Por Vanessa Davies
“Venezuela es un país
con embalses llenos y ciudades sedientas”, sentencia el expresidente de
Hidrocapital. Afirma que si el oficialismo lo busca para resolver el problema
del agua, atendería la llamada, porque la gente no tiene la culpa
José María De Viana no
se convertirá en estatua de sal, porque no se queda mirando el pasado. Pero sí
habla del pasado en el que, como presidente de Hidrocapital, le tocó trabajar
para que los caraqueños dejaran de llamar “hidrocriminal” a la empresa estatal,
en los años convulsos (1990). También alude al presente, al vía crucis que
sufren tantas personas obligadas a sacar agua, literalmente, del corazón de la
tierra con los pozos; a guardar agua en cuanto envase hay en la casa; a no
saber qué es una ducha porque bañarse es un acto limitado a echarse agua con un
perolito.
“Lo que tenía la
democracia civil es que corregía”, señala De Viana, y retrocede la película
nacional hasta 1992, cuando la falta de agua “era la principal causa de
agitación en la gran Caracas” y la causante de manifestaciones todos los días.
“El presidente Pérez entendió eso y decidió poner un grupo profesional,
teníamos la misión difícil de convertir Hidrocapital en una buena noticia” y
que los caraqueños dejaran de ver a la empresa como “hidrocriminal”.
“La mayor satisfacción
de nuestro trabajo profesional fue que conseguimos eso”, afirma De Viana en
entrevista con contrapunto.com. Los problemas del agua dejaron de ser los
protagonistas, y otros tomaron su lugar.
Ya no es así. “Hidrocapital era una empresa profesional, que pasó por tres gobiernos democráticos distintos, y que no tuvo intervención en su directiva ni en sus órganos internos de control; que tenía un sistema de mérito para la promoción de la gente y que tenía una administración austera y muy sana de los recursos”. Los caraqueños, al mejorar la calidad del servicio, pagaron por el agua. “Ese mito que tenemos de que los caraqueños no queremos pagar el agua… Mire, si usted recibe un servicio de calidad la gente paga jubilosa, porque todos los caraqueños tenemos en nuestra memoria qué pasa cuando no hay agua”.
De Viana asegura que,
para disponer de agua, no necesariamente hay que privatizar, y refiere que en
América las empresas que se encargan del servicio son públicas o mixtas “y
funcionan muy bien”. Sostiene que si una empresa pública se administra con
controles y supervisión, con la gente más competente, se puede garantizar un
servicio de calidad.
Su diagnóstico, como
expresidente de Hidrocapital, es que lo que el país aprendió a partir de 1992
se dejó de hacer con el chavismo. “Se convirtió a Hidrocapital en una sucursal
del partido de gobierno, se llenó de activistas y de gente motivada por los
objetivos del gobierno, los directivos están más pendientes de Miraflores que
de la gente y llegamos a lo que termina siendo después de 20 años: Hidrocapital
es una empresa incompetente, y eso mismo pasó en todo el país. No hay ni una
ciudad del país que tenga un servicio medianamente confiable”. Así se termina,
por ejemplo, en un acueducto que –advierte- nunca trasladará agua al estado
Falcón porque está conectado a un embalse lleno de sedimentos. “No se juega con
la ingeniería. Usted no puede sacar agua de un embalse que está lleno de
sedimentos”. Según cuenta, se hizo porque era “un capricho del presidente”
Chávez, que quiso demostrar que sí se podía.
-Hay personas que dicen
que el problema es que no hay agua en los embalses. ¿No hay agua en los
embalses?
-El gobierno
tradicionalmente le ha echado la culpa a alguien distinto que él. La verdad es
que Venezuela es un país con embalses llenos y ciudades sedientas. Los sistemas
que traen el agua de Tulé a Maracaibo, del Tocuyo a Barquisimeto, de Guárico a
Caracas están en mal estado. ¿Y por qué están en mal estado? Porque han sido
maltratados en el tiempo, porque no han sido debidamente reparados.
-¿El problema es la
distribución, entonces?
-Sobre todo el transporte
de las fuentes a las ciudades. Casi todas las ciudades hoy reciben la mitad del
agua que recibían hace 20 años. ¿Cómo es posible que reciban menos agua, si las
ciudades crecieron? Las ciudades crecieron, pero los sistemas que traen el agua
están en malas condiciones. La buena noticia es que esos mismos sistemas, si
usted los repara, duplica la cantidad de agua que puede tener la ciudad. Lo que
quiere decir que si el país comenzara a hacer las cosas correctas, antes de
tres años tendríamos una situación totalmente distinta en el servicio de agua
potable de las ciudades. Este no es un problema eterno, ni un castigo absoluto.
En el momento en que los venezolanos comencemos a hacer las cosas que hay que
hacer en los 24 sistemas de abastecimiento de agua potable en tres años podemos
tener un servicio excepcionalmente bueno, tanto en cantidad como en calidad.
-¿Por qué sí hay agua para las cisternas y no para las viviendas?
-Además hay un
problema: las cisternas no producen agua. Las cisternas toman el agua del mismo
acueducto, y convierten en un negocio privado la necesidad de la gente, que
además no tiene solución con cisternas. La cantidad de agua que falta es de tal
magnitud, que usted no la puede resolver con cisternas.
-¿De cuánto es el déficit?
-En el caso de Caracas
faltan 8 mil litros por segundo. Deberíamos recibir 20 mil litros por segundo y
estamos recibiendo 12 mil, y en forma inestable. Pero hay más: Se acaba de
hacer una compra de cerca de mil camiones cisterna. Si ese dinero, en vez de
comprar camiones que van a terminar en el cementerio de los autobuses Yutong,
se hubiera invertido en reparar el Sistema Tuy II, la ciudad tendría 5 mil
litros más por segundo. Eso sería un cambio enorme en la principal ciudad del
país, una demostración de competencia y capacidad. Pero es que, además del
problema de conocimiento, ha habido un problema de probidad en la
administración de los recursos. Eso quiere decir que, cuando ha habido unos
recursos, en vez de guiarse por qué es lo que más le conviene a la población,
se ha definido por lo que le conviene a un grupo. Un grupo que compra peroles.
-¿Las cisternas no van
a resolver?
-No van a resolver. La
historia es que duran muy poco en funcionamiento, porque este gobierno ha
estropeado todos los camiones que ha comprado, todos los autobuses. Pero hay
otra razón: las cisternas no generan agua, las cisternas las utilizamos para
lugares donde no hay tubería. Ahora resulta que están utilizando camiones para
ir a barrios que tienen tuberías, que lo que necesitan es que metamos el agua
por la tubería porque es la forma más eficiente de distribución.
El único sentido de los
cisternas, asevera, “es que hay gente a la que le gusta comprar cosas en China,
y hay una fiesta cuando se compran esas cosas: una fiesta en China y una fiesta
en Caracas”.
No es solo la cantidad;
es, también, la calidad. Las plantas de tratamiento “están funcionando muy mal.
No nos dejan visitarlas. ¿Cómo estarán de feas. Las plantas de tratamiento
están en muy mal estado. La solución viene del mundo militar: cuando algo no
funciona bien, lo hacemos secreto. Los ciudadanos tenemos derecho a saber
cómo se está tratando el agua”. Son cerca de 50 plantas grandes, ocho de ellas
en la Gran Caracas.
La recuperación de los
sistemas de distribución de agua no es complicada, aclara. “Estamos hablando de
reparar motores, bombas, sistemas de alimentación eléctrica en media y alta
tensión, grandes aducciones”. Nada de eso es un secreto, “lo hemos hecho
antes”, reitera. “Esos sistemas son tremendamente robustos, costó muchos años
que se dañaran pero también es verdad que se reparan en poco tiempo”.
“Tenemos que aprender a
reparar y mantener lo que tenemos”, remarca. Hay experiencia sobre eso. El
sistema Tuy I se puso en servicio en 1956, y se le hizo un rejuvenecimiento en
los años 90 “porque era un sistema antiguo, pero noble”.
De Viana enfatiza que
es muy poco probable, por no decir imposible, que las fallas en el servicio se
deban a sabotajes, como lo han dicho las autoridades. “Nunca tuvimos evidencia
de actividad de alguien tratando de dañar el sistema”, sentencia. En cambio,
indica que puede haber accidentes eléctricos, y que lo indicado es abrir las
puertas, investigar qué pasó.
“Los que conocemos de
la historia de este país no tenemos antecedentes, ni siquiera en la época de
violencia, con grupos armados” de ataques contra los servicios públicos,
confirma.
Los tres años de recuperación que incluye en sus cálculos deben estar acompañados por una inversión que cifra en 1.300 millones de dólares para todo el país. Es perentorio, también, que la población pague por el servicio con tarifas diferenciadas, y pone el ejemplo de una ciudad como Medellín: familias que cancelan un dólar o menos al día, familias que ponen dos dólares.
En Venezuela “aprendimos
que es mucho más caro que un servicio funcione mal”, y especialmente el agua,
porque es “una herida en la calidad de vida”. El país ha asumido que no hay
cosa más costosa, para los ciudadanos, que tener un servicio de mala calidad.
-¿Lo han llamado para
preguntarle qué haría en esta situación? Si lo llamaran, ¿atendería el
teléfono?
-Todos los días tengo
la esperanza de que a uno lo pueden llamar. Pero tengo que confesar que desde
el 27 de marzo de 1999, que dejé de trabajar para el gobierno, no me han
llamado nunca, ni para hablar de Hidrocapital ni para hablar de Movilnet. Y me
han llamado de otros lugares, he ido más rápido a Colombia, México o El
Salvador. Efectivamente uno de los problemas que tenemos es que sigue habiendo
una posición sectaria, de los que tienen el poder, de no entender que este
problema necesita de todos los venezolanos para poderse resolver. Usted me
pregunta si yo contestaría: Yo siempre voy a contestar, porque la gente no
tiene la culpa. Si la gente supiera qué es lo que hace falta para que tuviera
agua se pondría más brava.
-¿Qué hace falta en lo
inmediato?
-La planta de
tratamiento de La Guairita pierde más de 800 litros por segundo. 800 litros por
segundo es una cantidad gigantesca, en fugas que se pueden medir fuera de la planta.
Los nueve hospitales más importantes de Caracas tenían pozos que nosotros
construimos; la mitad de ellos está fuera de servicio. Si hay algo sencillo es
poner a funcionar los pozos.
28-10-20
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