Por Roberto Patiño
El Programa de
Alimentos de la ONU ha ganado el Nobel de la paz en la edición de estos
importantísimos galardones en este año. Esta distinción es de gran relevancia
al visibilizar el problema del hambre y la dificultad de acceso a los alimentos
que afecta a amplias y diversas poblaciones en distintas partes del mundo.
Así lo afirma la
presidenta del organismo sueco, Berit Reiss-Andersen, al declarar en la
presentación: “Con el premio de este año, el Comité Noruego del Nobel desea
volver los ojos del mundo hacia los millones de personas que padecen o
enfrentan la amenaza del hambre”.
Este reconocimiento al
Programa de Alimentos subraya también la importancia de iniciativas
fundamentadas en valores convivenciales, y su impacto en los diferentes
aspectos de la realidad social de las personas.
Como afirma la Academia
sueca, el programa de la ONU también desempeña “un papel clave en la
cooperación multilateral para hacer de la seguridad alimentaria un instrumento
de paz” y es “una fuerza impulsora en los esfuerzos para prevenir el uso del
hambre como arma de guerra y conflicto”.
Desde el movimiento Mi
Convive celebramos el reconocimiento de esta iniciativa, la cual nos inspira
para continuar trabajando en proyectos como Alimenta la Solidaridad. Alimenta
surge a partir de nuestro trabajo en la superación de la violencia dentro de
las comunidades, y ayuda a desarrollar procesos de superación, empoderamiento y
organización.
La distinción al Programa
de Alimentos de la ONU se produce en un momento en el que el problema
alimentario en nuestro país alcanza nuevos niveles de agravamiento. Según datos
de Caritas Venezuela, entre febrero y julio ha aumentado en 73% la desnutrición
aguda global (GAM) en niños y niñas menores de cinco años.
El informe denuncia
cómo las medidas implementadas por el gobierno para frenar el contagio de
COVID-19 han sido un factor determinante en el agravamiento de esta situación.
La falta de transparencia y la desconfianza generalizada en el régimen, las
restricciones de movilidad, la criminalización de los contagiados, la
imposibilidad de grandes sectores de la población de cumplir con las medidas en
un contexto de hiperinflación y colapso de servicios básicos, producen un cuadro
de agudización del problema alimentario.
Esto expresa las
consecuencias de las políticas dictatoriales y violadoras de los derechos
humanos que instrumentalizan la emergencia desde el Estado victimario. La
crisis alimentaria y ahora la pandemia son utilizadas por el régimen para
imponer sistemas de control social y sometimiento que aprovechan de forma
inhumana las necesidades más básicas de las personas.
El Nobel de la Paz al
Programa Mundial de Alimentos de la ONU nos demuestra la necesidad de apoyar y
visibilizar las iniciativas humanistas e inclusivas que contrarresten estas
prácticas totalitarias y subyugantes. Solo a través de esta visión solidaria de
abordaje de los problemas podremos transformar tragedias como la hambruna y la
desnutrición en oportunidades de encuentro para el desarrollo y la paz.
robertopatino.com
20-10-20
https://www.elnacional.com/opinion/alimentacion-desarrollo-y-paz/
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