Por Gioconda Cunto de San Blas
El 6 de marzo de 1665
aparecía en Londres el primer número de Philosophical
Transactions, la primera revista dedicada a temas científicos que perdura
hasta hoy. Órgano de la Royal Society, la revista en su primer editorial
afirmaba que “…nada hay más necesario para promover los avances de los asuntos
filosóficos (científicos) que comunicarlos […]; es por tanto adecuado emplear
la prensa como el camino más apropiado para gratificar a quienes están
involucrados en esos estudios […], dando a conocer los avances del conocimiento
en este reino y en otras partes del mundo.”
Desde entonces,
publicar en revistas especializadas los resultados de sus investigaciones ha
sido piedra angular del trabajo de los científicos en cualquier parte del
mundo. Publicar expone al investigador al cotejo de sus pares, con lo cual el
nuevo conocimiento se asienta al saberse confirmado.
Todo esto lo escribo
motivada por una información proveniente de la ministra de Ciencia y Tecnología
Gabriela Jiménez, según la cual en el Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas (IVIC) se habría descubierto una sustancia extraída de una planta
no identificada, capaz de inhibir la multiplicación del coronavirus SARS-CoV-2,
causante de la covid-19. Dijo bien la ministra, que sí sabe de qué habla
cuando se refiere a este tema, que los estudios se habían realizado in
vitro, es decir, en células, lo cual abre una posibilidad halagadora para
continuar los estudios exploratorios de dicha molécula como eventual fármaco
para el tratamiento de la covid-19.
¿Qué no dijo la
ministra? Veamos. No precisó que los resultados no han sido publicados hasta la
fecha en ninguna revista de la especialidad o en repositorios digitales
científicos, algo relativamente rápido de hacer en esta época de urgencias
anti-covid, con lo cual no es posible por ahora su validación por expertos.
Tampoco dijo la
ministra que para que un compuesto químico sea aceptado como medicamento, debe
transitar un largo proceso de pruebas preclínicas en animales, seguido por otro
aún más largo de pruebas clínicas en voluntarios humanos, en tres fases de
complejidad creciente, similar al requerido para vacunas; un largo
proceso que consume meses y años y que
conducirá a darle visto bueno a la sustancia bajo estudio solo si comprueba ser
eficaz y no tóxica.
La literatura
científica está llena de sustancias que han sido efectivas in
vitro (en placas o células) pero que han resultado inútiles in
vivo (en animales experimentales o en voluntarios humanos). Se
calcula que de 5 mil compuestos que entran
en la fase preclínica, solo 5 en promedio llegan a ensayarse en voluntarios
humanos; de ellos, solo uno es certificado para uso terapéutico. Es además un
proceso muy costoso. Cuando ese único compuesto haya sido aprobado, ya la
farmacéutica encargada del estudio habrá gastado unos US$ 200 a 800 millones en
todas las fases de un programa que habrá durado varios años.
Resumiendo: ¿En el IVIC
se está estudiando un derivado de ácido ursólico que inhibe la multiplicación
del coronavirus SARS-CoV-2 in vitro? Sí. ¿Estamos a las puertas de
disponer del medicamento universal para el tratamiento de la covid-19? No.
¿Por qué, entonces, ese
prematuro anuncio? Obviamente, por un juego político en el cual nuestros
colegas científicos, responsables de la investigación en comento, se ven
arrastrados sin piedad por la maquinaria comunicacional del régimen, siempre
bien aceitada.
En estos tiempos de
miseria material y espiritual, es digna de alabanza la dedicación no solo de
los equipos que trabajan en el IVIC y otras instituciones alrededor del tema
del coronavirus, sino de la comunidad científica en general que resiste
heroicamente en el país en condiciones precarias. Sueldos miserables y
laboratorios menguados son dos caras de una misma moneda en el derrumbe de lo
que fue la fecunda ciencia en la segunda mitad del siglo XX venezolano.
Se ufana la
ministra en decir que con espectros de RMN (resonancia magnética nuclear) se ha
obtenido la completa elucidación de la molécula en cuestión. Sabiendo que todos
los equipos de RMN en el país están dañados, habrá que preguntarse en qué otro
país se tomaron los espectros. Vaya esto como medida de lo mucho que hemos
retrocedido en estas dos décadas de destrucción institucional sistemática.
Mientras tanto, que
siga el circo, sin pan. El ridículo internacional del régimen ante el escape de
uno de sus presos políticos más notorios y vigilados tenía que ser tapado con
una noticia revestida de optimismo y orgullo nacional como sería el
descubrimiento en suelo patrio de la cura contra la covid-19.
Que en estos momentos
esa sea una declaración hiperbólica y lejos de posibilidades reales de
ejecución, poco importa. Lo primordial es que sirva de distracción a la
inexcusable miseria de nuestro pueblo, llevados a ese punto por un régimen
bandolero asentado en el poder.
29-10-20
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