Por Mercedes Malavé González
Repasando ideas de
Arendt gracias a la iniciativa de Cedice Libertad y del Instituto Friedrich
Naumann, las reflexiones del joven investigador venezolano, Ramón Escovar
Alvarado, vuelven a iluminarnos sobre conceptos fundamentales de la política y,
en definitiva, de la condición humana, dada la profundidad de pensamiento de la
Arendt.
Escuchando al profesor
Escovar Alvarado entendí que el hallazgo conceptual de Hannah Arendt que le
condujo a la expresión banalidad del mal se asemeja mucho a la concepción
clásica del mal, con un giro fenomenológico genial. La filosofía clásica define
el mal como ausencia o carencia de bien, esto es, el mal en sí mismo no tiene
entidad.
El mal no es un
monstruo, ni un elemento de yin-yang, ni un espíritu superior. La ausencia de
bien puede manifestarse de cualquier forma. El problema de Kant con su idea de
mal absoluto es ése: le da entidad a algo que no la tiene; por eso, no le queda
otra opción que tenerlo como una categoría abstracta que no termina de
aterrizar en los fenómenos asociados a la maldad como falta o ausencia de
bondad.
Escovar Alvarado
explicó que Arendt llegó a plantear, inclusive, que el mal es la consecuencia
de una inhibición de la capacidad de pensar y, en este contexto apela a la
definición clásica de mal.
Trasladando estas ideas
a nuestra condición actual, creo que la peor carencia, la más dura privación a
la que estamos sometidos es a la ausencia de bien común. Abunda el mal en el
oficialismo y en la oposición porque ambos carecen de un proyecto de bien común
para Venezuela. No existe una alternativa para el sufrimiento de las personas:
las opciones son sufrir o sufrir, seguir padeciendo los desmanes de un proyecto
cuasi totalitario, o padecer bajo el plan de la implosión, la asfixia, la
espiral de violencia, la invasión militar o la guerra civil. Agudizar el
conflicto, postergar el dolor de las familias porque las prioridades son otras,
sea preservar la revolución, sea el cese de la usurpación, es la manifestación
de la banalidad del mal o ausencia de bien en nuestro contexto político e
histórico.
En nuestro movimiento
de Unión y Progreso no somos mejores ni peores que nadie, pero sí queremos
ofrecer un proyecto de bien común activo y movilizador para el pueblo de
Venezuela.
Un proyecto de
inclusión, de gobernabilidad, de acuerdos y unión nacional. No formamos parte
del ecosistema de Maduro ni de Guaidó porque a nosotros sí nos importa la gente
que está padeciendo las peores violaciones a sus derechos humanos, incluso
documentadas por organismos internacionales.
Una dinámica política
que busca a ultranza la extinción de la patria, evidencia la carencia de valores
nacionales y republicanos. Tenemos que volver a sentar las bases del estado de
justicia y de derecho que nos rige como nación. Para ello hemos de superar la
mentalidad banal que hoy marca el discurso político venezolano, panfletario,
superficial, lleno de lugares comunes y consignas vacías.
Recuperar la naturaleza
dialógica del debate público, discutir con fundamento y autonomía, con
libertad, sin persecución ni hostigamiento, sin chismes ni mediocridades,
laboratorios ni cadenas de difamación. Tarea de valientes, de venezolanos
competentes y bien preparados; por lo cual hoy me siento orgullosa de formar
parte de un movimiento tan vanguardista como Unión y Progreso.
26-10-20
https://talcualdigital.com/la-peor-carencia-por-mercedes-malave-gonzalez/
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