Julio César Arreaza B. 26 de octubre de 2020
@JulioCArreaza
La persona auténtica que descubre su vocación de vida
en “la política” tiene plena conciencia de que ese noble quehacer está centrado
en el valor supremo de la libertad y por ello lo primero que asume, junto a la
sociedad de la que forma parte, es un programa permanente de educación
ciudadana para construir con el trabajo y compromiso de todos, día a día, una
nación anclada en pilares democráticos. Con apego a la verdad, la justicia y el
respeto al derecho ajeno.
Nunca estaremos de acuerdo con aquellos que se
conformarían con que la dictadura les garantice una vida privada sin
sobresaltos, seguridad personal y poder dedicarse a su trabajo tranquilamente.
La libertad es el oxigeno de la vida en sociedad y el elemento esencial para la
realización personal. El desafío siempre será alcanzar una democracia plena y
sabernos conducir dentro de un clima de libertad para todos. Esto no es tarea
fácil, requiere de mucha pedagogía y persuasión por parte de los políticos, con
insistencia machacona como lo hacía Rómulo Betancourt.
Resulta mucho más fácil imponerse con el garrote. Los
positivistas pregonaban la necesidad del gendarme en medio de una infancia
ciudadana que jamás llegaría a su madurez.
Lo que pasó en Bolivia es decepcionante y requiere de
una profunda reflexión. Después de padecer 14 años de autoritarismo, los
dirigentes políticos erraron el camino despejado valientemente por los
movimientos cívicos que provocaron la dimisión del tirano cocalero. La falta de
grandeza y las apetencias personales de politicastros dentro de una situación
excepcional lograron que el candidato del partido autoritario ganara la
presidencia. La señora Jeanine Añez, presidenta interina, no supo dirigir la
transición a la democracia. La vanagloria zoqueta y efímera de embelesarse
mientras le tocan el Himno Nacional con una banda presidencial terciada en el
pecho la obnubiló. Pretendió ser candidata y luego se arrepintió al vislumbrar
el fracaso. Ya era muy tarde y perdió la oportunidad de encarnar un papel
histórico relevante en su país. Su papel era conducir la transición y trabajar
en unidad con otros factores libertarios para inaugurar una nueva etapa
democrática. El poder definitivamente embriaga a los mediocres.
Olvidémonos de los viejos cartabones de derecha e
izquierda en que la delincuencia organizada disfrazada de izquierda pretende
envolvernos y manipularnos. Esas etiquetas obsoletas y periclitadas ya no
sirven para nada como el fracasado comunismo-socialismo-progresismo. El eje de
la confrontación en América es dictadura vs democracia.
Los
principios que sustentan la democracia están señalados en la Carta Democrática:
respeto a los derechos y libertades fundamentales, vigencia del Estado de
Derecho, división e independencia de poderes, elecciones libres y limpias y
libre organización política. La transición a la democracia se concibe para
devolver esos cinco elementos esenciales, controlados por el socialismo del
siglo XXI, pero optaron por ser funcionales del sistema opresor. El control de
todos los poderes del Estado se mantiene en manos de los que violaron y
anularon la soberanía popular en Bolivia.
Si no funcionan los mecanismos del liderazgo político
que está fracasando en la defensa de la libertad, la democracia y la república,
la resistencia civil será el camino.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados,
ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
@JulioCArreaza
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