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domingo, 25 de octubre de 2020

Ayudando al enemigo, por @cgomezavila


Carolina Gómez-Ávila 24 de octubre de 2020

@cgomezavila

En la dedicatoria de El Príncipe, Maquiavelo le dice a Lorenzo II de Medici que para conocer bien la naturaleza de los pueblos hay que ser príncipe, y para conocer la de los príncipes hay que pertenecer al pueblo. Seguramente no siempre sea cierto, pero nadie nos ha validado tanto para opinar, desde la llanura, que los que escalan la montaña están tomando rutas que llevan a despeñaderos. Debe ser porque la distancia ayuda a apreciar el paisaje.

Es lógico que, en un país rapiñado, el pueblo proteste por servicios básicos y salarios dignos. Lo que no es lógico es que ninguna protesta exija lo que realmente necesitamos para recuperar los servicios básicos y los salarios dignos: elecciones presidenciales y parlamentarias, libres y justas.


Desde 2017, tras la cruenta persecución, las manifestaciones se atomizaron al punto de no moverle una ceja a la dictadura. Se sustituyó lo político por lo social con el apoyo del liderazgo opositor, que se amoldó a las urgencias del pueblo y —constreñido al mundo virtual por la falta de libertades políticas— se dedicó a ser vocero de protestas y lamentos.

Entendí que había que esperar, que hacía falta ir a recoger a los venezolanos desperdigados para mostrarles que sus sufrimientos cotidianos tienen el mismo origen que los de todos y que su solución es política. Pensé que se haría el trabajo de base para alinear el contenido social de la protesta con el contenido político y que en poco tiempo nos reconoceríamos todos en la calle, no pidiendo electricidad, gas, agua, gasolina o salarios dignos, sino cambio de Gobierno por vía democrática y constitucional.

Supongo que algunos lo intentaron, pero el discurso del liderazgo no los ayudó. También creo que, dolorosamente, muchos venezolanos accedieron a entregar sus libertades a cambio de la parcial satisfacción de sus necesidades. Es decir, se conforman con mendigarle a la dictadura alivios puntuales y discriminatorios.

Sobre esto no hay mucho que podamos hacer quienes no somos militantes, excepto preguntar a los líderes para cuándo dejan la tarea pendiente y —si es verdad que la lucha es para presionar por elecciones presidenciales y parlamentarias, libres y justas— qué esperamos para que esa sea la consigna en las calles.

No creo que necesiten ayuda para eso, no es tan difícil demostrar que la necesidad la origina la dictadura y su indisposición, que no incapacidad, para corregirla. Tampoco creo que necesiten ayuda para establecer un hilo conductor, un discurso poderoso que traduzca el reclamo en uno de cambio político. Así que, si no lo hacen, es porque no quieren.

El problema que resulta de su inacción es un desgaste atroz en el espíritu de lucha que, supongo, querrán invocar más pronto que tarde. Van en números rojos. Con esto sólo crecen quienes, haciendo política, denuestan de la clase política y unos avispados cuyo modo de vida depende del sufrimiento ajeno. Pero, sobre todo, crece la dictadura.

Carolina Gómez-Ávila

@cgomezavila 

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