por Piero Trepiccione
Hemos tenido en Venezuela
una semana realmente movida y sorprendente en el campo político. Las
conversaciones desarrolladas por Henrique Capriles, con ciertos factores de la
diplomacia europea al margen de Juan Guaidó y los Estados Unidos, más el
rechazo de Maria Corina Machado hecho público a través de las redes sociales a
la hoja de ruta establecida por el denominado G-4, han sido el detonante
de una cadena de insultos públicos radicalizados entre miembros de la
oposición venezolana.
Hemos podido seguir en vivo,
a través de las redes sociales y algunos medios de comunicación tradicionales,
una andanada de insultos sin parangón. Han estado involucradas varias figuras
importantes del liderazgo político opositor e una una especie de “todos contra
todos”. Por tanto, ha sido un cruce de insultos e indirectas con un alto nivel
de ruido comunicacional, pero con poca o nula conexión con los sectores
populares.
Más allá de juzgar acerca
del quién o quiénes tienen la razón sobre esta coyuntura particular, creo que es
más importante analizar el contexto estratégico donde se está
desarrollando y, sobre todo, el marco de acciones tácticas que promueven
este tipo de conductas irracionales. Y allí entra, precisamente, la utilización de la desinformación como mecanismo clave para
sembrar la “desconfianza”, para evitar que precisamente se capitalice la fuerza
del descontento generalizado. Es una vieja forma utilizada por muchos
gobernantes de carácter autoritario para diluir la capacidad de aglutinamiento
de las fuerzas opositoras.
No se entiende entonces cómo
un liderazgo, que debe tener un mínimo de formación política, no pueda darse
cuenta de la aplicación de esta fórmula milenaria y cae en un espectáculo
de tan bajo nivel e infantilismo. Es válido y hasta normal que existan
diferencias en el enfoque estratégico del liderazgo; más aún, con lo variopinto
del cúmulo de partidos y organizaciones que integran la oposición en Venezuela
y además, con los apoyos geopolíticos globales que se mueven en torno a nuestro
conflicto interno. Pero, lo anormal del asunto, es que se quieran ventilar a
través de las redes sociales junto con un afán de protagonismo egocéntrico sin
par y no, a través de mecanismos concretos y discretos para procesar esas
diferencias en el terreno.
Podemos decir entonces
que las fuerzas de oposición están siendo víctimas de la siembra de la
“desconfianza” vertida en el país a través de la desinformación y que, en
consecuencia, han asumido conductas que debilitan las posibilidades de
articulación de esfuerzos y liderazgos en pro de objetivos comunes a corto,
mediano y largo plazo.
Una maquinaria muy bien
engrasada, articulada y de gran tamaño, no se puede enfrentar con varias
maquinarias enanas dándose duro entre sí, sin enfocarse en una hoja de ruta en
común. Esperemos que se reflexione prontamente y se regrese a una visión
estratégica compartida que se ancle a un único centro de gravedad para
realmente lograr la reconexión emocional de la gran mayoría de
venezolanos.
06-09-20
https://efectococuyo.com/opinion/oposicion-venezolana-y-desconfianza-un-fantasma/
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